De policía traumatizado por Vietnam a leyenda desconocida de la novela negra
Loado por los maestros del género, el poco prolífico Kent Anderson publica en España 'El sol verde', uno de los policiales más duros y conmovedores de los últimos tiempos
Madrid
El escritor estadounidense Kent Anderson. MANOLO MYLONAS
Es un expolicía quemado y herido por lo que ha visto. Un veterano de la guerra de Vietnam que nunca se recuperará de lo que allí hizo, un escritor fuera de lo normal y poco dado a escribir y menos a publicar. “Básicamente no me gusta escribir. Es el trabajo más difícil, descorazonador y propenso al fracaso que conozco. Un trabajo 99% repetitivo. Prefiero cavar zanjas o limpiar la cocina”, asegura Kent Anderson (1945) por correo electrónico a EL PAÍS con motivo de la publicación en España de El sol verde (ADN, traducción de Cristina Martín)primer libro protagonizado de la serie del policía Hanson, un inadaptado a su tiempo y su profesión que lucha por un mundo mejor. Un alter ego de Anderson, de su experiencia, su frustración y su dolor.
En Vietnam vi más acciones de guerra que la mayoría y me convertí en un asesino. Cambió mi vida de manera absoluta
Hanson es un policía blanco que patrulla en soledad las calles de Oakland en 1983. No busca aplicar las leyes de California sino crear cierto espacio de justicia donde, al menos por una vez, reine cierta igualdad. Oakland en aquella época estaba dividida por una fuerte segregación, que es la que vivió Anderson pateando esas mismas calles; una segregación que está lejos de borrarse de la faz de la sociedad estadounidense.
“La desigualdad racial, financiera y económica son la maldición de nuestro país. Nuestro mayor pecado fue la aceptación de la esclavitud, la percepción de que las personas son una propiedad personal. El último estudio de The Washington Post prueba que la policía de este país dispara y mata a más gente blanca que negra en total, pero per cápita los negros tienen 2,5 veces más posibilidades de ser disparados y morir a manos de la policía que los blancos. Las razones de esto son muy complejas y muy probablemente por encima de cualquier solución sistemática. Una razón más para que la policía trabaje caso a caso”, reflexiona Anderson.
La desigualdad racial, financiera y económica son la maldición de nuestro paí
El creador de Hanson es un escritor peculiar, que prefiere no escribir a pesar de todo. “Resulta que lo he estado haciendo por un tiempo y se me ha dado bien porque… al final es como cualquier otra cosa, cuanto más lo hagas, mejor se te da. ¿Y qué ocurre con los días duros de escritor? ¿Esos días en los que me digo a mí mismo que si no acabo una escena o escribo un determinado número de palabras antes de irme a la cama arderé en el infierno?”, se pregunta antes de hablar de su vida en la policía, de su infierno en Vietnam. "Bueno, estuve allí. Vi más acciones de guerra que la mayoría (aunque muchas menos que algunos) y me convertí en un asesino. Cambió mi vida de manera absoluta”, resuelve de manera lacónica en su respuesta más breve.
Su trabajo policial del día a día en la calle, era similar al de su personaje. Sus ideas, también. “La mayoría del tiempo odiaba ir al trabajo a diario. Pero, mirando atrás, una vez que me registraba, firmaba para conseguir un coche patrulla, comprobaba mi arma y conducía hasta el distrito al que era asignado era, bueno, feliz. Feliz en la calle, feliz en esos momentos en los que te jugabas la vida. Era muy feliz. Mi aproximación a la gente se basaba en algo que intentaba que funcionara: que se dejaran de gritar, me miraran, después me hablaran y no fueran a la cárcel”, explica, resumiendo el credo de su personaje.
Hay tres aspectos que hacen de este libro algo especial. El primero es la voz del autor, cómo traspasa su vida a sus historias. El segundo son las escenas alucinantes que se pueden ver en el libro, situaciones horribles contadas con tranquilidad y tono fantasmagórico, como esa casa que están desvalijando unos negros pobres mientras su dueña yace, muerta entre ellos. O ese viaje en todos los sentidos al corazón de la casa del narco del barrio, con el que Hanson tienen una relación tan particular. “La escena del asalto de la casa, como muchas otras de mi trabajo, es más bien una no ficción dramatizada”, aclara un autor que ha sido loado por James Ellroy y que sigue en cierto modo el camino del maestro Joseph Wambaugh. “Él se las apañó para dar a las historias forma de novela. Sus libros no están tan basados en la solución de un crimen central sino en las vidas de los policías implicados. ¿Cómo gestionaríamos esta llamada? ¿Y esta otra? ¿Por qué la gente es tan infeliz, cobarde o generosa? Wambaugh trabajó como policía y descubrió que los policías eran historias por sí mismas”, cuenta.
Anderson sigue atado a su visión del mundo y a los dos oficios que se la han dado. “He empezado la cuarta novela de Hanson. Tiene cerca de 50 años y está vivo, todavía con menos esperanza de encontrar esperanza para la salud y la decencia en este país nuestro, o en sí mismo, intentando evitar e ignorar la injusticia y el sufrimiento que hay a su alrededor y alejarse de la violencia. Pero, una vez más, el deber llama. Quizás mi trilogía se aumente a una tetralogía”, nos cuenta. No está mal para alguien que prefiere no escribir.
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