Cómo ser un superhéroe
El salón del cómic de Barcelona echa a andar con un día menos y sin exposición espectacular pero con el público volcado en la gran cita del tebeo
Barcelona
Ambiente en la 37 ªedicion del salon del comic de Barcelona. ALBERT GARCIA
Ni aviones, ni coches, ni tanques. El salón del cómic rebautizado Cómic Barcelona, carece esta 37ª edición de la espectacular exposición temática central a la que nos tenía acostumbrados. Ha perdido además un día (se ha inaugurado el viernes en lugar del jueves) y la impresión general es de que hay mucho espacio vacío, en el que no hay nada, vamos. En la plaza del Univers, ahogada ayer por el estrépito de motores del vecino Salón Vive la moto, se ha instalado un juego de guerra para niños bastante cutrillo.
Pero todo eso parece importarle poco a un público que viene a pasarlo bien con su afición favorita: los tebeos. Tebeos de todas las clases, de todas las épocas, de todos los formatos, de todos los gustos. Y para todas las edades. Desde los niños que sorprenden a sus padres descubriéndoles que están al corriente de un manga llamado Quiero comerme tu páncreas (adaptación de la novela del mismo título y que ahora llega al cine en versión anime) al octogenario que ojea El arte del azote de Milo Manara (con rotunda portada) y ríe ante la advertencia de “solo para adultos”, pasando por los eternos amantes de superhéroes y los nostálgicos buscadores de las viñetas perdidas de Eric Castel o del villano Iznogud.
"Sería una vida terriblemente aburrida si nunca pasara algo extraño, los raros son los que cambian el mundo” (Doctor Strange).
Regresar al salón del cómic es volver al paraíso perdido, arropado por la multitud y ya no como un compulsivo amante solitario. Es entrar en la gran patria del tebeo donde nadie es friki y todos los somos. No es raro encontrarte amigos porque extasiados ante las viñetas todos somos almas gemelas.
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