La búsqueda del amor sin máscaras
La pintora y escenógrafa Victorina Durán afrontó con valentía en los años veinte y treinta el tema tabú de la homosexualidad femenina
Victorina Durán, en Paris, diciembre de 1930.COLECCIÓN FAMILIA DURÁN
Cogí en mis manos los tres volúmenes de memorias, maravillosamente editados por la Residencia de Estudiantes, con el mayor interés. Se trata de una obra autobiográfica de la que nada sabía y muy poco de su autora, la pintora, escenógrafa y figurinista Victorina Durán (1899-1993). Un nombre que aparece a menudo entre las mujeres que integran la generación de 1926 (tomo la propuesta de Laura Freixas), año de la fundación del Lyceum Club en Madrid. Y año decisivo en la cristalización de un movimiento feminista que brilló fugazmente en toda España, pero con fuerza inusitada, hasta la sublevación militar de 1936. Los tres volúmenes se agrupan bajo el rótulo general de Mi vida, aunque el contenido no sea una autobiografía, ni tampoco unas memorias al uso porque carecen de vertebración. Los dos primeros libros constituyen una especie de álbum de recuerdos donde brillan los nombres, anécdotas y circunstancias de su atractiva y bullente vida personal
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