MENSAJERO, la búsqueda del otro © [9]
By Víctor Norberto Cerasale Morteo®

Image credit: ESA/Hubble & NASA, O. De Marco; Acknowledgment: M.H. Özsaraç
El universo visible es nada comparado con el universo intangible, ese que no se ve, ese para el que no hay ojos…
El ser humano no suele imaginar el universo que lo contiene… ni siquiera lo piensa… ni siquiera lo sueña… ni siquiera lo supone… ni siquiera lo estima… todo lo que está por fuera de sus zapatos, ciertamente molesta… incomoda… alcanza con ocuparse del suelo que se pisa… pero tampoco hay consciencia del aire que se respira… tampoco hay consciencia del agua que se bebe… mucho menos hay consciencia del agua que se malgasta… por lo tanto, tampoco se valora la energía que se dilapida con los fuegos… la vida se consume elucubrando un presente que desgrana…
El ser humano respira, pero no sabe de dónde sale el aire… supone una cosa, pero es otra distinta…
El ser humano bebe un agua que supone dulce, pero no sabe determinar de dónde proviene… supone una cosa, pero la procedencia genuina, es otra diferente…
El ser humano advierte que el otro está allí para sacarle algo, pero no se da cuenta que, en realidad, ese otro, es un reflejo de él mismo… alguien que existe, para dar lugar a que él pueda existir… el tercero invisible…
Hay gente que no sabe reconocer a un enviado…
Hay gente que no sabe reconocer a un mensajero…
Hay gente que no sabe reconocer a un viajero…
Hay gente que no sabe reconocer la condición de un pasajero…
Hay gente que no sabe descubrir la sabiduría oculta tras los ojos del “sabio” …
Hay gente que no sabe encontrar al profeta, mucho menos está dispuesta a entender la profecía…
Hay gente que no sabe interpretar al mago, mucho menos está dispuesta a dimensionar la importancia de los saltos cuánticos… la gente cree que la magia es un truco… la gente cree que la magia es una artimaña… la gente cree que la magia es parte del ilusionismo…
Hay gente que no sabe distinguir una señal enviada a su propio destino…
Hay gente que no sabe distinguir una señal concedida al destino del otro…
Hay gente que nunca está atenta…
Hay gente que cree que copiarse es de vivos… cree que es astucia…
Hay gente que jamás está conectada a algo, aún haciéndose la conectada…
Hay gente que se cree inteligente engañando al desprevenido…
Hay gente que se cree hábil mintiendo a cualquiera que se le cruce…
Hay gente que habla y promete, sin darse cuenta que cuando habla, se habla a sí mismo, y que cuando promete, lo hace a sí mismo… el otro, no es más que un espejo…
Hay gente que está atada a su propio pasado, un plano de la geometría que no puede modificar, porque se trata de hechos consumados, a los que ningún ser humano puede acceder para modificar lo que ya ocurrió…
Hay gente que vive hablando de un futuro que no puede alcanzar… describe algo que no ha tenido lugar… describe algo para lo cual no ha hecho nada… describe algo para lo cual, ni siquiera ha podido acondicionar el propio presente…
Sin embargo, esa misma gente…
No puede evitar nacer de madre…
No puede evitar verse obligada a amanecer…
No puede evitar verse obligada a dormir…
No puede evitar verse obligada a soñar…
No puede evitar el tener que comer, al menos, una vez al día…
Por lo tanto…
Tampoco puede evitar tener que morir… se empecina en no morir, pero finalmente muere, en la soledad del sí mismo desprendido… ahí se da cuenta que se podía existir sin necesidad de un cuerpo… ahí se da cuenta que todo lo que juntó, no se lo pudo llevar… ahí se da cuenta que todo lo que amarrocó no lo pudo transportar…
