Clasicismo y encanto en los jardines de Suzhou
Los jardines de Suzhou poseen una dilatada historia que se remonta al periodo de las Primaveras y Otoños (春秋, 770 – 476 a. C.). Desde entonces, el arte de la jardinería que germinó en esta ciudad ha ido desarrollándose, con el paso del tiempo, hasta alcanzar el esplendor del que goza en la actualidad.
De entre sus mayores encantos destacan los famosos jardines que representan mejor que nada su indudable atractivo. El estilo clasicista se palpa en el ambiente de estos parques cuyos exquisitos detalles logran embelesar a todo el que pasea por ellos. Es cierto que por todo el país es posible encontrar maravillosos jardines pero, como se suele expresar: “los jardines chinos no tienen comparación en el paraíso, los jardines de Suzhou no tienen igual en Jiangnan”.
Los de Suzhou poseen una dilatada historia que se remonta al periodo de las Primaveras y Otoños (春秋, 770 – 476 a. C.) para dar con su origen. Desde entonces, el arte de la jardinería que germinó en esta ciudad ha ido desarrollándose, con el paso del tiempo, hasta alcanzar el esplendor del que goza en la actualidad. La mayoría de los jardines que se pueden contemplar en Suzhou son obras de arte de las dinastías Ming (明, 1368-1644) y Qing (清, 1644-1911). Tras mil años de historia, la disciplina de la jardinería se ha consolidado aquí al ofrecer un conjunto de jardines clásicos de una belleza y un encanto artísticos incomparables.
Son muchos los que se preguntan cuál es el secreto para que una ciudad de dimensiones limitadas como Suzhou posea un conjunto de jardines tan monumental. Ello se debe a la maestría de los arquitectos, que desarrollaron técnicas para diseñar pabellones, con pasillos serpenteantes, que permitían aprovechar el espacio limitado en el que se sitúan los jardines. Así construyeron caminos curvados y laberínticos que desembocan en plácidos lugares cuyos secretos solo son revelados a quienes los encuentran. Los parques están colmados de colinas artificiales, riachuelos y montañas colindantes que actúan como una puerta de entrada entreabierta para que todos aquellos que se aventuran hacia su interior puedan percibir la transformación del paisaje que les rodea. Lo que produce una maravillosa sensación que refleja fielmente la intención original de los arquitectos. Visitar un jardín clásico de Suzhou es lo más parecido a sumergirse en un cuadro paisajístico tradicional chino pues todos sus elementos, el agua y su claridad, las montañas, las flores, los pájaros, peces e insectos; aparecen representados con una extraordinaria delicadeza. Quienes abandonan el bullicio de la ciudad, con sus enormes edificios y las luces de neón que recuerdan el progreso de la metrópoli para adentrarse en la armonía de estos parques, quedan atónitos al comprobar cómo el mundo cambia de forma radical.
Entre las varias docenas de jardines que coexisten en Suzhou, son menos de una decena los que gozan de una mayor fama. Cada uno de ellos tiene unas peculiaridades únicas y un estilo exclusivo. Entre los que reciben más visitantes destaca el Jardín del Administrador Humilde (拙政园). Construido durante la dinastía Ming, sirvió en sus orígenes como mansión de un funcionario. Con el paso del tiempo el jardín cambió de dueño en diversas ocasiones, un hecho que ha permitido que se haya conservado de forma espléndida hasta la actualidad. En las épocas Ming y Qing algunas de sus partes sufrieron sucesivas transformaciones en su estilo, aunque se ha logrado conservar su patrón paisajístico original. Los visitantes se descubren a sí mismos caminando con sumo cuidado pues temen inconscientemente despertar del largo tiempo de su letargo a los siglos de historia que reposan en este verde lugar.
Además del citado, también hay otros como el Pabellón de las olas azules (沧浪亭), el Jardín de los leones (狮子林) y el Jardín Liuyuan (留园) que, en su conjunto, son considerados los cuatro más famosos jardines clásicos de Suzhou. La gran cantidad de rocalla y estanques que poseen se debe a que los arquitectos disfrutaban apilando las piedras con mejor textura, pues estos conjuntos forman una muy buena combinación junto con el agua limpia que entra desde los cauces de los ríos para pasar a formar parte de la estructura de los parques. Todo ello crea un refugio para quienes, extenuados por el clamor de la ciudad moderna, acuden para deleitarse con el pintoresco encanto clásico y la tranquilidad que les concede el embrujo de los jardines de Suzhou.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 43. Volumen IV. Julio de 2017.
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