jueves, 20 de febrero de 2025

Hannah Arendt: pasión por pensar Dosier: Vida e ideas de Hannah Arendt Por Filosofía&Co

https://filco.es/hannah-arendt-pasion-por-pensar/?utm_medium=email&utm_source_platform=ePigeon&utm_source=Newsletter%20-%20Filco Arendt rechazaba el término de «filósofa» para sí misma; prefería el de «teórica política». En 2025 se cumplen 50 años de su muerte en Nueva York, a donde se exilió desde su Alemania natal. Estas claves permiten conocer el pensamiento de esta figura esencial de la historia de la filosofía contemporánea. 1 Política desde el espacio público En La condición humana, Arendt retoma el concepto griego de polis, el espacio público en el que surge la política, donde nuestros actos y palabras son vistos y escuchadas por otros. El espacio público dignifica y da relevancia a lo que hacemos, sacándonos del aislamiento de nuestra individualidad. La polis, dice Arendt, representa un lugar donde los mortales pueden encontrar una «segunda vida», o sentido de inmortalidad, al inscribir sus acciones en el tejido de la historia común. 2 Vida social y comunidad Para Arendt, a través del discurso y la acción, las personas generan los significados que permiten la vida social y conforman lo que conocemos como historia, porque es preciso narrar los actos que hacemos, no solo emprenderlos. El discurso político no debe solo informar de la realidad, sino que ha de crear un sentido de comunidad y pluralidad, donde las diferentes perspectivas convivan y se confronten. El individualismo moderno niega la posibilidad de coexistencia. 3 La acción como segunda vida El espacio público, para Arendt, confirma la capacidad humana de iniciar algo nuevo y único. La acción inserta a los seres humanos en el mundo compartido y les da un sentido a través de su identidad, porque es lo que les permite manifestarse ante los demás. La acción tiene un elemento de impredecibilidad, porque posee el potencial de ser siempre novedosa. Este potencial la hace diferente de otras actividades humanas como el trabajo, que se orienta a la repetición. Para Arendt, esa «segunda vida» de la acción permite a los individuos superar su mortalidad material y alcanzar una inmortalidad simbólica, porque sus acciones trascienden el tiempo de su vida y dejan una huella en la historia. 4 El espacio público como lugar de igualdad Para que el espacio público sea realmente compartido, debe generar un entorno de igualdad donde los discursos y actos de todos los que lo habitan tengan cabida. Es un requisito para la política. Todas las personas son vistas y escuchadas y sus acciones adquieren relevancia y dignidad en igualdad de condiciones. Este espacio público permite que las acciones ajenas sean evaluadas. Visibilidad y pluralidad van de la mano. El reconocimiento de los demás no depende (o no debería depender) del estatus social de cada cual o de sus logros personales o sus características, sino de su capacidad de participar activamente de los asuntos comunes. 5 Libertad con el otro La política no se reduce, para Arendt, a la coexistencia de individuos, sino a su capacidad de interactuar y reconocerse. Existe un «entre», un espacio intermedio entre las personas que no pertenece a nadie; es un espacio que se construye con la interacción. Hay que preservarlo para que la política no degenere hacia formas de aislamiento o dominación. El concepto de libertad para ella está ligado a la existencia de la polis. La libertad solo se puede manifestar en comunidad. Arendt se basa en la visión de los antiguos griegos, ligada a «estar liberados» de necesidades básicas y obligaciones domésticas para poder dedicarse a asuntos públicos. 6 La imaginación como fuente de empatía En un mundo compartido, la capacidad para visualizarse en el lugar del otro es esencial. Arendt considera la imaginación facultad central porque nos permite trascender lo inmediato y particular para formar juicios reflexivos. En su lectura de La crítica del juicio de Kant, Arendt adopta la idea de que la imaginación juega un rol central en la formación de nuestros juicios estéticos y políticos porque nos permite «ponernos en el lugar del otro» o adquirir una mentalidad ampliada, lo cual es requisito necesario para que todas las voces se escuchen en el espacio común. Además, la imaginación permite conectar el pensamiento y la acción, hacemos presentes imágenes del pasado o el futuro a través de ella y nos permite concebir alternativas y nuevas posibilidades de organización social. 7 La amenaza del totalitarismo Una de las grandes preocupaciones de Arendt tiene que ver con el avance del totalitarismo, especialmente en Alemania, que culminó con el triunfo nazi y el Holocausto. Para ella, es una de las mayores amenazas para la libertad, porque destruye los elementos esenciales que permiten la existencia del espacio público compartido: se suprimen las libertades individuales y se desmantelan las condiciones para que estas puedan existir, ese espacio común. En Los orígenes del totalitarismo, señala cómo los regímenes totalitarios eliminan la esfera pública, aíslan a los individuos y los concentran en sus intereses privados. Es un aislamiento físico y espiritual, porque limita la capacidad de los seres humanos de participar en cualquier mundo compartido, incentivando la deshumanización. 8 La banalidad del mal Acuñó este concepto para explicar cómo había sido posible el horror del Holocausto. Con él explica que las personas comunes que participan de una acción que podemos considerar malvada o atroz actúan siguiendo el mandato de otras, sin reflexionar. Se produce en ellas una desconexión entre el pensamiento y la acción. La banalidad del mal surge cuando Arendt presencia el juicio contra Adolf Eichmann, alto funcionario nazi responsable de la logística de los campos de concentración. Eichmann organizaba el transporte masivo de judíos hacia los centros donde serían exterminados. Lo que sorprendió a Arendt no fue solo la magnitud del crimen cometido, sino la actitud del funcionario: señaló que se limitaba a cumplir órdenes sin pensar, como un burócrata sin sentimientos. 9 La idea de la revolución En Sobre la revolución, Arendt analiza las revoluciones del siglo XX a la luz de eventos pasados, como la Revolución francesa de 1789 y la guerra de la independencia americana de 1775, para mostrar que los errores cometidos en estas experiencias revolucionarias tuvieron cierta continuidad en las del siglo XX. Su punto de partida es que las revoluciones anteriores al XVIII fueron por mero interés y violencia, pero la experiencia colonial americana lo subvierte. Al analizar las revoluciones burguesas, la pensadora adopta una posición idealista: la idea de revolución nace de la obra copernicana, como si fuera la causa de las revoluciones modernas, sin tener en cuenta otras consideraciones históricas y sociales. 10 Vigencia de su pensamiento hoy Las reflexiones de Arendt sobre el mal y el totalitarismo siguieron discutiéndose a lo largo de los siglos XX y continúan en el XXI. Ella identificó una desconexión creciente entre los ciudadanos y las instituciones políticas, un problema que ha cobrado más relevancia en la actualidad. En su libro Verdad y mentira en la política, analiza cómo la manipulación del lenguaje y la desinformación se utilizan como herramientas de poder. Este fenómeno se ha intensificado en nuestro tiempo. Su afirmación de que la verdad y la política suelen estar en tensión se hace especialmente relevante en un contexto donde las «posverdades» moldean la opinión pública.

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