En 2012 Liu Yang participó en el vuelo espacial Shenzhou IX.
Liu Yang, la primera astronauta china y su deseo de volar como la diosa Chang’e
Liu Yang fue la primera mujer china en participar en una misión espacial en 2012. Piloto en el Ejército Chino, Liu Yang superó un exigente proceso de selección en el que superó a las 15 candidatas finales gracias que contaba ya con una gran experiencia a los mandos de una nave y 1.680 horas de servicio sin incidentes.
El vuelo de Chang’e a la luna es un cuento mitológico milenario chino que cuenta que había una mujer bella que se llamaba Cháng’é (嫦娥) que consiguió volar hasta la Luna (Yuègōng en chino arcaico, 月宫) después de robar el elixir que le regalaron los dioses a su marido para lograr la inmortalidad. La Estación Espacial “Tiangong I” fue bautizada así en honor a la diosa lunar china Chang’e, mientras que el nombre de “Shenzhou IX”, que hace referencia al vuelo espacial, se inspiró por la homonimia del vocablo Shénzhōu (神州), el antiguo nombre poético de China.
El vuelo espacial tripulado chino “Shenzhou IX”, que incluía a Liu Yang y a otros dos taikonautas más como miembros de la tripulación, fue lanzado el 16 de junio de 2012 a las 18:37 horas de la tarde. Tras cumplir con los objetivos principales de la misión, que eran acoplamiento manual a la estación espacial “Tiangong I”, revisiones de dicha plataforma y ensayos varios del módulo espacial, trabajos realizados durante los trece días que duró de la gestión, los tres astronautas chinos regresaron a casa sanos y salvos. De hecho, Liu Yang fue la primera mujer china en participar en una misión espacial de estas características, lo que hizo que fuera la primera ciudadana de ese país en ingresar en el selecto grupo mundial de féminas astronautas, que cuenta con más de 50 miembros.
Liu Yang (刘洋) nació en 1978 en el seno de una familia de obreros de la ciudad de Linzhou (林州), provincia Henan (河南) y más tarde se trasladó junto a sus padres a Zhengzhou (郑州), capital de dicha provincia. En 1997, año en que se graduó del Bachillerato, las Fuerzas Aéreas China convocó la séptima selección de pilotos femeninos en Henan. Con la ilusión que siempre le hacía a Liu Yang poder volar, no dudó ni un solo momento en presentar su preinscripción a dicho certamen.
El examen físico para pilotos siempre es muy duro y estricto y existe una alta probabilidad de ser eliminado. El caso de 1997 podría ser un buen ejemplo, ya que sólo fueron admitidas 37 candidatas a piloto de entre las miles de solicitudes. El reconocimiento médico que tienen que pasar comprende las disciplinas oftalmológica, ortopédica, traumatológica y otorrinolaringológica, así como examen de la tensión arterial y análisis del pulso. Además, la altura y el peso también constituyen criterios fundamentales teniendo en cuenta que la cabina de un avión tiene un espacio muy limitado. Cualquier defecto corporal considerado de menor importancia en la vida cotidiana podría provocar un auténtico problema en la navegación aérea. Por ejemplo, durante un vuelo a alta velocidad se genera mucha presión como consecuencia de la gravedad, la cual puede afectar directamente a la nariz o a los oídos, lo que justifica los rigurosos requisitos aplicados durante la selección. Igualmente a fin de comprobar el estado psicológico, la capacidad de reacción ante situaciones complejas, de coordinación entre las dos manos, de superación de los mareos, de imitación y de memorización instantánea, se realizan pruebas específicas, tales como dar vueltas rápidas en una silla giratoria, tests psicológicos o simulación de vuelo, entre otras. Después de diversos exámenes físicos y otros reconocimientos muy duros, Liu Yang destacó de entre todas las demás candidatas, por lo que fue admitida nada más superar con excelentes calificaciones las pruebas de acceso a la universidad. Durante el otoño del mismo año, Liu Yang ingresó en el Instituto Número Uno de Aviación de Changchun, conocido actualmente como la Universidad Aeronáutica de las Fuerzas Aéreas del Ejército Popular de Liberación de China, donde cursó una carrera especializada de cuatro años.
Las altas cualificaciones que sacó Liu Yang en las pruebas de acceso a la universidad —sobre todo en inglés y matemáticas— le situaron entre los cinco primeros puestos a piloto en prácticas. Sin embargo, su constitución física regular le obligó a aumentar la intensidad de los entrenamientos, por lo que todas las mañanas corría decenas de kilómetros y hacía todo lo posible por conseguir las mejores notas en las materias o prácticas militares. Estos duros cuatro años convirtieron a la tímida y débil Liu Yang en una soldado profesional de complexión robusta y voluntad fuerte. El 4 de septiembre de 1999, Liu Yang se puso a los mandos de un avión por primera vez y realizó con maestría diversos ejercicios de vueltas, movimientos en picado y despegue según las instrucciones de sus superiores.