La medicina le vende la salvación del cuerpo, pero dicha cura se extiende por un día, por dos, tal vez por un año, por dos, por tres, por cinco, o más, pero finalmente, el cuerpo sucumbe a la muerte, y el alma se ve obligada a abandonar la vida, sin haberla vivido, sin haber hecho nada por nadie, sin haber hecho nada por el sí mismo, sin haber hecho nada por el uno mismo…
La gente supone que un ser sin cuerpo, está impedido de existir… lo cual es uno más de los tantos errores que la falsa ciencia le ha vendido…
La gente se empeña en evitar lo inevitable… pero lo inevitable, finalmente sucede… más temprano que tarde… y la persona se ve obligada a enfrentar aquello que había sido escrito para su propio destino…
La gente se empeña en explicar lo inexplicable… y cuanto más lo trata de explicar, más se complica metiéndose en un laberinto del que no puede escapar… finalmente, la ecuación que vino a resolver, quedará pendiente… finalmente, la fórmula que debió construir, quedará pendiente… finalmente, estará envuelto en palabras, pero habrá lapidado la mayoría de sus oportunidades…
La gente se empeña en siempre huir de aquello que finalmente lo alcanzará, y lo atropellará… señalándole que lo escrito para el sí mismo, estaba señalado en el destino, y al estarlo, tendría lugar indefectiblemente…
La gente suele prestar oídos a otra gente que está tan confundida como ella misma… dirá que esto estaba bien, y que lo otro estaba mal, sin darse cuenta que el error reside en prestar atención a aquellos que ni siquiera fueron capaces de resolver sus propias instancias… sucede con mucha frecuencia, tanta que los efectos dominó
suelen ser múltiples, sin que nadie les preste atención, sin que nadie los detecte…
La gente oculta la trastienda de su propia vida… evita mostrarse tal como es en su propia esencia… para ello apela a máscaras, disfraces, caretas, que le aligeren los supuestos padecimientos, los mismos que ha encontrado por decir que sí, cuando debía decir que no, los mismos que supo encontrar por decir que no, cuando debía decir que sí… en la confusión todo aparece como un permitido, pero dicho “permitido” casi siempre conduce al lugar equivocado, a pesar de lo cual, el error se repetirá una y otra vez, dándole la espalda a los sentimientos del alma, imponiendo distancia entre el infierno del espíritu y el paraíso posible que le habían ofrecido antes de nacer… argumentando que la razón humana salva, aun cuando conduzca al precipicio…
Nacer, de alguna manera, es comenzar a olvidar…
La última pizca de memoria del karma se diluye en el útero materno…
Amanecer es, de alguna manera, tener la posibilidad de encontrar la puerta que conduzca al destino que no estuvo escrito…
Morir, de alguna forma, es volver a recordar…
La trepada era un viaje mágico… subir desde la llanura hasta más allá de los tres mil metros, siempre ha sido una aventura… en aquellos años, mucho más… el camino era conocido, pero siempre se sentía como si fuese la primera vez… por entonces, aquel camino no era transitado por casi nadie… apenas por algunos seres humanos habitantes de la zona… apenas por algunos que se atrevían a visitar algún poblado aislado en la región… más de ciento cincuenta kilómetros donde se expresaba la nada misma… de la selva se pasaba a los pastos arremolinados por el viento, y de allí a un extraño desierto de arenisca y piedras, donde la vida siempre parecía ocultarse… hacia adelante, nadie… hacia atrás, nadie… a los costados, nadie…
El salto desde la llanura hasta los dos mil seiscientos metros era digno de ser admirado… cuando los ojos veían la derecha, se perdían todo lo de la izquierda, y viceversa, cuando los ojos apreciaban todo lo de la izquierda, se perdían todo lo de la derecha… así es que había que apelar a los ojos del alma, para dimensionar el conjunto… el horizonte, en la montaña, sube y baja… los horizontes cambian permanentemente, y hay que prestarle atención para no desbarrancarse, para no pisar la banquina…
