LITERATURA OPINIÓN
La escritura y la paz
A Amos Oz el curso de su vida le situó en posición de relatar la historia definitiva del Estado de Israel durante sus 70 primeros años
El escritor Amos Oz, en su casa de Tel Aviv (Israel), en entrevista. EDWARD KAPROV / EPV
Amos Oz deja un legado que es a la vez literario, político y personal, y lo que unifica esas tres áreas es su voz clara y penetrante, su capacidad para envolver una idea de forma breve, iluminadora y original. Auténtico narrador, el curso de su vida también le situó en posición de relatar la historia definitiva del Estado de Israel durante sus 70 primeros años.
Desde sus primeras historias de los años cincuenta, y a lo largo de décadas, su ficción abordó la psique israelí en muchas de sus encrucijadas principales: la vida en el kibutz, las grandes guerras, las divisiones sociales, la religión, los palestinos. Pero su ficción nunca giró en torno al “Estado” o su situación, sino alrededor de la gente que vivía en él y lo construyó, con sus viajes personales, sus historias de amor, peleas familiares y carreras. El Estado de Israel nació cuando Oz tenía nueve años y ambos crecieron juntos, forjando una relación íntima en cuyo núcleo había mucho amor, pero siempre con un ojo abierto a las debilidades del ser amado, en la ansiosa esperanza de mejorarlo por el bien de ambos.
Además de compartir un periodo muy breve con él cuando vivimos en Arad, una pequeña ciudad del desierto —en la que nací y a la que él se trasladó en 1986—, tuve la oportunidad de trabajar estrechamente con su ficción cuando Natalie Portman me pidió que colaborara en su adaptación al cine del libro de Oz Una historia de amor y oscuridad. Portman escribió el guion en inglés, basado en su traducción literaria, y yo lo retraduje al hebreo para los actores. En la encrucijada entre el lenguaje literario y el cinematográfico, el inglés y el hebreo, observé la brillante capacidad de Oz para yuxtaponer la trágica historia personal de sus primeros años en Jerusalén, con la pérdida de su madre a los 12 años, el relato espantoso y heroico de la independencia y redención del pueblo judío, y su transformación desde un destino devastador en Europa a una nación que acaba de ponerse en pie.
Además de premiado autor de libros de gran difusión, que no va a la zaga de ningún otro escritor en la historia de nuestro país, la voz de Amos Oz fue durante medio siglo también la de los partidarios de la paz. Se manifestó en artículos de prensa, en sus colecciones de no ficción, en las conferencias y entrevistas que dio por todo el mundo, además de formar parte de grupos de izquierda y partidos como Paz Ahora y Meretz. Tras la Guerra de los Seis Días, fue uno de los primeros en avisar de los peligros de una ocupación duradera del pueblo palestino: una realidad que ha tenido las consecuencias con las que seguimos viviendo hoy. Luego siguió siendo una figura paternal para los partidarios de la paz en Israel, hablando en manifestaciones y definiendo, en Israel y fuera de él, las ideas de un país liberal y tolerante que cree que la paz con nuestros vecinos árabes no solo es posible, sino además esencial y de interés vital para que nosotros, los israelíes, tengamos un futuro seguro y próspero.
Oz fue también un gran creyente en la literatura israelí y en la lengua hebrea, así como un enorme apoyo para nosotros, los escritores israelíes más jóvenes. Hace cinco años tuve el placer de recibir una carta escrita de su puño y letra (casi siempre enviaba notas escritas a mano y hasta el final siguió sin apenas convertirse a formas más novedosas de comunicación) en la que contaba cuán conmovedora y grata le pareció mi novela The Hilltop. Para mí este es un ejemplo elocuente de la amabilidad y humildad del gigante de la escritura que hemos perdido.
Assaf Gavron es escritor israelí.
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