Ley de vida
Trapiello condensa en 'Y' un doble aprendizaje: el valor del silencio frente al ruido mediático y la constatación de que nuestro mundo se levanta sobre un pasado colectivo
Hace la friolera de 26 años, el corpus reunido en Las tradiciones revelaba una poesía a medio camino entre la comunión panteísta de Juan Ramón Jiménez y el telurismo entrañado de Antonio Machado. Con el paso del tiempo, la lírica de Trapiello se ha ido despojando del atrezo simbolista para reducirse al meollo de lo sensible, cada vez más cerca del Machado lúdico y sapiencial de Proverbios y cantares. Y remite desde su título a la orografía del paisaje (la encrucijada que de lejos imita la forma de la letra ye, según la última ortografía académica) y a la continuidad de una obra en marcha. De hecho, en esta entrega se dan cita los temas habituales del autor —la aleación entre escritura y realidad, la estampa cromática, la fiesta germinativa de la naturaleza— y se anuncia una vertiente elegiaca que hace que la contemplación del presente desemboque a menudo en una evocación pretérita.
De este modo, en ‘Alquimista’ seguimos a la passante anónima que trajo de cabeza a Baudelaire, pero en realidad nos abismamos en una reflexión sobre las oportunidades perdidas. Asimismo, ‘Madrugada en el tren’ reemplaza el espectáculo de la ventanilla por el flashback del retrovisor, mientras que ‘Mont Saint-Michel’ convierte los cinco minutos de un vídeo doméstico en una autobiografía condensada e instantánea: “Subid cuanto queráis, negras mareas: / somos ya inexpugnables”. Sin embargo, Y es sobre todo un cuaderno de campo en el que caben la ornitología metapoética (‘Pájaros, versos’), el puntillismo botánico (‘Amapola’), los ciclos estacionales (‘Final del verano’), las fábulas de correlato político (‘A propósito de Chang-Shou-yu’), las lecturas de cabecera (‘Homenaje a un romance de Unamuno’) y el eterno retorno de la infancia (‘El origen del mundo’). Ante un universo agrícola a punto de disolverse en la efervescencia del progreso, propugna un ecologismo militante sin eslóganes ni pancartas. Puede que la Arcadia neorrural de Trapiello no sea apta para todos los públicos, pero no hay duda de que estas páginas dan cuenta de un doble aprendizaje: el valor del silencio frente al ruido mediático y la constatación de que nuestro mundo se levanta sobre las cenizas de un pasado colectivo. No es poca cosa.
Y. Andrés Trapiello. Pre-Textos, 2018. 104 páginas. 16 euros
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