Al paisaje se le sumaba una tormenta propia del verano… las tormentas de altura suelen ser una incógnita, deparan todo tipo de sorpresas…
Las nubes se veían en planos… gruesas y pesadas, allí nomas a la altura de los ojos… y más arriba filetes de cielo mezclado con nubes finas como rizos que se perdían según el giro de la ruta… el cielo azul se suponía, pero parecía una utopía…
A los tres mil quinientos metros de altura, quien sea ande por ahí, descubrirá que está dentro de las nubes… descubrirá que está atravesando aquello que creía ver desde el llano… en ese punto, cae en la cuenta que a mayor distancia, yendo hacia el norte, hay mayores alturas, algunas nevadas… la tierra parece crecer…
La ruta está vacía… baches por doquier… olvidada por la política de turno… los políticos no usan dicha ruta, por lo tanto, la misma está, figura en los mapas, pero ninguno de ellos, los políticos, sabe en qué condiciones está… así es que hay que esquivar pozos… no hay banquina… hay que conducir con mucho cuidado… de tener un percance, no hay quien a recurrir… tampoco se puede esperar a que pase alguien, porque ese alguien no existe… las distancias que marcan los escasos carteles semejan una mentira, los kilómetros no pasan y siempre se está en el mismo lugar…
En el camino hay un observatorio solar, tan olvidado como la ruta misma…
El observatorio está a casi dos mil seiscientos metros de altura, así es que el paisaje es espeluznante…
Curva, contra curva, escasas rectas… mucha piedra suelta… pedregullo que se suelta del mismo olvido de la ruta… no hay contornos marcados… no hay carteles indicadores… tampoco está delineado el centro de la ruta, por lo tanto es necesario adivinar el lado que sube del lado que desciende… las tormentas allí no son comunes, pero cuando se dan, son realmente peligrosas… la lluvia suele imponerse de los laterales, y se arremolina con fuerza, justamente, porque los vientos arrecian tanto de aquí como de allá… sacuden al móvil… haciendo sentir que uno está dentro de una hoja mecida por el aire… a esa altura todo parece pequeño…
Normalmente hay sol, casi trescientos sesenta días del año, pero ese día no… no lo hay…
A tres mil cuatrocientos ochenta metros hay dos curvas cerradas… una de entrada… otra de salida… la recta parece larga, pero no lo es… ¿es preferible parar y esperar a que pase la tormenta?, mejor no… las ventanillas suben y bajan según el sofoco en el interior del habitáculo… no hay nadie, no se ve a nadie… desde allí se desciende hasta los dos mil metros, más adelante, pero falta mucho… hay un pueblo cerca, pero falta mucho para llegar a él…
Es un día de semana, laborable, así es que hay menos gente que la de costumbre…
Por aquellos años no había hotelería, porque no había turismo, porque no había pasajeros, porque nadie iba donde no le llamaban, tampoco había mensajeros, porque no había mensajes que llevar a ninguna parte, ante la eventual necesidad, está la radio, si la hay… en lluvias intensas, la ruta se corta en varios tramos… hay que detenerse y esperar, porque es imposible cruzar esos badenes… en realidad son senderos por donde baja el agua a raudales, llueve en la alta montaña y eso se descarga hacia las partes más bajas, trayendo troncos, piedras monumentales, y hasta animales desprevenidos… allí hay desniveles de más de mil metros, por lo tanto la fuerza del agua induce a miedo… el miedo es precautorio… todo es lento…
Entre los pueblos de montaña nadie se mueve si no es necesario…
No hay donde recurrir… todo está vacío…
