Exuberancia floral y arquitectónica en el parque Daguan
El parque Daguan está situado junto a la ciudad de Kunming. La exuberancia de su flora, así como sus rocas, pabellones, puentes y arroyuelos son capaces de embelesar a todo aquel que lo visita.
El parque Daguan está situado junto al lago Dian, a tan solo 3 km al oeste de Kunming. Si por un lateral sobresalen las brillantes olas que ocupan la vastedad de su lago, al frente se alza el monte Taihua que le sostiene la mirada para crear, en conjunto, un paisaje de una belleza única. La exuberancia de su flora, así como sus rocas, pabellones, puentes y arroyuelos son capaces de embelesar a todo aquel que lo visita, pues no en vano es uno de los lugares preferidos por quienes aquí viven para ir de excursión. Los principales atractivos del parque son sus edificios Louwailou y Daguan, la zona de Jinhuapu, el jardín de bonsáis y los jardines del Este, situado al este de Jinhuapu; del Sur, ubicado en la parte meridional del edificio Louwailou; y del Oeste, entre otros.
Este último está compuesto por dos parques privados conocidos como Qiushang y Baiyuan. Aquí se dan cita multitud de estanques de loto y pabellones, diques repletos de sauces llorones flanqueados por puentes arqueados y, junto a ellos, el edificio Xiaoguan, del que destaca su tejado a cuatro aguas formado por aleros situados a diferentes niveles y alturas. El parque del Sur, por su parte, cede su protagonismo a la villa de la familia Yu, una vivienda que habitó el político y arquitecto Yu Enxi durante la época de la República de China. Se trata de la vivienda Jinhou, que procede del nombre de cortesía de su dueño y que, rodeado de arroyos, estanques de loto, pasarelas sobre el agua y pequeños pabellones cubiertos de plantas trepadoras, presenta una armoniosa síntesis de elementos arquitectónicos occidentales y orientales.
El jardín de bonsáis del parque Daguan tiene una superficie de 4.500 m2 que lo convierten en el más grande de la ciudad con esas características. En su interior, es fácil quedarse asombrado por la frondosidad y la exuberancia de sus múltiples especies de bonsáis que dominan cada rincón del apacible lugar. Junto a los laberínticos muros de su interior, y al lado del complicado entramado de pabellones, son sus plantas y rocas los principales responsables de la belleza del paisaje. En el interior del parque las cuatro estaciones ofrecen paisajes, todos ellos únicos, como si fueran cuadros de pinturas, rematados con una gran cantidad de árboles, cuya historia se cuenta por siglos. Destaca, entre todos ellos, un árbol de Júpiter plantado por el mismo emperador Qianlong (乾隆), durante la dinastía Qing (1644-1911), y cuyo tronco ha crecido formando los trazos del carácter 寿 (shòu), es decir, longevidad. Se dice que en la década de los años 60 del pasado siglo, un estadounidense de origen chino trató, sin éxito, de comprarlo por 30.000 dólares. Hoy en día, con más de 200 años de historia, se ha convertido en el tesoro más preciado del jardín de bonsáis.
La zona de Jinhuapu está rodeada por tres tercios de agua y conforma, por sí misma, el paisaje más destacado del parque Daguan. Su grandiosa puerta, de tejados con aleros exageradamente curvados, se erige frente al acceso de este gran jardín. Aunque al norte y al este cuenta con estanques de loto de grandes dimensiones, el principal punto de interés de este sector es el edificio Daguan que preside un enorme complejo arquitectónico formado por salas, pabellones cerrados y otros al aire libre, construidos durante el periodo Kangxi de la dinastía Qing y conectados por largos corredores que serpentean por las orillas de los distintos estanques del recinto.
