Música y danza de la etnia coreana del Noreste de China
La etnia coreana que habita en el Noreste de China, cuenta con una larga historia y cultura propias. Tradicionalmente, esta minoría ha destacado en todo el mundo por su música y sus danzas nacionales, por ello se ha ganado el sobrenombre de “la etnia de la música y la danza”. Durante las fiestas locales o en su tiempo libre, a los coreanos les gusta expresar sus sentimientos y emociones a través de melodiosas canciones a las que les acompañan sutiles bailes. Así, tanto hombres como mujeres, jóvenes o mayores, todos saben cantar y bailar desde una temprana edad.
La etnia coreana que habita en el Noreste de China, especialmente en las provincias de Jilin, Heilongjiang y Liaoning, cuenta con una larga historia y cultura propias. Tradicionalmente, esta minoría ha destacado en todo el mundo por su música y sus danzas nacionales, por ello se ha ganado el sobrenombre de “la etnia de la música y la danza”. Durante las fiestas locales o en su tiempo libre, a los coreanos les gusta expresar sus sentimientos y emociones a través de melodiosas canciones a las que les acompañan sutiles bailes. Así, tanto hombres como mujeres, jóvenes o mayores, todos saben cantar y bailar desde una temprana edad. Cada vez que se celebra un acontecimiento, todos cantan y bailan haciendo de dicho acto toda una agradable velada familiar.
Como el tono de las canciones folklóricas de la etnia coreana es muy claro y melódico, natural y fluido, atractivo y expresivo, ha gozado de gran popularidad entre el pueblo chino. Las canciones más representativas y conocidas son Arirang, La canción de Platycodon y A la orilla del río Nuoduoer, pero de entre ellas la que más aceptación tiene es la primera debido a su suave y agradable melodía, por lo que casi todo el mundo sabe cantarla. En realidad, esta canción folklórica proviene de una bella historia de amor, así según una leyenda en la antigüedad había una pareja que estaba profundamente enamorada. El chico se llamaba Arirang, mientras su mujer Shengfu. Los dos vivían felices y en armonía. Sin embargo, debido al estallido de la guerra, Arirang tuvo que ir al frente. Cuando se despidió de su mujer, esta le dedicó una hermosa y suave canción de buenaventura. Gracias a su profundo sentimiento y a su carácter heroico nacional, la canción se difundió rápidamente por todo el país y, desde entonces, ha sido cantada por millones de personas en momentos de nostalgia, convirtiéndose así en una de las canciones folklóricas coreanas más secular y representativa a lo largo de la historia de esa etnia.
Los coreanos no son solo buenos cantantes, sino también son excelentes bailarines. Como la etnia coreana se ha dedicado tradicionalmente a la producción agrícola, la mayoría de sus bailes folklóricos posee rasgos de las labores campestres. Los movimientos son improvisados y tienen un amplio margen de espontaneidad. Además, el intérprete tiene que armonizar sus sentimientos interiores (en su mayoría son alegres y naturales) con los movimientos adecuados al momento, mientras que la música acompañante siempre tiene una melodía hermosa y un ritmo muy variado.
El estilo de la danza coreana corresponde fielmente a las características estéticas de esta etnia. El pueblo coreano adora a la grulla blanca y la toma como el símbolo de la longevidad, la felicidad, la pureza y la buena suerte. Por ello, les gusta su color blanco y su postura esbelta y graciosa. Esta psicología estética se refleja de una forma natural en la propia danza. Cuando hablan de “Pasos de grulla y manos de sauce” se refieren a dar pasos imitando el estilo de la grulla y la postura de un sauce. De esta forma, los movimientos se ven hermosos y elegantes, gentiles y graciosos como si fuera la propia grulla que estuviera desplegando sus alas y como si las ramas de un sauce acariciaran el agua de un estanque. Li Bai (李白, 701-762), el gran poeta romántico de la dinastía Tang (唐, 618-907), describió las características de la danza coreana con el siguiente verso: Bailar con pasos ligeros y ágiles moviendo las amplias mangas, como si fuera un pájaro que vuela desde el este del mar.
