La literatura negra triunfa en los premios National Book de EE UU
La gala planta cara a Trump con la distinción a autores afromericanos en tres de las cuatro categorías
Nueva York
El premiado escritor Ibram X. Kendi, en la ceremonia de los National Book Awards, ayer miércoles, en Nueva York. SYLVAIN GABOURY / PATRICK MCMULLAN GETTY IMAGES
Trump Building de Nueva York y una semana después de que el magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad se impusiera en las urnas en Estados Unidos, la comunidad literaria se vistió de fiesta y acudió anoche a los salones del restaurante Cipriani, en Wall Street, donde se celebró la gala de los National Book Awards. En la fiesta anual que celebra la literatura estadounidense y que en los últimos años ha apostado por imponer el traje largo y el esmoquin, se impusieron los autores y la temática afromericana en tres de las cuatro categorías, un último legado, este literario, de la presidencia de Barack Obama.
Combativa pero serena, la velada arrancó con el presentador y cómico Larry Wilmore, quien comparó el resultado electoral del 8 de noviembre a la colisión de un asteroide contra el planeta, y recibió el aplauso del público al declarar que había votado a Hillary Clinton. "¿Está EE UU preparado para un presidente blanco?", preguntó antes de bromear sobre cómo el resultado electoral estaba afectando al mundo del libro: "Las librerías están moviendo el texto de la Constitución a la sección de ficción, y los libros que escribió Trump a la de terror".
El tono crítico se mantuvo con la intervención del poeta Terrence Hayes, que presentó el premio honorífico, concedido a la organización Cave Canem, que lleva 25 años apoyando a poetas afromericanos, impartiendo talleres y concediendo becas. "La alegría es un acto de resistencia", declaró la cofundadora de Cave Canem, Toi Dericotte. Sus palabras guiaron, en buena medida, el resto de la noche, donde uno por uno los premios fueron cayendo en manos de autores afromericanos, a excepción del galardón de poesía (que lo ganó Daniel Borzutzky) y el premio honorífico, que recibió el biógrafo e historiador Robert Caro.
March (La marcha), la novela gráfica sobre el movimiento de los derechos civiles, en la que han trabajado Andrew Aydin y Nate Powell junto a una de las figuras icónicas de aquel movimiento político, John Lewis, se alzó con el premio a la mejor obra de literatura juvenil. "Esto es increíble. Yo no pensé que estaría nunca aquí. Crecí en Alabama, en un hogar pobre donde había muy pocos libros. En 1964 mis hermanos y yo fuimos a una biblioteca pero nos dijeron que la gente de color no podía sacar libros", recordó un emocionado Lewis ante un auditorio puesto en pie. Powell desafió al presidente electo Trump a que leyera esta obra "con sus pequeñas manos y su pequeño corazón".
Si el año pasado el gran triunfador fue Ta-Nehesi Coates con Entre el mundo y yo, este año tomó el testigo en la no ficción Ibram X Khadi con Stamped from the Beginning (Marcados desde el principio), un libro que recorre la historia del ideario racista en EE UU. El ensayista recordó que después de que el primer presidente negro llegara a la Casa Blanca, ha llegado el primero que ha sido públicamente apoyado por el Ku Klux Klan, y enfatizó que por cada idea racista que ha habido en su país siempre ha surgido otra contraria a la discriminación racial.
Colson Whitehead, con su novela Underground Railroad (El ferrocarril subterráneo), sobre una joven esclava que huye de una plantación y emprende un viaje rumbo al norte en un fantástico y distópico ferrocarril, fue el último en recoger su premio y llamó a la resistencia contra Trump con "la amabilidad, el arte y el poder de la lucha".
La pregunta de Wilmore sobre si EE UU está preparado para un presidente blanco quedó en el aire, mientras unos se dirigían a la pista de baile y otros pasaban por delante del edificio de Trump en busca de un taxi. Desde luego, las editoriales y librerías estadounidenses sí parecen preparadas para una nueva hornada de triunfales autores negros, decididos a pelear desde la página.
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