10 citas muy populares explicadas por 10 filósofos
Han traspasado los libros de filosofía y ya forman parte del pensamiento y el lenguaje de todos. Como debe ser. Pero ¿sabemos exactamente lo que significan estas 10 citas tan conocidas y lo que sus autores o sus autoras quisieron decir con ellas? Diez filósofos y filósofas nos lo aclaran.
Por
Filosofía&Co
«Cada vez que una teoría me convencía, la incorporaba a mi vida
y ella cambiaba mi relación con el mundo, coloreaba mi experiencia.
[…] La filosofía era para mí una realidad viva».
Simone de Beauvoir, La plenitud de la vida,
su segundo libro de memorias
1 «El segundo sexo»
París, 1949. En la posguerra europea, la filósofa francesa Simone de Beauvoir acaba de publicar su mayor obra, por la que es más conocida (aunque escribió muchas más): El segundo sexo. En ella cuenta la historia de la opresión de la mujer en todos los ámbitos, el determinismo que se le ha impuesto y cómo librarse de él. Saber reconocer lo que nos oprime no acaba con ello, pero nos acerca más a la transformación de la realidad. Beauvoir divide la obra en dos tomos: el primero se centra en la historia que ha constreñido a la mujer y en el segundo se enfoca en la experiencia del vivir como mujer. El hombre, expone Beauvoir, ha sido siempre sujeto y la mujer, el objeto pensado. ¿Por qué ella es lo Otro?, se pregunta la filósofa.
2 La filosofía desde el hombre
En El segundo sexo, Beauvoir plantea que la filosofía se ha construido desde una visión antropocéntrica: el individuo del que hablaba la filosofía había sido siempre en realidad un hombre. Si toda experiencia se narra desde lo masculino, la mujer queda relegada a un segundo plano. Dice Beauvoir: «La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro».
3 Existencialismo
Los dos tomos de El segundo sexo están escritos bajo una visión existencialista. Esta corriente filosófica puede resumirse en esta idea: la existencia precede a la esencia. A diferencia del resto de entes, en los seres humanos la existencia es anterior a la esencia de estos mismos seres. De ahí el nombre de «existencialismo». En un objeto, sin embargo, la esencia precede a la existencia. Cuando nosotros planificamos «Vamos a escribir un libro», pensamos en el concepto «libro», en su esencia, y después le damos existencia escribiéndolo y publicándolo.
4 Libertad y filosofía
El ser humano no nace con una esencia definida, es un proyecto que hay que ir edificando. Construir el Yo es nuestra obligación y reconocer esto supone el deber moral de asumirnos en libertad. Podemos imaginar esta construcción como una página en blanco a partir de la que empezar a escribir nuestro proyecto, y solo nosotros mismos podemos hacerlo. El ser humano es libre, pero no porque decida serlo, sino porque, paradójicamente, la libertad le es impuesta. No hay un camino prefijado ni un orden moral ya creado. Estamos solos, arrojados al escenario de la existencia. Y en este contexto, la filosofía es inevitable como reflexión sobre la naturaleza del mundo y de su propio ser.
5 La mujer como sujeto pensante
«El hombre no puede escapar a la filosofía porque no puede escapar a su libertad», escribe Beauvoir en El existencialismo y la sabiduría popular. Cuando el individuo es libre, reconoce esa obligación y construye un proyecto propio, el siguiente paso es la reflexión sobre uno mismo. Trascender significa pasar del «ser vivo» al «ser consciente». Beauvoir explica que la sociedad patriarcal solo ha permitido esa trascendencia al hombre, solo él puede ser sujeto. Como es el hombre y no la mujer quien puede disponer de esa libertad, suya es la filosofía. Beauvoir propone que con el acceso de la mujer a la libertad llegue también su acceso a la filosofía, pero no como objeto o problema, sino como sujeto pensante.
