No es bueno que te falte la música… pareciera que cuando la música está ausente algo le falta al alma… el alma vibra cuando hay música… el alma oscila cuando siente la música… el alma espiralea cuando hay música… el alma zigzaguea cuando hay música… el alma se mueve como lo hacen los astros en el universo… el espíritu se eleva cuando lo envuelve la música… la consciencia se desprende cuando la música se hace remolino a su alrededor… te las puedes arreglar sin música, pero al “ser” le falta algo… te las puedes arreglar sin música, pero a la esencia le falta algo… y eso que le falta no se reemplaza con nada… la música es una progresión matemática que se despliega ante las esencias, y las justifica… al mismo tiempo, la música es una progresión geométrica que toma entidad ante las esencias, y las contiene… por eso, no es bueno que te falte la música… la música, no el ruido con forma de música… la melodía, no la estática transformada en música… la diferencia reside en los números que se despliegan y en las geometrías que se forman… todo es invisible, pero está allí para quien los quiera ver con los ojos del alma… todo es intangible, pero está delante del uno mismo esperando que el alma se dé cuenta de la magnitud que tiene lo intangible… el silencio explica la presencia del uno mismo ante el sí mismo… el silencio íntimo contiene música, nadie la interpreta, está allí, dentro de uno… el silencio permite descender a las profundidades del alma y encontrarse con uno mismo… saberse existente… reconocerse existente… existir no es una cuestión referida al respirar, sino al hacer… al encarar el huerto y acondicionar los surcos… sembrar las semillas y proteger los brotes… cuidar de ellos para adquieran envergadura de planta… cuidar de ella para que de frutos… los frutos no sólo son alimentos, son luz… quien entiende el valor del fruto reconoce el valor de la luz… música y silencio resultan ser una convergencia lumínica, por lo tanto matemática, por lo tanto geométrica… la música está imbuida de silencios y los silencios están imbuidos de sonidos armónicos… luego… la soledad es necesaria para dimensionar al propio ser… es necesaria para conceder valor a la existencia… es necesaria para reconocer ese raro sentido de independencia… la soledad parece fría, pero no lo es… de hecho la soledad emerge de un espacio cósmico, helado por excelencia, pero caliente en la energía que despide… atado a una gravedad que sale del núcleo del ser… el cuerpo pesa, el alma no… el cuerpo pesa, el espíritu no… el cuerpo pesa, la consciencia no… cuando el cuerpo pesa, también pesa el ego, y el ego ata la vida a las cosas, y el ego ata las cosas a la vida, juntos, el ego y la vida se vuelven carga, insostenible… y dichas ataduras hacen perder de vista los sentidos de la música, del silencio y de la soledad… y dichas ataduras deforman los sentidos de la vida y confunden, justamente, a los sentidos de las cosas… todo tiene que ver con todo… el engranaje universal todo lo combina, todo lo mezcla, creando una extraña dependencia donde cada cosa explica a su anterior, donde cada cosa explica su presente, donde cada cosa explica lo que va a suceder, lo que va a tener lugar, todo eso que todavía no pasa, pero que esta por ocurrir de un momento a otro… en el medio, las energías se amoldan y se combinan y a veces, hasta producen extraños efectos paradojales que son inexplicables para la mente humana, pero son perfectamente traducibles al salto cuántico, esos desbordes energéticos que todo lo acomodan de un segundo para el siguiente… el ser humano no lo entiende, pero ocurre todo el tiempo… y curiosamente, los saltos cuánticos contienen una sumatoria matemática prolija que explica la anomalía… y curiosamente, los saltos cuánticos contienen una deformación geométrica que altera al fractal para reorganizarlo hasta la próxima anomalía… el ser humano no detecta ni lo uno ni lo otro, pero está a merced de fuerzas desconocidas que todo lo acomodan para que el todo continúe funcionando… y el mecanismo se sostiene a sí mismo, mediante una melodía inaudible que sigue sonando desde la eternidad y hacia misma eternidad… no es una orquesta… no se trata de una orquesta… no hay intérpretes de muchos y variados instrumentos… no hay un piano como tampoco hay un órgano… no hay violines ni guitarras… no hay trompetas ni oboes… simplemente suena armónicamente sin cesar… llamando a las almas a ser y convocándolas a dejar de ser, para seguir existiendo en el concierto de la eternidad sublime… sucede todo el tiempo, pero lo hace por fuera del tiempo humano… ocurre todo el tiempo, pero tiene lugar por fuera de la dimensión humana… está más allá del allá… es un plano que atraviesa la vida y la diferencia en momentos musicales, como si se tratase de un pentagrama superior, superador, que se perfecciona a sí mismo, que se escribe a sí mismo… confiriendo sentido a los silencios y a las soledades, sin perder de vista que la música continúa sonando desde una dimensión donde los acordes se organizan para enaltecer el vaivén de las almas… las almas dependen de una música que emerge de las esferas… dicha música es eterna… tan eterna que no cesa jamás… tan eterna que no se detiene nunca… tan eterna que envuelve la existencia y la hace llevadera… tan eterna que enrolla el destino y lo transforma en horizonte… mientras cursa, siempre sucede paso tras paso, música, silencio y soledad… la eternidad es música… el cosmos es música… la energía es música… la fuerza es música… la gravedad es música… todo lo que existe, no deja de sonar… siempre…
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La pintura pertenece a María del Carmen Conde Quintela (Sedemiuqse) | ESPAÑA, Galicia
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La música está presente en el espacio sideral…
La música está presente en las formas que dicho espacio sideral contiene…
Los fractales son música…
Las ecuaciones son música…
Los destinos son música…
Todo en el cosmos es música…
La vida del ser humano resulta musical… armónica según vibra… inarmónica cuando desafina la cuerda del destino…
Alguien escucha esa música universal de forma permanente… alguien corrige los acordes… alguien pone en orden cada pentagrama y en suma, alguien ordena a todos los pentagramas para que no dejen de sonar…
La música, si la escuchas, te lleva… si la intuyes, te lleva… si la supones, te lleva… si la percibes, te lleva… si la sientes, te lleva… te toma de la mano y flotas… te toma del alma y flotas… cuando flotas, simplemente vuelas… emerges del cuerpo y te vuelves un sí mismo desprendido… despegado de las cosas que atrapan, de las cosas que pesan, de las cosas que inmovilizan, de las cosas que aquietan…
La música universal, eleva… entonces, dejas de ser un cuerpo denso, y te vuelves cósmico… un ser cósmico… que forma parte de las estrellas a las que pertenece…
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