En la altura, la energía eléctrica que emerge de las nubes, no cae, circula, es horizontal… sorprende… su movilidad es siempre imprevista… aparece y desaparece… la lluvia no cae como lo hace en la llanura, cae según la nube de la que proviene, así es que hay franjas secas y franjas inundadas… arriba, debe estar cayendo granizo… nadie tiene idea lo que significa que caiga granizo a esa altura… uno está dentro del granizo… no hay donde cobijarse…
De repente, en una curva y la siguiente contra curva, surge un rayo espontáneo que golpea al automóvil… al mismo tiempo se lo ve pasar por delante, por los costados, y por detrás, justo la ventanilla estaba baja… intenso olor a azufre, pero no es olor a azufre, es olor a otra cosa, algo que no se puede describir con palabras… el golpe se siente rudo, arrollador… se fragmentó y se vio la esfera, una esfera de luz, rodeada de electricidad a borbotones…
Quien conduce no se ha dado cuenta, pero algo del rayo lo ha tocado, eso ha sucedido en el interior del habitáculo, porque iba con la ventanilla baja… con el brazo apoyado sobre el lugar del vidrio… la electricidad se ha descargado en alguna parte… ¿está vivo?, sí lo está… ¿respira?, sí respira… ¿tiene reflejos?, los tiene… se da cuenta que algo lo ha tocado, pero no atina a decir nada… no hay que preocupar a nadie… el fenómeno dura los segundos suficientes como para que haya consciencia… como para que haya un registro claro del hecho… te dejaron un mensaje, piensa…
Nadie lo notará… nadie lo sabrá…
El hecho ha dejado sorprendido a los pasajeros… ¿cuántos?, uno más… nada más… parecía que había más gente dentro del automóvil, pero no, se trataba de dos, nomas… claro, los otros eran espíritus, fantasmas que acompañaban el momento, para que nada se convirtiese en daño…
Cae en la cuenta que se ha tratado de un mensaje… pues claro que lo fue…
Al mismo tiempo, cae en la cuenta que se ha tratado de una señal… pues claro que lo fue…
Al mismo tiempo, entiende que, en ese segundo, algo cambió… pues claro que cambió…
Al mismo tiempo, descubre que algo de lo que lo vinculaba al pasado se ha quebrado… se ha roto… la historia reciente lo ha liberado… ha habido un doblez en el espacio tiempo y ello ha derivado en un quiebre… las ataduras se han calcinado…
Todo parece seguir igual, pero ya no…
Hay un pequeño agujero en su suéter… allí pegó la chispa del rayo… allí dejó su huella… no sintió la descarga, pero la misma tuvo lugar… fue una caricia cósmica… se trató de un abrazo del más allá… algo o alguien impidió que la descarga fuese atroz…
Fue alcanzado por la energía suficiente… la precisa…
El viaje continúa…
Ha muerto por un segundo y ha regresado a la vida en el siguiente…
¿Es consciente?... sí lo es… no digas nada… no hay que preocupar a nadie… nadie se ha dado cuenta, el rayo, no ha sido más que un rayo… las ánimas están felices, se ha logrado el objetivo… ha sido tocado, ha sido bendecido…
Cuando te acostumbras a morir, la muerte es un destello…
Caes en la cuenta que la vida, ya sucedió…
Caes en la cuenta que el tiempo es tan efímero que jamás existió, jamás tuvo lugar, era una simple ilusión sensitiva…
Caes en la cuenta que lo que pasó, sólo te pasó a ti mismo… no a los demás… sólo a ti mismo…
Caes en la cuenta que las circunstancias atravesadas, no fueron otras que tus propias circunstancias, no de los otros, sino las propias… únicamente tuyas…
Caes en la cuenta que estuviste dedicado a una búsqueda… la búsqueda del sí mismo extraviado…
Caes en la cuenta que fuiste pasajero de tu propio viaje… la búsqueda de unir el sí mismo con el uno mismo…
Caes en la cuenta que no es posible volver atrás… y corregir… lo hecho, hecho está…
Caes en la cuenta que no es posible borrar nada de lo escrito… lo escrito, escrito está…
Todo comienza justo cuando todo termina…
MENSAJERO, la búsqueda del otro © [9]
By Víctor Norberto Cerasale Morteo®
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