Al panorama cultural e histórico que ofrecen, se le han unido recientemente construcciones como el Corredor Huaxia del pareado largo, la exposición de calcos en papel de antiguas inscripciones en piedra del edificio Daguan, el museo de las cuatro grandes torres de China, el museo histórico y cultural del pareado largo y otras. En el jardín, los pronunciados arcos de los puentes salvan la distancia existente entre las orillas de sus diques, por lo que numerosos estanques de loto descansan bajo la sombra de los sauces y la exuberancia y la vitalidad de sus ancestrales árboles. Llama la atención en su interior un conjunto de rocas artificiales conocido como caiyunya (彩云崖, que significa, literalmente, los precipicios de las nubes de colores), y que cuenta con un camino que se retuerce alrededor de riscos y picos para formar un bonito corredor cuyas vigas y pérgolas están repletas de glicinias chinas trepadoras. A su alrededor se disfruta de un sobrecogedor panorama capaz de mantener, durante las cuatro estaciones del año, una abundancia de todo tipo de flores que compiten constantemente entre ellas por ser la más colorida; y de un verde manto de hierba cuya frondosidad invita a sentarse sobre él. Se trata de mucho más que una perfecta fusión entre el paisaje histórico y el cultural del parque, pues también sirve como expositor del florecimiento de la vegetación que habita en esta zona durante primavera y otoño.
El jardín del Oeste, también conocido como el jardín cultural del pareado largo, fue construido en 1998 y ocupa 800.000 m2. El edificio Louwailou, por su parte, se halla al sureste de la construcción Daguan, enteramente rodeado de agua por lo que precisa de caminos custodiados por sauces para tender puentes con otras zonas del parque. Sus muros se elevan frente a los del edificio Daguan si bien por medio hay tres estanques, en los que se refleja la luz de la luna, que los separa en la distancia.
Es Daguan la edificación que goza de un mayor protagonismo en todo el parque. Se trata de una construcción que comenzó durante el decimonoveno año del periodo Kangxi de la dinastía Qing, es decir 1690, y que cuenta con un tejado excepcional, elaborado con vidrio de colores y aleros de tres niveles de diferentes alturas formados por estructuras de madera. Según los registros de Yu Jiahua, editor de los Hechos e historias de Yunnan, “durante el vigesimonoveno año del periodo Kangxi, cuando el funcionario Wang Jiwen viajaba en una de sus inspecciones, pasó por este lugar y fue testigo del paisaje que las montañas y los lagos delineaban. Tras lo cual, reunió a sus subordinados y les ordenó la construcción de todo tipo de edificios y pabellones… y, al principal de ellos, lo denominó Daguan (…)”, “a sus alrededores se construyeron terraplenes en los que se plantaron melocotoneros y sauces para embellecer el paisaje de la zona (…)”, “desde entonces, sabios y nobles hicieron de él su lugar preferido de reunión, por lo que no pasó ni un día vacío. De ahí procede su fama, que lo convertiría pronto en el lugar más famoso de la ciudad”.
En los años de reinado del emperador Qianlong, es decir, entre 1736 y 1796, el erudito Sun Ranweng compuso un pareado de 180 caracteres para este edificio y que pasaría a la historia como el mejor pareado largo del mundo. Posteriormente, el conocido literato Lu Shutang esculpió los caracteres del pareado en la construcción. Precisamente debido a este pareado, Daguan se iguala en fama a la Torre de la Grulla Amarilla, la de Yueyang o la de Guanque, para completar el conjunto denominado como las cuatro grandes torres de China. Tras haber experimentado diversas ampliaciones, haber sido destruida, reconstruida y remodelada varias veces, ha llegado a adquirir la forma de la que podemos disfrutarla hoy en día. En el año 1983, además, fue calificada como Objeto Cultural con rango de protección provincial de Yunnan y, en 2013, adquirió la misma condición pero en el nivel nacional.
Hoy en día, además de su protección estatal debido a su valor cultural, el parque Daguan ha alcanzado el cuarto nivel más alto de un total de cinco, dentro de la clasificación de atracciones turísticas de China. Se trata de uno de los diez grandes parques localizados en Kunming, y como tal, en su interior se pueden sentir los más de 300 años de historia en los que sus jardines han sido testigos y gracias a los cuales ha llegado a conformar un paisaje extraordinario y único en la ciudad de Kunming.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 49. Volumen IV. Julio de 2018.
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