miércoles, 12 de mayo de 2021

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 4© [14] By Víctor Norberto Cerasale Morteo®

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 4© [14] By Víctor Norberto Cerasale Morteo® Desde niño no pocos decían que estaba loco, por entonces, consideraba que algo me hacía distinto al resto… los demás eran normales… los demás eran cuerdos… los demás eran gente que sintonizaba, que coincidía, ninguno de ellos cuestionaba nada de la realidad, aceptaban todo como algo “natural”, algo que era así y no podía ser de otra forma, algunos eran peronistas acérrimos, otros eran radicales, unos se mofaban de otros y los otros hacían lo propio con los unos, algunos aplaudían los golpes de estado para luego criticarlos por lo bajo, pero en cuanto se cruzaban con un militar le sonreían, y si podían le aplaudían, para inmediatamente después volver a criticar las gestas… algunos creían en la patria grande pero cada vez que podían timaban al prójimo… otros se escudaban en el poco patrimonio del que disponían, para enrostrárselo al primero que se le cruzaba… algunos sólo tenían fuerzas para vivir a las trompadas, y para ellos todo se arreglaba a los golpes, a los empujones… no faltaba quien prefería humillar al otro públicamente, para más tarde acercarse a pedirle algo, cualquier cosa, una taza de azúcar, un poco de café, o una tira de pan… cada día que transcurría me iba sintiendo más distante de los que se decían normales, así es que evidentemente estaba loco… no había duda alguna de ello… mientras tanto, veía como unos que se decían familia, colocaban palos en las ruedas ajenas tanto como en las de los propios, palos que hacían destrozos, palos que alteraban trayectorias, palos que rompían caminos, de gentes que quedaban confundidas, atónitas ante los sucesos, gentes que no se quejaban, sino que simplemente se desviaban y adoptaban sendas paralelas o bien, tomaban una bifurcación de cualquier camino para seguir con lo suyo… luego guardaban silencio o simplemente hacían algún comentario, pero no mucho más que eso, había evidencias que se sentían estafados, pero no era sólo cuestión de dineros, lo que se había quebrado era la confianza… no obstante ello, cada quien seguía su senda… el estafador continuaba estafando… la víctima continuaba viviendo… la historia se repetía una y otra vez, cambiándose los roles, pero la vida continuaba igual, como si nada hubiese sucedido… a veces algunos cuchicheaban a las espaldas de otro, y eso era asumido como normal… a veces algunos escupían en el suelo cuando otro pasaba, pero eso era tenido como normal… cosas raras ocurrían entre soledades y silencios… puertas se abrían, puertas se cerraban, damas entraban, damas salían, caballeros despeinados salían, caballeros peinados entraban, y todo seguía como si nada, las damas de eran de otro costal y lo mismo se daba entre los caballeros… luego había miradas cruzadas como si “aquí no hubiese pasado nada”, y la vida continuaba… era evidente que la gente normal, no lo era tanto… los normales hacían cuentas en un papel cualquiera, pero las sumas solían estar mal… esos mismos normales, u otros, hacían divisiones en un papel cualquiera, pero dichos resultados también solían estar mal, beneficiando a unos en desmedro de otros… mi curiosidad era silenciosa, así es que revisaba los resultados en mi mente, descubría los errores, pero seguía ensimismado en mi autismo… los normales vivían en una rara normalidad donde muchas cosas no eran como las recitaban, no eran como las describían, no eran como las decían, ni siquiera eran como se las imaginaban, simplemente describían una cosa pero era otra distinta… dicho de otra forma, el mundo de los adultos estaba sumergido en un juego maquiavélico donde todos se mentían a todos, y luego de la mentira, venía el falso perdón, o ningún perdón, la medalla (de regalo), el beso (traidor), y todo seguía como si nada hubiese pasado, sólo que la próxima mentira sería de mayor tenor y demandaría una medalla de mayor tamaño, aunque justo es reconocer que el beso sería parecido, y hasta quizás, el abrazo también sonaría a hueco… para mi locura, todo lo que rodeaba sonaba desatinado, y cada vez me sentía más lejos de los humanos “normales”… Con los años comenzaron a atraerme los locos, los parecidos, los semejantes, los equivalentes… ya que esos locos veían cosas parecidas a las que había visto… ya que esos locos transitaban realidades semejantes a las que había transitado… al menos hacían comentarios parecidos y tenían sentimientos que parecían cercanos a los míos… dentro de esas locuras, había gente aficionada a la astronomía, así es que con o sin telescopio, solían y solíamos mirar hacia el cielo, porque algo de allí nos llamaba la atención… mientras algunos anormales mirábamos hacia el cielo, otros copulaban a escondidas, pero estos últimos eran los normales… Con los años comenzaron a atraerme los locos, los afines, los que sintonizaban con realidades atravesadas por cuestiones arrevesadas, había alguna evidencia que dejaba traslucir que a nosotros, los locos, nos gustaba