Van Gulik: La experiencia de vivir la sinología
El diplomático holandés Robert Hans Van Gulik (1910-1967) se aficionó a la cultura china en su infancia. Su vida polifacética dedicada a estudiar a los clásicos chinos produjo numerosos libros relacionados con la sinología en ámbitos como la lengua, la religión, costumbres, arte, literatura, o música.
Van Gulik se aficionó a la cultura china en su infancia, cuando acompañó a su padre, médico militar, a vivir durante nueve años en las Indias Orientales neerlandesas. Sintió mucha curiosidad por el idioma y el modo de vida de la población china residente en aquella colonia. Cuando regresó a Holanda, Van Gulik siguió aprendiendo lengua con un estudiante que vivía en el barrio chino de Rotterdam. En 1929, Van Gulik ingresó en la Universidad de Leiden para estudiar el idioma así como la historia y cultura orientales. Su gran interés por el mundo chino y la sinología le impulsó escribir. Para terminar los estudios de grado, presentó su tesis titulada Reforma de la ley para los chinos residentes en las Indias Orientales neerlandesas.
Aunque tenía mucho interés por esta parte del mundo, no quería realizar investigaciones relacionadas con los temas orientales entre sus libros y papeles. Por ello, a los 25 años de edad, cuando obtuvo el título de doctorado, optó por la profesión de diplomático en vez de trabajar en la universidad. Quería acudir en persona, experimentar y percibir de cerca el conocido como misterio oriental. Así, a partir de 1935, trabajó sucesivamente en instituciones diplomáticas holandesas en Oriente: Tokio, Nueva Delhi, Kuala Lumpur, entre otros lugares. En 1943 llegó a China, donde formó su familia al casarse con Shui Shifang, la ilustre dama. Llegaron a ser compañeros toda la vida y tuvieron tres hijos y una hija. Shui Junshao, padre de Shui Shifang, era un alto funcionario de la dinastía Qing y del gobierno nacionalista que había asumido el cargo de cónsul general en Rusia. Shui Shifang estudió la enseñanza secundaria en Muzhen, un reconocido colegio de Beijing solo para chicas. Más tarde se graduó en Sociología en la histórica Universidad de Qilu.
Van Gulik mostró mucha admiración hacia su esposa quien, debido a su educación familiar y a sus estudios universitarios, mantenía un estilo de vida equilibrado entre la tradición y la modernidad. La vida del matrimonio mixto permitió a Van Gulik experimentar de cerca todos los aspectos de la cultura china. Amaba profundamente a su esposa por su peculiaridad. Como mujer oriental, era cortés y cariñosa, por lo que se inspiró en ella como modelo en su creación literaria. En la novela El juez Di, que Van Gulik escribió a posteriori, los personajes ingeniosos eran mujeres, como las damas de familias ilustres, las mujeres de hogares acomodados e, incluso, las cortesanas y las prostitutas, todas ellas sobresalían por su talento y sensibilidad.
Van Gulik junto a su mujer Shui Shifang
A diferencia de la mayoría de los sinólogos, Van Gulik no se limitaba a acumular conocimientos, sino que intentaba experimentar y llevar a la práctica todo lo que había aprendido. Como admiraba la vida de los antiguos eruditos confucianos, se puso a practicar el refinado arte de vivir y de optimizar su carácter. Se consideraba “un admirador del guqin” (instrumento tradicional chino de cuerda) y aprendió a tocar la canción clásica Agua que corre por la alta montaña con los maestros locales. Afirmaba que “el conocimiento del guqin es profundo y amplio. Para lograr tocarlo, se debe percibir primero la alta montaña y el agua que corre con el corazón; solo de este modo uno podría captar su delicia y disfrutar de su sutileza”. En su casa dedicó una sala específica llamada “Zhonghe” donde practicaba a menudo. También logró entrar en la famosa “Sociedad Tianfeng de guqin” de Chongqing, en la que se relacionaba con las celebridades de la época como Yu Youren o Feng Tianxiang, entre otros. Disfrutaban juntos tocando y cantando. Al mismo tiempo que tocaba el instrumento, Van Gulik también estudiaba con mucho interés la cultura del guqin. Había recopilado muchas partituras antiguas y otros documentos relacionados con este instrumento. Más tarde escribió El libro del guqin, obra que sentó un precedente en la investigación de este antiguo instrumento musical.
