martes, 1 de octubre de 2019

“La evolución del cielo” del escritor Yan Fu (1853-1924) - ConfucioMag

“La evolución del cielo” del escritor Yan Fu (1853-1924) - ConfucioMag



Yan Fu (嚴復)



“La evolución del cielo” del escritor Yan Fu (1853-1924)

Yan Fu, uno de los grandes traductores y educadores modernos, vivió a finales de la dinastía Qing y principios de la República de China, un periodo caracterizado por el conflicto entre tradición y modernidad. Las antiguas ideas empezaron a ser cuestionadas mientras llegaban nuevas formas de pensamiento desde Occidente. Las presiones internas y externas del país generaron una crisis de identidad nacional que precisaba soluciones urgentes. En aquella época superar las dificultades, para salir de la perversa situación y recuperar la fuerza revitalizando la nación, fue el objetivo que unió a los grandes intelectuales de la época. Uno de ellos era Yan Fu.

Reportaje de
Liao Yanping
廖燕平 
Nacido en 1854, en el poblado de Houguan, (provincia de Fujian), pasó su primera infancia al lado de su padre, que era un doctor experto en la medicina tradicional china. El incansable trabajo del progenitor, entre la acupuntura y las hierbas medicinales, preparó al hijo en la misión de salvar vidas, una ocupación que le impulsará a buscar de forma ardua un camino eficaz para resolver los problemas del país. Por otro lado, sumergido en la cultura antigua contenida en la medicina china, se encariñó desde muy tierna edad con las tradiciones, lo que le hizo poseer una comprensión muy profunda de China. Dicha comprensión y sentimiento, que no obtuvo de los libros de manera cognitiva sino de la experiencia, la fue interiorizando a lo largo de su vida. Cimentó su base primordial en la exploración del mundo tradicional, para así encontrar recursos que asentaran el desarrollo y la modernización de su país.
Cuando tenía 14 años, su padre murió y Yan Fu tuvo que abandonar los estudios e ingresar en la Escuela Naval de Fujian para aprender a pilotar barcos. Cinco años más tarde obtuvo un excelente rendimiento académico y, por ello, fue enviado a estudiar a Gran Bretaña, en el Real Colegio Naval de Greenwich. Durante su estancia en Inglaterra, quedó impresionado por la potencia y riqueza de ese país y empezó a comparar a China con Occidente, mientras pensaba en cómo se podía aprender de los extranjeros para mejorar su propia nación. Comenzó a leer ansiosamente cualquier texto que llegaba a sus manos sobre sociología, política, economía, filosofía o ciencia occidental. Poco a poco, interpretó que la clave de la revitalización de China no residía en fabricar competentes barcos y cañones sino en despertar el ánimo de sus compatriotas con un eficaz sistema de educación. Consideraba que era fundamental elevar el coraje del pueblo advirtiéndole sobre la importancia de su nación y enseñándole los métodos más eficaces para hacerla fuerte. Por eso decidió divulgar el pensamiento occidental como una herramienta “despertadora” con el fin de reconstruir una China potente.
Yan Fu (嚴復)
Yan Fu en Inglaterra en 1905
A la vuelta de Inglaterra, dio clases varios años en la Armada Naval del Norte pero pronto abandonó las Fuerzas Armadas para cumplir con su promesa original. Así, y a partir de los 40 años de edad, empezó a dedicarse exclusivamente a la traducción de obras occidentales sin interesarse por ninguna otra cosa más. Para él las traducciones constituían un instrumento vital para transmitir conocimientos a la gente. Sin embargo, divulgar la cultura occidental no significa olvidarse de la tradición china, porque lo propio es el fundamento imprescindible sobre el que se aprende de otras fuentes. Por eso, a la hora de traducir, ponía siempre por delante los conocimientos nativos para explicar los términos extranjeros. Su idea era tomar como referencia las teorías occidentales para ampliar y enriquecer las propias ideas chinas favoreciendo, de este modo, la creación de un nuevo orden de desarrollo. Bajo tal intención, su traducción no se limitaba al método literal porque tampoco le bastaba con traducir solo el significado original. Lo que pretendía era crear nuevas teorías que se pudieran llevar a la práctica mediante la transformación de las ideas originales de las obras occidentales.

El concepto del “cielo”