estudiar ciencias exactas o humanismos, o ambas cosas, todo ello además de la astronomía, motivo por el cual la distancia con los normales se hacía cada vez mayor… mientras algunos anormales jugábamos a construir cohetes de mediano alcance, a fabricar rampas de lanzamiento, a crear medidores de temperaturas, otros seguían copulando a escondidas, pero estos últimos eran normales, así es que no había nada para discutir, cada vez me sentía más loco y más lejano del mundanal ruido y sus realidades… Adquiriendo adultez, los que se iban acercando eran más o menos locos como yo, y no tan normales como los otros… no éramos muchos, pero sí unos cuantos, los suficientes como sabernos acompañados… había afinidades y había comenzado a establecerse cierta confianza que sugería algún estado de amistad… la normalidad, en apariencia, no parecía ser tan normal, pero entre ellos era común y aceptable copular a escondidas de los otros, y de vez en cuando, estafar la credibilidad ajena… iba aprendiendo que con los locos, se podía conversar horas sin sentirse incómodos… iba aprendiendo que con los locos, las miradas tenían alguna significancia que sintonizaba sentimientos más allá de las palabras… iba aprendiendo que con los locos, los abrazos eran demostraciones de lealtad… iba aprendiendo que entre locos las palabras parecían ser equivalentes, lo blanco era blanco, lo negro era negro, lo gris era de distintos tonos de gris, aun cuando con ciertos colores no coincidiéramos en los tonos… iba aprendiendo que estos locos sentían la necesidad de un encuentro… iba aprendiendo que entre locos se generaba un vínculo que iba más allá de la amistad tal como se la entiende… mientras esto sucedía, los normales seguían copulando a escondidas, acrecentando el tenor de las mentiras, no obstante ello, andaban escasos de hechos y abundaban en palabras que, a medida que transcurría el tiempo, sonaban más a hueco… en mi locura, pensaba que el mundo de los cuerdos era ciertamente peligroso, porque nada era como parecía ser y nada estaba donde parecía estar, al menos no donde las descripciones apuntaban… Iba aprendiendo que la gente cuerda siempre repite las mismas muletillas y apela a los mismos argumentos, sin perder de vista que siempre apelan a las mismas excusas, para ocultar las mismas mentiras… todos te palmean la espalda… todos te sonríen del mismo modo… todos estrechan la mano de la misma forma… todos utilizan las mismas argucias para sacarte ventaja o para utilizarte y después tirarte a la mismísima mierda, haciéndote saber que para ellos no significas nada, ni antes, ni ahora… raro el mundo de los normales, pero eso es así… Con los años la astronomía me fue eligiendo cada vez más, y con ella las ciencias exactas y los humanismos… nunca supe por qué me eligió la medicina, pero ya que vino a buscarme, lo acepté con naturalidad… por entonces leía de aquellos que habían sido tan locos como yo, y habían vivido circulando por caminos semejantes… al menos no estaba solo… me sentía un idiota útil, al menos útil para mí mismo… todo me costaba porque no tenía un centavo, pero poco a poco remontaba el barrilete que me gustaba… venía de un barrio de laburantes, donde el trabajo era culto… venía de un barrio de simplezas, donde lo sencillo era culto… pero ya, con que tuvieses afinidad por la astronomía, eras un desvariado… los demás, trabajaban y copulaban, o iban a las carreras de caballos a apostar por sus vidas y también copulaban, o atendían a las carreras de autos y repetían lo de la copulación… no se puede vivir sin copular, decían, y volvían a sus afinidades, laborales, deportivas, y demás… el mundo de los normales es evidentemente reiterativo… cíclico… siempre regresa al mismo punto… no hay espirales, hay círculos… ni siquiera circunferencias… círculos que conducen siempre al mismo lugar, una y otra vez… cuando en dichos círculos dices algo que está por fuera del paisaje que ellos tienen como “normal”, automáticamente pasas a ser un loco… bienvenido sea… Te repito, con los locos puedes estar horas hablando estupideces que nutren el alma… en cambio, con los cuerdos, con los normales, todo se vuelve insoportable… he conocido locos astrónomos… he conocido locos matemáticos… he conocido locos artistas… he conocido locos que pintan… he conocido locos que hacen música (componen)… he conocido locos que trabajan los yesos… he conocido a locos tejedores que saben de hilos y de lanas… he conocido locos que no necesitan esconderse para ser quienes son… he conocido locos que saben que el sexo no tiene nada que ver con el sentimiento “amor”… he conocido locos que no saben de matemáticas pero sí saben de humanismos… he conocido locos que no saben de astronomía pero sí saben de filosofía… los locos que he conocido a lo largo de la vida, contribuyeron a traerme hasta el día de hoy en que te estoy escribiendo, reconociéndoles la locura… ¿sabes?, he descubierto que el mundo que todavía funciona, lo hace gracias a los locos y sus locuras… si fuese por los cuerdos, el mundo ya habría desaparecido…

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