Basquiat, la obra detrás del personaje
Taschen publica la monografía más completa del artista neoyorquino que sintetiza su fugaz carrera en 330 piezas
Madrid
Detalle de la obra 'Anthony Clarke', 1985, de Basquiat, que forma parte de la monografía. LIO MALCA
La figura legendaria del Jean-Michel Basquiat (Nueva York, 1960-1988), adornada con ingredientes que acrecentaron su fama –artista callejero, negro, sin formación académica que rompe con la hegemonía del arte conceptual, triunfa muy joven y muere por sobredosis a los 27 años- amenaza con eclipsar su obra. Tras su muerte, un rosario de exposiciones ha ido mostrando su legado y ofreciendo una visión más completa de una obra que nació en el Nueva York de los años ochenta , pero que aún está llena de vida. La muestra más reciente es la que actualmente puede verse en la Fundación Louis Vuitton en París, hasta el 14 de enero de 2019, y que ha propiciado la publicación de un gran libro (de 30 x 40 centímetros y 500 páginas que cuesta 150 euros) editado por Taschen. La monografía, la más completa que existe, salió el mes pasado en todo el mundo en inglés, alemán y francés; además de con otra edición en inglés que incluye una separata con los textos traducidos al español y el italiano.
“Basquiat nunca podrá escapar de la fama, pero nuestro foco en el libro está puesto en sus pinturas. Eso es por lo que inicialmente se hizo famoso. Al principio, cuando nadie sabía nada de él y veían sus obras en la calle, la gente las adoraba”, explica Hans Werner Holzwarth este jueves a través del correo electrónico desde Los Ángeles.
La monografía, en tamaño XXL como apunta la editorial, reúne 330 obras, además de unas 70 fotografías del artista y su entorno. Instantáneas en las que el joven Basquiat aparece trabajando en su estudio, rodeado de objetos y botes de pintura en un completo desorden; en 1979 tocando la flauta con su grupo, Gray; con Andy Warhol, con quien colaboró desde 1983; con Keith Haring o Grace Jones. De su encuentro con Warhol, a quien muchos ven como el responsable de catapultar la carrera del joven, Basquiat dijo: “¡Fui yo el que ayudó a pintar a Andy Warhol! Hacía 20 años que no tocaba un pincel”; aunque también reconoció que aprendió de él a utilizar el color como decorado y el aura de la superficie pictórica.
Las obras se presentan cronológicamente, por capítulos, y se dividen en tres fases. En su corta carrera, apenas 10 años, el artista realizó casi un millar de pinturas y más de 2.000 dibujos. “Nuestro objetivo nunca fue hacer un catálogo razonado; sino revisar su trabajo y elegir las mejores pinturas para poder contar la historia completa”, afirma Holzwarth, quien ha trabajado durante cinco años revisando las obras que se encuentran en museos y colecciones de distintos países para sacar adelante el libro titulado Jean Michel Basquiat.
“En sus pinturas existe un equilibrio perfecto entre la alta tradición del arte occidental y la cultura cotidiana supuestamente baja de un negro”, escribe Hans Werner Holzwarth en el artículo titulado Descubriendo a Jean-Michel Basquiatque incluye el libro.
El editor recoge una reflexión del artista, que siempre prestó especial atención a los temas relacionados con personas negras, “busco claridad, pero también quiero cierta oscuridad, ser algo más críptico”, para justificar la necesidad del libro: “Como la poesía, una parte quedará opaca aunque siga sonando hermosa y verdadera, y otra parte consiste en seguir los gestos del artista a lo largo del lienzo y desandar la cadena de decisiones que guiaron su mano. Cada vez que se contemplan estas pinturas, se descubren detalles inadvertidos y nuevas capas de significado”, añade Holzwarth.
En el texto homenaje que en 1988, tras la muerte de su amigo, escribió el también artista Keith Haring –quien falleció dos años después, a los 31- afirmaba que Basquiat creó la obra de toda una vida en 10 años. “Con avidez, nos preguntamos qué más podría haber hecho, de qué obras maestras nos ha privado su muerte, pero lo cierto es que creó suficientes obras para mantener el suspense entre las generaciones futuras. Solo ahora empieza la gente a comprender la magnitud de su contribución”, recoge Eleanor Nairne en su ensayo El arte de contar historias que también aparece en la monografía.
“Vivió tan poco tiempo, que cada año parece contar su propia historia y nosotros hemos querido mostrar ese desarrollo. Al principio, en 1980 y 1981, se convirtió en pintor plasmando sus experiencias de las calles de Nueva York en el lienzo. Después, en 1982, hay un espectacular desarrollo de su pintura cuando encuentra un vocabulario propio; sus imágenes del héroe, su trabajo con las palabras y las referencias históricas. Utiliza diferentes estilos y una pincelada muy expresiva. El reto fue siempre encontrar las mejores obras para describir este proceso de crecimiento. Más adelante, sus pinturas se hicieron mucho más grandes e incorporaron distintos materiales, con marcos que hacía él mismo. En los últimos años, pintó menos, pero fueron lienzos memorables, muy emotivos”, sintetiza el editor.
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