Al finalizar la carrera en junio de 2001, Liu Yang se incorporó como piloto en un cuerpo aéreo del Ejército Chino en Guangzhou. El 10 de septiembre de 2003, cuando el avión comandado por la joven piloto estaba en proceso de despegue, recibió la orden de retracción del tren de aterrizaje. De repente, escucharon un ruido enorme y el avión se sacudió. Enseguida apreció sangre en la ventana y toda la cabina se llenó de olor a quemado. Liu Yang no tardó en darse cuenta de que el avión había chocado con una bandada de pájaros. La peligrosa situación le obligó estar tranquila y actuó con total control, así pilotó el avión con firmeza, informó a la torre de control de la situación interna y esperó nuevas órdenes. A pesar de que el caza corría el riesgo de estrellarse en cualquier momento, gracias a las medidas tomadas por Liu Yang y el resto de la tripulación, la nave logró aterrizar al cabo de once minutos en el aire. La revisión realizada posteriormente reveló que el avión había tropezado con un grupo de palomas a la hora de retraer del tren de aterrizaje, lo que causó daños muy graves, tales como la rotura dos cuchillas de la turbina, el atasco parcial de los tubos de entrada y la rotura de la compuerta del motor izquierdo. Si la piloto no hubiese tomado las medidas apropiadas, resultaría horrible imaginar qué habría pasado.
La unidad a la que pertenecía Liu Yang solía realizar la misión de camuflarse entre las nubes, cosa que generalmente evita un vuelo comercial, un trabajo que supone cierta peligrosidad. Los nubarrones de precipitaciones se caracterizan por su corriente de aire irregular, por lo que navegar entre ellas requiere por parte de los pilotos técnicas de vuelo muy depuradas y un buen nivel de aguante físico y psicológico, pues el aparato tiende a sacudirse todo el tiempo. Además, a fin de conseguir una mayor eficacia, los cazas ascienden hasta que el nivel de temperatura alcanza los cero grados centígrados, una altura bastante arriesgada debido a que el avión se puede congelar con la mayor facilidad. Aparte de todo lo expuesto, a medida que la nave asciende, el hielo se acumula a los dos lados de las alas reduciendo la velocidad y dificultando el manejo del avión. En una ocasión, en 2007, Liu Yang fue enviada a la provincia de Gansu para realizar una misión de siembra de nubes. Estas eran muy oscuras y las gotas de lluvia de gran tamaño, lo que impedía la visibilidad por la ventanilla, además de producir un tremendo ruido, incluso mayor que el de los motores. Liu Yang y sus compañeros tomaron las medidas necesarias para regresar a salvo a la base aérea justo antes de que el aeropuerto cerrara sus pistas por mal tiempo.
A partir de mayo de 2010, China emprendió una campaña de búsqueda de taikonautas femeninas en su territorio nacional. Comparando con los procesos de la selección de pilotos, las condiciones y requisitos aplicados en la selección de astronautas destacan por su mayor rigurosidad y severidad partiendo del hecho de que cualquier defecto minúsculo podría causar una incidencia o incluso una catástrofe durante la futura misión. Por ejemplo, no se puede tener cicatrices, muelas careadas o callos en los pies, ya que las cicatrices podrían volver a sangrar como consecuencia de las condiciones del espacio exterior y de vida en las cápsulas espaciales. Además, para las taikonautas se exige, ante todo, que estén casadas y tengan más de 25 años a fin de garantizar su madurez tanto física como psicológica. Al final, Liu Yang, que contaba ya con una gran experiencia a los mandos de una nave y 1.680 horas de servicio sin incidentes, fue seleccionada entre las quince candidatas finales.
Sobre las diez de la mañana del 29 de junio de 2012, la cápsula “Shenzhou IX” regresó con éxito al lugar previsto, una pradera en Mongolia Interior, tras atravesar la atmósfera terrestre. Un poco más tarde, la tripulación salió de la cápsula y Liu Yang saludó sonriendo a todos los presentes. Gracias a su contribución y ayuda, el 1 de octubre de 2012 el Gobierno chino le concedió el título de “Heroína taikonauta” y fue galardonada además con la “Medalla de III Categoría en pro de la Astronáutica”.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 19. Volumen IV. Julio de 2013.Leer este reportaje en la edición impresa
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