el dispensador dice: ¿dónde has olvidado a tu "principito"?... ¿sabes de desiertos o se te ha esmerilado el espíritu?... no eres nada si has negado los valores que residen en los humanismos... lo acumulado quedará aquí, aún cuando la soberbia se vista de cinismo... si te vas sin un "te amo", tu pasar habrá carecido de sentido. ENERO 25, 2018.-
1000 VOCES PARA UN POEMA
Texto: Mohamidi Fakala, escritor y periodista saharaui desde su exilio en los campos de refugiados saharauis en el sur de Argelia.
En comparación con otros vientos, el siroco [1] (el proceso de lucha saharaui) cubre el rostro tanto de día como de noche en un acelerado encuentro con el litoral atlántico, en el que pierde la euforia devastadora que traía del desierto. Asegura la leyenda que no pasaría inadvertidamente sin que sus brazos de gravilla dejaran máculas sobre paredes, pedregales, hombres y matorrales. En su viaje frenético agrieta la costra y levanta el remolino a soplo de efecto sarguia [2] (reaccionario mundo árabe) que se granjea en el pulso de la pobre vegetación del desierto.
En efecto, es el fenómeno natural omnipresente en la vida de los hombres de las nubes y de los vientos. Es la sucesión del tiempo en su propio efecto. Los pobres habitáculos y jaimas del Sahara se levantan en contratiempo para poder seguir erguidas, con el temor a ser atragantadas por la fina arena en un proceso de recesión a causa del embate de los caprichos de los colores del viento. Sin desmesura, caravanas y ciudades del desierto fueron llevadas por el espejismo de la arena, la soledad y el silencio de este gran imperio (la dictadura de la monarquía marroquí) donde no cabe la duda, la traición ni la mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario