jueves, 22 de abril de 2021

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 3© [11] By Víctor Norberto Cerasale Morteo®

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 3© [11] By Víctor Norberto Cerasale Morteo® Siempre tuve la sensación de que alguien me esperaba al otro lado del puente… ¿sabes?, la vida tiene un camino, pero está repleta de puentes… me equivoqué, aquellos que te esperan, suelen no estar del otro lado del puente, sino de tu mismo lado, aun cuando parezca que están del lado opuesto, aun cuando estén lejos, aun cuando haya distancias, aun cuando las circunstancias dispongan un aquí y un allá… los afectos genuinos crean geometrías extrañas en el espacio, y las afinidades siempre producen comuniones tan singulares, que los puentes desaparecen y las almas quedan de un solo lado… siempre tuve la sensación de que alguien me aguardaba del otro lado del puente… error… cuando el amor está del otro lado del puente, no hay amor, tampoco hay puente, el vínculo muestra de qué lado está la conveniencia y de qué lado está el interés, por lo tanto uno va con la ilusión, pero del otro lado no hay nadie, sólo un raro vacío que suena a espejismo… ya que cuando llegas, te enfrentas a la soledad, esa misma que portas y que te sorprende, imponiéndote la decepción de descubrir que aquello que esperabas, que formaba parte de tu expectativa, no sólo no era así como se daba en tu idea, sino que dicha persona estaba en las antípodas de tu pensamiento, mirándote como un extraño, hablándote como a un extraño… lo que para vos era amor, para ella era “utilidad”, y cuando la utilidad se acaba, no funciona o deja de hacerlo, cuando cambian los vientos, inmediatamente se produce el descarte, “ya no me sirve”, se oye por ahí… una actitud propia de humanos en sus infiernos… un hecho que revela la verdadera calidad del alma… lo peor es estar cruzando el puente y descubrir que no lo hay, o bien, llegar al lado opuesto y encontrarte con que detrás de ti jamás hubo un puente, o bien, pretender cruzarlo y revelarte a ti mismo, que ni siquiera existe el puente, que no lo hay, que jamás lo hubo… es curioso, los puentes del alma no necesitan de “puentes”, porque comulgan en el mismo cosmos… es curioso, los puentes del espíritu no necesitan de “puentes”, porque hay comunión… es curioso, los puentes de la consciencia no necesitan de “puentes”, porque la unión trasciende la eternidad… el puente entonces es uno mismo buscando al sí mismo que aguarda la llegada del propio ser… encontrarse a sí mismo… confundirse en un abrazo… fundirse en un abrazo… donde el ser se encuentra a sí mismo y se descubre, tal vez herido, pero intacto… tal vez lastimado, pero de pie y enfrentando la vida… quizás golpeado, pero dirigiendo la barca hacia el mañana que se porta en la idea original del sí mismo… la eternidad no tiene puentes, tiene redes de pensamientos comunes que se enlazan en la construcción de un complejo atómico donde nada es divisible… se coopera para diseñar un contenido equitativo para todos los componentes del conjunto… y el conjunto opera al modo de una madeja… es difícil reconocer por dónde va el hilo… más aun, nadie sabe dónde comienza y donde termina (el hilo)… Solía notarlo con alguna frecuencia, con cierta frecuencia, con demasiada frecuencia, su sola presencia alejaba las cosas… su presencia complicaba las cosas… su presencia embarraba el ambiente… su presencia torcía las trayectorias… su presencia deformaba las geometrías… su presencia alteraba las secuencias numéricas… su presencia invertía los polos… cada palabra que salía de su boca alteraba las armonías y transformaba el todo en un remolino donde el problema, cualquiera fuese, tomaba entidad catastrófica, demandando esfuerzos denodados para poder superar cualquier coyuntura… ante su sola presencia no había paz sino estados de guerra, blandiendo lanzas para matar enemigos fantasmagóricos que aparecían de la nada, monstruos que se recreaban a sí mismos dando lugar a conflictos innecesarios, un torbellino donde si rasgabas la idea, no quedaba nada en un instante, pero que al no hacerlo, subía de tono hasta generar un escándalo de proporciones inmanejables… circunstancia que se repetía una y otra vez… variantes mediante… el paisaje siempre era similar, de la nada aparecían problemas menores que variaban hacia estados mayores, hasta tornarse incontrolables… obligando a recurrir a la fuerza de voluntad extrema para revertir el curso de las corrientes desenfrenadas… luego, todo podía conducir hacia una hecatombe, o bien simplemente esfumarse sin dejar rastro… quedando un sabor agrio, amargo, donde