6 La inmanencia frente a la trascendencia
En oposición a la trascendencia está la inmanencia. Esta es una degradación de la existencia humana, «lo Otro» al que se condena a la mujer como sujeto al que sí se le permite tener un proyecto. Frente a la construcción activa de uno mismo, la pasividad forzada, sujeta a normas impuestas. Mientras que el hombre puede pensar en tiempos futuros (tener un proyecto significa que nuestra acción se proyecta más allá del presente), la mujer es solo un objeto inmanente sometido a él.
7 «No se nace mujer, se llega a serlo»
Si hay una frase que condensa y explica la visión feminista de la realidad, esa frase es esta. Para evitar que la mujer sea solo un objeto sometido al hombre, Beauvoir insiste en El segundo sexo en que las mujeres tienen que hacerse también sujetos soberanos. «No se nace mujer, se llega a serlo» resume su idea: ser mujer no es algo que venga determinado por la biología, es también parte de esa toma de responsabilidad en nuestro proyecto vital. Beauvoir rechaza la existencia de una esencia femenina, porque ello significaría asumirnos en-sí, sentir de nuevo el peso de un destino del que no podemos escapar. Lo que se ha denominado «naturaleza femenina» y «naturaleza masculina» son en realidad, dice la filósofa francesa, construcciones históricas y sociales.
8 Literatura y compromiso
Antes de ser reconocida como filósofa, Beauvoir ya lo había sido como escritora de literatura. En todos sus textos convergen el existencialismo, la libertad y el compromiso social. En La sangre de los otros (1945) —durante la Segunda Guerra Mundial, unos jóvenes deben decidir si formar parte de la resistencia o colaborar con el régimen nazi en la Francia ocupada—, ya empieza a verse la que será su vocación política. En su novela Los mandarines (1954), entre la autobiografía y la ficción, trata sobre cuál debe ser la posición del intelectual francés comprometido con las luchas sociales y de qué medios disponía en aquella época de posguerra.
9 Política
En una entrevista con la periodista y escritora alemana Alice Schwarzer en los años 70 del siglo pasado, Beauvoir se definía como «una intelectual cuyas armas son las palabras». Además de sus aportaciones en filosofía y literatura, tenía un gran compromiso político. En 1945 participa en la fundación de la revista Les temps modernes, espacio para el debate político y cultural. Entendía que un escritor no solo no puede evadirse del mundo, sino que tiene la obligación de contribuir a cambiarlo. En un primer momento, la publicación se posiciona próxima al Partido Comunista Francés, pero a partir de 1956 toma un discurso anticolonialista contra las intervenciones soviéticas en Hungría y la ocupación francesa de Argelia.
10 «Yo me querré bastante, decidí»
En su libro Memorias de una joven formal escribe: «Nadie me admitía tal como era, nadie me quería: yo me querré bastante, decidí, para compensar ese abandono. Antes me convenía, pues me ocupaba poco de conocerme; en adelante pretendí desdoblarme, mirarme, me espiaba; en mi Diario dialogaba conmigo misma. Entré en un mundo cuya novedad me aturdió. Aprendí lo que separa el desamparo de la melancolía y la sequedad de la serenidad; conocí las vacilaciones del corazón, sus delirios, el esplendor de los grandes renunciamientos y los murmullos subterráneos de la esperanza. Me exaltaba como esas noches en que tras las colinas azules contemplaba el cielo movedizo; yo era el paisaje y la mirada: solo existía para mí y por mí. Me felicitaba de un exilio que me había arrojado hacia alegrías tan elevadas; despreciaba a quienes las ignoraban y me asombraba de haber podido vivir tanto tiempo sin ellas. Sin embargo, perseveré en mi designio: servir. Contra Renán protesté en mi cuaderno que ni siquiera el gran hombre es un fin en sí: solo se justifica si contribuye a elevar el nivel intelectual y moral de la comunidad humana. El catolicismo me había convencido de que no se debe considerar a ningún individuo, ni al más desheredado como desdeñable: todos tenían el mismo derecho a lograr lo que yo llamaba su esencia eterna. Mi camino estaba claramente trazado: perfeccionarme y expresarme en una obra que ayudaría a los otros a vivir».
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