domingo, 4 de abril de 2010

"Las nuevas búsquedas musicales reflejan la necesidad de recuperar la espiritualidad "


MUSICA Y PALABRAS. Afirma Enrico: "a una isla me llevaría los madrigales de Monteverdi y El libro de Arena". LA GACETA/HECTOR PERALTA

ENTREVISTA
"Las nuevas búsquedas musicales reflejan la necesidad de recuperar la espiritualidad "

Domingo 4 de Abril de 2010 | Maestro de músicos, Horacio Enrico afirma que a la cultura "le duele la historia"; y que, en consecuencia, toda expresión estética da cuenta de una época
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En la salita de la casa de Horacio Enrico sobresale, debidamente ordenada debajo del equipo de música, una colección de viejos discos de pasta -de las décadas de 1930 y 1940, estima- que contienen grabaciones de la flor y nata de la llamada música culta. Dice Enrico que todavía los sigue escuchando, en un viejo tocadisco Winco que no está a la vista. Y que los escucha sin nostalgia, porque cada formato - sea la púa carrasposa, sea el MP4- le devuelven una percepción diferente de esa música que, asegura, es para él "la vida, el desayuno, almuerzo, la merienda y la cena".

-¿Con qué se desayuna, entonces?

- La música barroca es fundamental. Pienso que el barroco ha sido el punto de reunión de todas las corrientes, desde el medioevo hacia adelante, incluido el siglo XX y XXI.

- ¿Por qué?

- Por ciertos elementos técnicos, como la repetición; y por ciertas temáticas que incluso ahora se están redescubriendo, como la religiosa.

- ¿Qué es lo que hace que las llamadas expresiones de vanguardia de una época casi no puedan llegar al gran público?

- Por un lado, la información. Falta información, y lectura. Al gusto hay que educarlo. Y también influyen mucho los medios. Pero el oyente mismo también tiene que tener una actitud de apertura. Pero las instituciones también deben ofrecer esos espacios. De hecho, el Instituto Superior de Música ofrece cursos referentes a las músicas de las vanguardias.

-Así como la literatura se hace eco de cierto "espíritu de época", ¿pasa lo mismo con la música?

- Sí, tiene mucho que ver. A la cultura le duele mucho la historia. Por eso es que por allí hablábamos de dos corrientes: la de compositores de música "pura" por un lado, y la de los compositores de música "programática o comprometida", no tanto con los postulados estéticos sino más bien con la protesta.

- Chopin, por ejemplo, con La Polonesa....

- Sí, y con tantas mazurcas. Y creo que esa es también una problemática de los músicos de la posguerra, que, cuando emigran, tienen que irse a Estados Unidos y componer a veces "al gusto de". Pero muchas veces sin ceder su propio gusto.

- ¿Se pierde algo cuando se deja la sala de conciertos y se escucha música por radio o por MP4?

- Ya Aaron Copland, que sufrió el nacimiento de la radio, decía que esa aparición había provocado cambios en la forma de esuchar música; del espacio tradicional de la sala de concierto, ahora había llegado la posibilidad de escuchar música en el living de casa. Pero, en cuanto a si se pierde algo, creo que lo que se pierde es la magia especial que tiene el teatro, la magia de la cosa hecha en vivo, con sus desafinaciones y sus errores. Y falta la comunidad que se genera en una sala de conciertos; y falta la comunicación. La otra música es maravillosa porque, sobre todo en estas latitudes, muchas veces nos permite escuchar lo que de otra manera no podríamos escuchar. Hubo muchos ejecutantes, entre ellos Rubinstein o Backhaus, que no quisieron que jamás se les corrigiera nada en las grabaciones en estudio, porque, decían ellos, "somos seres humanos".

- La huella humana...

- Exacto.

- Y a usted le asombra, le disgusta, todo lo que puede hacer la tecnología por la música?

- No me disgusta para nada. Si uno se deja influenciar demasiado por la tecnología, a veces puede llegar a tener una visión un poco distorsionada de la realidad del músico arriba del escenario. Pero no deja de tener su magia; yo digo que hay que crear otra magia.

- ¿Cuál es la frontera entre la llamada música clásica y las vanguardias?

- Si tuviéramos que encasillarlo desde una perspectiva pedagógica, lo clásico sería lo que va desde la muerte de Bach, 1750, hasta la Revolución Francesa. Pero se le dejó de llamar música clásica a partir de las vanguardias; fueron apareciendo movimientos en lapsos cada vez más cortos de tiempo.

- Cuando se escucha a Erik Satie, a Schoenberg, o a Stockhausen, ¿de qué nos hablan?