la duda era: ¿qué había pasado?, ¿de dónde había salido la calamidad?, ¿cómo había tenido lugar el problema?, o bien quedando la duda… ¿había existido un problema?... ¿había alguna calamidad?... cuando el alma es una hoguera, el fuego se disemina y distorsiona el entorno, siendo que no puedes estar en dos ángulos del mismo fuego simultáneamente… siendo que no puedes atacar las geometrías de los fuegos porque no te dan las manos… entonces el incendio se torna inmanejable y hace estragos en lo que alcanza con sus llamas… con los años se volvió costumbre… a cada hecho un fuego… a cada hecho un incendio… a cada hecho un fantasma… a cada hecho un monstruo… para ella reinaba la paz de los príncipes… para la víctima existía la necesidad de cavar trincheras para enfrentar todo tipo de batallas… algunas se remontaban… muchas se perdían… hasta que un día comenzó a caer la ficha, el darse cuenta, el comenzar a atar cabos, el problema no existía si no había presencia de esta persona, pero el problema sí existía si la presencia de esta persona era tangible… poco a poco se fue desentrañando que el problema no estaba en la circunstancia sino en la presencia de esta persona… su sola presencia impedía despejar las ecuaciones… su sola presencia alteraba cualquier estatus… las evidencias no dejaban lugar a dudas… el problema no existía sino que el problema era ella misma, estaba en la esencia de ser, estaba en su karma, estaba en ella misma… la hoguera no estaba en la circunstancia, la hoguera era ella misma… no es cuestión de brujas, tampoco de brujerías, es una simple cuestión de karma… donde el aura está sucia, la vida es un barro… ¿Había allí un puente intransitable?... ¿había allí un puente inaccesible?... el puente parecía ser una cosa, pero luego se convertía en otra cosa… un día la ficha cayó… algo despabiló el horizonte… algo despejó la ecuación… un día la entidad del problema se reveló a sí misma y la evidencia dejó en claro qué era lo que sucedía… entonces, tomar la decisión de tomar distancia… alejarse… observar la circunstancia con ella presente… observar la circunstancia sin ella, ausente… anotar las diferencias… y entonces sí, comenzar a tomar distancia… porque su hoguera, la interna, era inabordable… no había manera de extinguirla… y ello se reveló el día en que en un rapto de odio, mató a los colibríes… sin piedad… no había dudas, el infierno estaba en su alma y creaba escenarios catastróficos a medida de las circunstancias de los que se acercaban, de los que estaban, de los que pasaban cerca… ¿qué sucedía?... ella fabricaba puentes impasables, intransitables… si te producía miedo, ella triunfaba… si te producía dudas, ella triunfaba… si te alteraba los nervios, ella triunfaba… en cambio, si encarabas el problema con naturalidad, el mismo se iba desintegrando a medida que te internabas en él… El día de los colibríes fue la revelación definitiva… el colibrí es el espíritu mensajero… es la señal de la eternidad donde las almas comulgan en su tránsito terrenal… los que estábamos de un lado del puente nos quedamos mirando el concierto desconcertante de un espíritu al descubierto… no había nada más que agregar… el aura enseñaba que la hoguera ardía implacable y que al mismo tiempo, era inapagable… ese mismo día el infierno del alma quedó en evidencia y no hubo necesidad de decir nada… nadie señaló con el dedo… nadie hizo ningún comentario… los espíritus miraron y se alejaron en silencio… los papeles no unen… unen los afectos genuinos… las palabras no unen… unen los hechos genuinos… no había necesidad de puentes… no había necesidad de cruzar de un lado al otro… Quedábamos los del lado de la luz… más allá, se expandían las nieblas… y de tanto, las tinieblas… detrás, las quejas y los reclamos se desparramaron por el suelo, ya no tenían consistencia alguna… el silencio ganó el espacio… y las tinieblas se hundieron en un hueco interminable… allí el monstruo tomó entidad y se apoderó de todo, bienes, comodidades, dineros, propiedades, cosas… pero íntimamente se le notaba el vacío… un hueco envolvía al alma en su desconcierto feroz… tenía todo pero no tenía nada… no había motivo para justificar los problemas inventados… en verdad, no había problema… en verdad, no había problemas… el problema residía en su karma y sólo allí… su presencia era el fundamento del potencial problema… Cuando la luz se va… queda la más absoluta oscuridad… el llanto, no es más que una excusa… una vil excusa… cuando las lágrimas no dejan un rastro de sal… son falsas… falsas lágrimas derramadas para salir del paso…

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