También le encantaba la caligrafía china y empezó a practicarla a diario desde los 20 años. Su trazo era riguroso y tenía su propio estilo, el cual sus amigos lo denominaban bromeando “el estilo Gao”. Solía intercambiar opiniones sobre la caligrafía con expertos de la talla de Xu Beihong, Shen Jimo o Guo Moruo. Practicaban juntos el arte de la escritura y se regalaban mutuamente sus obras. Van Gulik poseía mucho conocimiento sobre el sello hecho con la caligrafía Zhuan y el grabado clásico en madera, imitaba a los maestros chinos a la perfección al tiempo que creaba sus propios grabados.
En la novela El Juez Di, Van Gulik pudo mostrar todos sus conocimientos sobre la cultura clásica china. Comenzó en el campo de la traducción y, en 1949, tradujo al inglés Los cuatro casos célebres de Wu Zetian (武则天四大奇案), una novela gong an (公案小说), género de ficción policíaca que se basaba en casos legales, de finales de la dinastía Qing. Posteriormente utilizó como modelo al protagonista Di Renjie, personaje legendario del siglo VIII de la historia china, para escribir por su cuenta una decena de relatos que acabaron formando una serie de novelas policíacas. En sus novelas introdujo el estilo occidental mediante la racionalidad y el suspense, por un lado y, por otro, respetando su opinión y comprensión sobre los conocimientos sinológicos. En el libro, la descripción de los personajes, la trama y los escenarios proyectaban un auténtico “sabor chino” que suscitaba el interés de los lectores occidentales. A partir de los años cincuenta del siglo pasado, El juez Di, considerado el “Sherlock Holmes” chino, se puso de moda en occidente y aún perdura su éxito de ventas hasta el día de hoy. En sus novelas logró transformar los materiales sustraídos de la antigüedad en inspiración para crear obras modernas. Sus narraciones se concretan en un tema universal: la naturaleza humana. Para la tarea de Van Gulik, el hombre occidental y el oriental tienen la misma esencia al vivir entre la racionalidad y la afectividad. Bajo su pluma, el juez Di era un hombre dotado de una excelente racionalidad, defendía la justicia, tomaba las decisiones con rapidez y castigaba a los culpables sin piedad. Sin embargo, tenía profundos sentimientos hacia sus seres queridos y sus ayudantes, y se sintió impotente y triste cuando perdió a su mejor colaborador. Porque Di no solo era juez o detective, sino también padre, marido y amigo. Con la descripción de la gran riqueza interior de Di y su vívido carácter, Van Gulik quería elogiar la verdadera naturaleza humana. Por eso, la novela no solo conmovió a los lectores occidentales sino también a los espectadores chinos cuando, en 2004, la obra se convirtió en una serie de televisión en China.
En 1967, Van Gulik murió en La Haya a los 57 años. A pesar de su temprana muerte, su vida polifacética dedicada a estudiar a los clásicos chinos produjo numerosos libros relacionados con la sinología. Estas obras, que podrían construir un “museo de papel”, abarcan temas muy variados: lengua, religión, costumbres, arte, literatura, música, y otros. En 2010, con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, los eruditos chinos se reunieron en la Universidad de Qinghua, en Beijing, para debatir sobre los temas específicos que este gran sinólogo trató. Los participantes del evento se conmovieron por la dedicación y consistencia, así como por el talento que Van Gulik desempeñó por estudiar y vivir la sinología. Todos coincidieron en que tendría nuevos significados volver a revisar sus obras en el contexto actual de la globalización. Porque, con sus estudios, el diplomático holandés ha logrado demostrar que la cultura china no solo pertenece a esta nación, sino al mundo entero. Y la tradición china no se limita a ser objeto de exhibición en los museos de historia, sino que puede transformarse en material para tratar temas actuales, adaptarse a las últimas y más recientes obras y recuperar su vitalidad en la modernidad.
A través de la experiencia de vivir la sinología, Van Gulik consiguió enlazar exitosamente a China con el mundo, así como aunar tradición con modernidad.
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