- Lo mismo que cuando vemos un cuadro de Picasso, de Cezánne, o de Degás. Nos hablan del desmembramiento del hombre, del hombre partido en mil pedacitos. Como bien decía Picasso, no sólo se trata de deformar, sino de saber por qué se deforma. Y la música no puede estar alejada de esa circunstancia. Con mis alumnos comparábamos obras de períodos muy lejanos entre sí, pero que tenían ciertas similitudes, como La Pasión según Juan, de Bach, y La pasión según San Juan, del estonio Arvo Part. Part es un hombre de una profunda religiosidad, que ha creado un sistema que se llama tintinákuli, está inspirado en la teoría de las esferas de Pitágoras. Se produce una delicada participación de los instrumentos, dando la sensación de creación de ambiente cósmico.

- ¿Qué viene después de las vanguardias?

- Ya no hay movimientos; lo que surge son pequeños estilos.

- Así como se terminaron los grandes relatos en la literatura, se terminaron los movimientos en la música...

-Exacto. Hay atomizaciones, nacionalistas, en algunos casos, que lo presentan al hombre de acuerdo a sus características nacionales y sociales. En Estados Unidos, por ejemplo, lo tenemos a Philip Glass...

- Se ha roto la frontera entre la llamada música culta, el jazz y el rock....

- Glass es un minimalista total, y en su música involucra todo. En este caso, la técnica de composición y de ejecución tiene que ver con una célula mínima que se repite constantemente; tiene que ver con las técnicas de composición del medioevo.

- Está relacionado con la oración religiosa...

- Exacto, sobre todo con la letanía. En el caso de los compositores contemporáneos, que algunos critican, se exceden en longitud, se vuelven monótonos, pero es una cuestión de búsqueda. En las composiciones medievales eran pequeñas; en la actualidad son amplias, y en ciertos casos buscan la hipnosis.

- ¿Cómo explica esas búsquedas?

- El hombre busca aferrarse a cosas espirituales, más trascendentes, para tratar de recuperar la espiritualidad perdida.

-Usted escucha música en los viejos discos de pasta que ha heredado de un amigo. Y los jóvenes se han "encontrado" con el disco de vinilo...

- Creo que hay modas. Por otro lado, le voy a responder con una anécdota: hace un tiempo vino un joven que quería ser disc jockey. Yo tenía un equipo Fischer muy bueno en mi estudio, y se lo ofrecí. Y cuando él vio mi discoteca, con música de todo tipo, me dijo: eso es lo que yo estaba buscando. Creo que detrás de la moda está el hecho de que el vinilo, y la púa, me permiten hacer girar al revés, al derecho, y lograr con una púa combinaciones sonoras que con el casette o con el cd no puedo hacer. Creo que este tipo de sonidos, incluso amplificados, le provocan a los jóvenes un estímulo, una percepción del sonido muy particular.

-Hace años, los padres obligaban a los chicos a estudiar música. ¿Y hoy?

- Están las dos cosas. Pero se da mucho más el caso de los chicos que eligen hacer arte por su propia voluntad.

-¿Son ganas de expresarse? ¿O es el efecto "Operación triunfo"?

- También, las dos cosas. A eso lo vi en el Instituto Superior de Música. Hay chicos que buscan hacer música porque buscan el éxito, otros lo hacen porque aman profundamente el arte; y hay un tercer grupo que llegó a hacer música porque lo enviaron como un modo de hacer terapia. Muchas veces, esos son justamente los que terminan enganchándose más que el resto. Y encontrando su vocación.

- ¿Qué les dice a los papás que envían a sus hijos a los programas televisivos, para probarse?

- Yo a eso lo dejo en manos de los papás. Pero yo no recomendaría jamás que arriesguen a una criatura. Arriesgan que el chico pierda su espontaneidad; que pierda la niñez y, muchas veces, la adolescencia, y que se contamine con elementos extramusicales. Que no está mal cuando uno tiene libertad para elegir, pero no es el caso del niño.


- ¿Qué libro se llevaría a una isla? ¿qué música?
- Probablemente me llevaría todos los libros de madrigales de Monteverdi; con las partituras, si fuera posible. Y El Libro de Arena, de Borges.
Perfil
Tiene 63 años, profesor de Música y de Letras (ambos títulos, de la UNT), enseñó Literatura en el colegio Sagrado Corazón y fue investigador en el Instituto de Lengua española de la Facultad de Filosofía y Letras . Durante 35 años enseñó Historia de la Música y audiopercepción en el Instituto Superior de Música de la UNT. Hizo música de cámara y dirección coral.
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el dispensador dice:
sin música no hay alma,
sin música no hay espíritu libre,
sin música no hay sentimientos,
sin música no hay vínculos,
sin música no hay amistades,
sin música no hay imaginación,
sin música no hay vida...

el dispensador: la resurrección de los sonidos que nos unen con el más allá. Abril 04, 2010.-
DEDICADO A: los que llevan la música en el alma.

llevo a Bach en mi alma... luego existo.

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