domingo, 7 de abril de 2019

La melancolía de los justos | Babelia | EL PAÍS

La melancolía de los justos | Babelia | EL PAÍS

IDA Y VUELTA COLUMNA 

La melancolía de los justos

En medio de la sumisión general al nazismo, un grupo de resistentes preservó misteriosamente la libertad de espíritu

Georg Elser, que atentó contra Hitler el 8 de noviembre de 1939 en Múnich.
Georg Elser, que atentó contra Hitler el 8 de noviembre de 1939 en Múnich.
Estoy parado en el patio de un edificio de Berlín que podía ser un cuartel o una cárcel. La arquitectura resulta más penitenciaria todavía en la mañana gris de marzo que parece de enero, sobre todo para quien acaba de llegar de una primavera adelantada. He cruzado una entrada profunda como un túnel, ancha y baja, con un dintel de piedra, de esa piedra temible por la que mostraban idéntica predilección los arquitectos nazis y los soviéticos. Este edificio masivo como una fortaleza cúbica fue la sede del Estado Mayor del Ejército de Tierra en los tiempos de ­Hitler. Ahora alberga el Memorial de la Resistencia Alemana; lo contiene y forma parte de él. Los cuatro muros que rodean el patio desnudo tienen varios pisos con ventanas idénticas, con dinteles de esa misma piedra punitiva y mortuoria. El piso es de adoquines. En el centro del patio hay una estatua de bronce, de tamaño algo mayor del natural pero no gigantesca, un hombre joven, desnudo, con las manos atadas. El simbolismo es austero. En este patio fue fusilado la noche del 20 de julio de 1944 el coronel Claus von Stauffenberg, que esa misma mañana había dejado una maleta con una bomba a los pies de Hitler, debajo de una mesa en la que se desplegaban mapas de batallas. Von Stauffenberg voló de vuelta a Berlín convencido de que Hitler estaba muerto y llegó a este edificio para participar en el golpe militar que derribaría el régimen y pondría final a la guerra. De pie en el patio, en esta mañana silenciosa, más silenciosa por la grisura de la luz y la llovizna tenue, imagino los ladridos secos de las órdenes, los taconazos sobre los adoquines, la descarga de los fusiles, atronadora en este espacio cerrado.

No hay comentarios: