viernes, 7 de noviembre de 2025

El día que Nils Vik murió Frode Grytten Traducción de Mariana Windingland Un viaje hacia la muerte que se convierte en una celebración de la vida.

https://www.anagrama-ed.es/libro/panorama-de-narrativas/el-dia-que-nils-vik-murio/9788433947970/PN_1165 En la mitología griega, Caronte, el barquero del inframundo, transporta las almas de los muertos a través del río Aqueronte (o del Estigia, o del Cocito, según la versión) hacia el reino de Hades. Ese trayecto en el agua simboliza el paso de la vida a la muerte, y Caronte lo realiza con dos condiciones: que el difunto haya recibido un entierro adecuado y que su cuerpo tenga una moneda en la boca o sobre los ojos como pago. Cruzar hacia la eternidad tiene un precio. Nils Vik no es Caronte, pero también tiene una barca y habla con los muertos. Es un anciano viudo que ha trabajado toda su vida pilotando, en un fiordo noruego, un ferri que tiene el nombre de su esposa fallecida: Marta. Su trayectoria vital y laboral ha sido rutinaria y estable, transportando a muchas personas de un sitio a otro. Así ha logrado ver infinidad de situaciones y conocer a modelos, primeros ministros, médicos, investigadores… Como un Caronte contemporáneo, acompañaremos a Nils en su último día de vida, en el que toma el barco para emprender un viaje final en el que se reencontrará, navegando por el fiordo, con las almas de todos aquellos que un día, hace tiempo, fueron sus pasajeros. El día que Nils Vik murió es un libro sobre la muerte y la vida. Sobre las últimas decisiones. Sobre el tiempo. Sobre el recuerdo. Pero también sobre el duelo. Desde que a Nils se le murió su esposa, «el frío se extendió por las habitaciones y se le metió en el cuerpo». ¿Cómo seguir viviendo después de la pérdida? Esta es la pregunta que Massimo Recalcati se hace en su reciente ensayo sobre el duelo, La luz de las estrellas muertas. Para el psicoanalista italiano, la condición básica del duelo es la sensación palpable entre las personas del objeto perdido. Eso mismo es lo que le ocurre a Nils: en su último día de vida, los cuerpos que algún día existieron se hacen presentes. Y entre ellos está el de Marta. Después de perder a su madre, Roland Barthes escribió un precioso libro sobre el duelo, en el que afirma que la muerte cambia a los sujetos porque es imposible seguir deseando lo que uno antes deseaba: el duelo consiste en esperar que un nuevo deseo aparezca. En el caso de Nils, parece que el deseo se le ha agotado y que el recuerdo de su esposa, Marta, se convierte en una presencia más fuerte de lo que nunca ha sido. En su funeral, cuando sacaron el ataúd, Nils dio unos golpecitos en un lado con su alianza de boda, como diciendo: «Nos vemos pronto, amor mío», cuenta su hija Eli. Desde ese momento, el espectro de Marta se hace presente, cobra vida: ¿cómo puede ser que haya personas que renacen al morir? Recalcati llama a eso «angustia melancólica», cuando el objeto perdido se retiene de forma obstinada en una suerte de prolongación física y no empieza el trabajo del duelo. El objeto ya no está, escribe el psicoanalista, pero el sujeto lo ha incorporado en él mismo, lo ha convertido en algo propio, en una introyección imaginaria que niega la pérdida real. Hay duelos que son imposibles y que se cristalizan en añoranzas inconsolables. «La vida después de Marta», escribe el narrador. ¿Existe? ¿Es posible? ¿Cómo seguir viviendo?

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