Su mejor ejemplo se manifiesta en la traducción de Evolution and Ethics and other Essays de Thomas Henry Huxley. Yan Fu tradujo el título a Tian Yan Lun (La evolución del cielo), con lo que mostró claramente su firme perspectiva de la tradición china. Porque en la tradición confuciana, el “cielo” es un concepto muy complicado que indica, en primer lugar, algo natural. Por ejemplo, la palabra tiankong (天空) se refiere al cielo como una entidad física o un fenómeno de la naturaleza. Pero también significa algo sobrenatural como revela la palabra tiandao (天道), “el camino del cielo” que denota un sentido religioso. Por último, “cielo” también se vincula con la acción individual o una situación concreta, como indica el término tianqi (天气), “el tiempo”: que se refiere a un conjunto de fenómenos climáticos de un lugar concreto donde vive un grupo de personas particulares. En comparación con estos significados, la evolución occidental se limita principalmente a lo natural, es decir, el concepto extranjero solo comparte uno de los significados que se hallan en el pensamiento oriental. De modo que al añadir “cielo” en el título original, Yan Fu quería, por un lado, reconfirmar y enfatizar lo natural de la evolución compartida por China y Occidente y, por otro, recuperar los sentidos de los conceptos de sobrenatural e individual que se dan en la tradición china. Es esta visión integral la que le permitió concluir que, dentro de un contenido mucho más amplio, “el concepto de la evolución existía en el mundo antiguo chino antes que en Occidente”.
Yan Fu (嚴復)
“Evolución y ética” traducido por Yan Fu
Una vez activados los valores tradicionales, la siguiente pregunta que planteó Yan Fu fue, ¿cuál es la esencia de la evolución del cielo? Contestó él mismo en su prólogo al afirmar que se trata de “la continua transformación”, o sea, “el cambio constante”, tal como se proclama en el Yi Jing (易经), “El libro de los cambios”: “El camino del cielo es el constante cambio”. Apoyándose en este término, pudo debatir con Thomas Henry Huxley sobre la división entre la evolución lineal y la circular que éste había formulado en su libro. Para el traductor chino, las dos formas de evolución se fusionan en el acto único del cambio, igual que sucede en nuestra vida cotidiana: se repite circularmente durante las 24 horas de cada día en las que vivimos o cambiamos linealmente. No se puede distinguir en cuál de las dos formas crecemos porque la lineal y la circular se superponen. Así pues, y fijando su punto de vista desde el continuo cambio, la explicación de Yan Fu superó al dualismo antagonista occidental al mantener la visión integral china de la evolución.
Yan Fu reveló por fin el verdadero objetivo de su traducción: quería advertir que la revitalización de la nación china dependería del esfuerzo de cada uno de sus ciudadanos. Sobrevivirán los que luchan de manera adecuada y, los que no lo hagan, desaparecerán de la faz de la tierra. Este era el profundo mensaje que el traductor proclamó: “Mientras las cosas y las personas compiten, el cielo salvará sólo a quienes se adapten a las circunstancias”
Sin embargo, ante el inestable cambio del cielo, ¿el hombre se deja llevar sin más? A esta cuestión, Yan Fu replicó que “la persona participa activamente en lo que cambia el cielo” y añadió que “la persona ejerce su participación individual en la evolución del cielo”. Es decir, la acción y la lucha personal construyen la fuerza y el resultado del progreso. Por eso, la evolución no se puede entender solo de forma abstracta como “un gran asunto” de la humanidad o la naturaleza, sino que afecta directamente a la realización de cada persona. Llegado a este punto, Yan Fu reveló por fin el verdadero objetivo de su traducción: quería advertir que la revitalización de la nación china dependería del esfuerzo de cada uno de sus ciudadanos. Sobrevivirán los que luchan de manera adecuada y, los que no lo hagan, desaparecerán de la faz de la tierra. Este era el profundo mensaje que el traductor proclamó: “Mientras las cosas y las personas compiten, el cielo salvará sólo a quienes se adapten a las circunstancias”. En este punto se esforzó por mantener una visión global de las tres dimensiones: natural, sobrenatural e individual. La evolución no solo es “la elección natural”, como en el caso de la teoría occidental, sino también la participación activa de la personal que “ayuda” a decidir a la naturaleza. En el caso de la crisis china significa que, en primer lugar, se debe tener confianza en la decisión natural del cielo y, en segundo, luchar cada uno por alcanzar conjuntamente dicha meta. Aquí Yan Fu volvió a recordarnos las viejas enseñanzas del Yi Jing: “Mientras el cielo avanza a gran velocidad, el caballero lucha por la auto-superación”
Yan Fu (嚴復)
Yan Fu junto a su sobrina He Renlan.
Se puede decir que, en su traducción de “La evolución del cielo”, Yan Fu utilizó las ideas y opiniones del pensamiento tradicional chino para explicar y desarrollar las teorías darwinistas basadas en la evolución biológica. Exploró los conceptos occidentales desde el punto de vista de la cosmología y la vida humana chinas. Los actualizó como una lección educativa para señalar que, con el fin de participar activamente en “la elección del cielo”, China debe mantenerse en su propia tradición al tiempo que aprende de Occidente. Sólo de este modo se puede revitalizar el esplendor de la nación china.
Yan Fu amó profundamente la cultura propia al tiempo que depositó una firme confianza en las ideas occidentales. Su razonable y abierta actitud le permitió proponer nuevos métodos de desarrollo obtenidos del mestizaje entre la tradición china y la modernidad occidental. Hoy en día, volviendo a escuchar las enseñanzas de este gran maestro, nos permite comprender que el desarrollo de la modernización china ha venido sosteniéndose en su propia tradición pero se ha nutrido también de los conocimientos que han llegado desde Occidente. Por lo tanto, los logros que sin duda se deben a su propio esfuerzo deben ser compartidos con el resto de la humanidad. China y el mundo se enlazan estrechamente y comparten un mismo destino: trabajar juntos para producir beneficios mutuos. Este es el profundo mensaje que nos ha legado la ardua búsqueda que persiguió el gran maestro Yan Fu durante toda su vida. 
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Revista Instituto Confucio 49
pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 49. Volumen IV. Julio de 2018.
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