miércoles, 30 de diciembre de 2009

atar y desatar


Evangelio: Lucas 2,36-40
"Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén"


En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

el dispensador dice:
desató Dios a las almas dándoles libertad por un tiempo,
les ofreció sus praderas...
hacer uso de la consciencia,
también de los sentimientos.

por extraños avatares,
artilugios del destino,
a unos permitió beber vinos,
a otros usar voluntades,
a muchos transitar comodidades,
pero a unos pocos,
realmente escasos,
los habilitó a desatar las ataduras,
o bien confluir los andares...

a estos últimos les permitió,
teniendo en cuenta lo escaso,
que entendieran el caso,
aún sin haberlo vivido...

distribuyó dones y talentos,
gracias y otros vientos,
permitiendo a esos espíritus,
padecer sus sentimientos,
ya sean padecimientos, amor,
ilusiones, esperanzas,
pasares y mañanas,
descubriendo que las lágrimas,
se llevan pedazos de pensamientos...

habilitó a algunos hombres,
para tener potestad sobre otros,
y a muchos otros,
para buscar quien los proteja,
pero los afanes del tiempo,
fueron trocando los roles,
muchos se quedaron con los sentimientos,
unos pocos con el aburrimiento...

hoy llueven señales,
no están ausentes las luces,
el Señor le está avisando al hombre,
que de cambios viene el viento,
si no se abre a sus sentimientos,
todo se ahogará en cañaverales...

cultivando la tierra el hombre,
no ha hallado la esencia,
ni la propia reflexión...
sólo se recoge lo que se siembra,
esa es la esencia del perdón...
el dispensador: final de finales. Diciembre 30, 2009.-
DEDICADO A: los que han sido dotados del don de "atar y desatar" en la Tierra.


Los ángeles diseminados por la Tierra tienen poder para atar y desatar, espíritus y circunstancias, pero dicho poder no es discrecional, siempre está supeditado a razones mayores. Que la mayoría les quite trascendencia o importancia, no les quita razón última genuina a los ángeles de la luz ni tampoco le resta capacidad a los otros, los de las tinieblas. El hombre (y la mujer), sumido en sus apuros no logra diferenciar la importancia de las esencias y cual es la verdadera prioridad de los tiempos respirables.
En esta circunstancia muchos buscan culpables y otros cargan con culpas que no les son propias.
Hoy, estamos invadidos por mensajes vacíos.
Hoy, estamos agobiados por razones vacías impulsadas por espíritus que vagan alimentándose de las miserias que ellos mismos generan.
El daño es multidireccional y se convive con él, naturalmente.
No está bien. Tampoco está bien la aceptación y la resignación inoportuna.
El daño no construye, nunca.
Por ello es tiempo de regresar a las fuentes. No a cualquier fuente. A las fuentes genuinas, aquellas que cimentaron los creadores y los formadores, cuando aún no había luz, cuando la palabra aún no había sido dicha, cuando el agua no fluía y todo estaba en la quietud ancestral de los orígenes...
En dicho oasis, al que se accede a través de una ventana, residen las esencias, esas que permitieron establecer las alianzas a través de los tiempos.
La consciencia sobre las esencias es necesaria para restablecer el pacto de las secuencias, único que habilita evolutivamente al proceso vida-muerte-vida... y ese equilibrio armónico guarda un sentido último, ético y filosófico que debe nutrir toda acción y toda creación... ya que sin ello, sólo se recogerá lo que se ha sembrado, pero sin perdón.
el dispensador [por el mañana necesario]
a los 30 días de diciembre de 2009

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