Sin embargo, la danza coreana también tiene otra cara, pues es además amena y reservada. Cada otoño, cuando se lleva a cabo la cosecha, en el campo o en el camino a casa, los campesinos se agrupan libremente y marchan cantando y bailando. Ese es el famoso “baile alegre de la cosecha” de la etnia coreana. En el desfile, lo más llamativo es “la danza del sombrero de elefante y de la borla larga”. En él, los bailarines llevan sombreros de elefante adornados con borlas largas que dan vueltas, de ahí su nombre, pues las borlas asemejan trompas de elefantes. Para bailar esta danza, se necesita dominar varias técnicas, pues hay que realizar movimientos con la borla de tal forma que parezca que vuela y para que gire constantemente por encima de la cabeza y del cuerpo del bailarín. La borla más larga alcanza 28 metros, lo que nos da una idea de la dificultad de este baile. Los movimientos para girar la borla son muy variados, y pueden ser en paralelo, en horizontal, en vertical y en sacudidas. Para cada fiesta, ceremonia o en días especiales se utilizan cintas multicolores atadas a la borla, añadiendo vistosidad al conjunto. De este modo, coloridos sombreros con borlas rotatorias forman anillos maravillosos y deslumbrantes alrededor de los bailarines, atrayendo a los espectadores hacia un mundo mágico. Esta danza alegre refleja plenamente la felicidad del pueblo coreano tanto en el trabajo como en la vida cotidiana.
El tambor largo es el instrumento de percusión más importante de la música coreana. Normalmente, mide unos 70 centímetros de largo y su cuerpo principal es de madera con forma cilíndrica cubierto en los extremos por cuero. La parte central es estrecha y sólida, lo que permite colgárselo con correas o cuerdas sobre el hombro. La danza del tambor largo también es una de las más representativas de Corea. Se puede golpear las dos caras del tambor al mismo tiempo, con lo que una mano bate con un largo látigo la parte del tono agudo, mientras la otra golpea la parte del tono bajo. Los tonos y ritmos del tambor, acompañados con hermosos y ágiles movimientos, hacen que la gente se sienta extremadamente excitada y alegre. El baile siempre comienza con un ritmo lento que va subiendo gradualmente, después baja y se acaba bruscamente con voladoras rotaciones, despertando la pasión y el entusiasmo de los espectadores. La danza del tambor largo se puede bailar de diversas formas: doble, mixto o en grupo. Además de estos bailes, el canto acompañado de un jiāyēqín, la danza con un recipiente lleno de agua en la cabeza, la danza de los abanicos, la de las máscaras y la de las espadas, etc. son también espectáculos tradicionales muy populares de la étnica coreana.
A lo largo de la historia, la etnia coreana ha estado influida por la ideología confuciana conocida como La doctrina del medio, cuyos bailes a menudo contienen características elegantes y sutiles. En cuanto a los movimientos de esta danza, se trata de círculos realizados agitando los brazos, torciendo el cuerpo y cambiando los pasos, así el movimiento típico de las danzas coreanas consiste en mover los brazos en círculos. A juzgar por las formas de representación, el uso de la respiración es una parte muy importante en los bailes de esta etnia. Es una fusión del ritmo dinámico y el encanto, de la belleza interior y de la hermosura a través de un compás único, junto con una manera especial de respiración y el uso del aliento. Cada ritmo tiene su particular manera de percusión y sus correspondientes movimientos, lo que exige que los bailarines armonicen su respiración con la cadencia, lo que ayuda a dar una sensación de tranquilidad, estabilidad, armonía y belleza.
La representación de los cantos y las danzas coreanas de gran magnitud es una forma artística que integra el carácter nacional, artístico y contemplativo. Cuenta con variados tipos de espectáculos, desde unos pocos bailarines hasta miles de ellos, con una duración larga y un objetivo claro de mostrar escenas de la vida diaria, del trabajo, del amor y de los rituales del pueblo coreano. Toda la representación es vigorosa, magnífica, imponente y grandiosa. En realidad, se puede afirmar que se trata de un gran festín visual.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 19. Volumen IV. Julio de 2013.Leer este reportaje en la edición impresa
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