Qingdao, la gran “isla verde” que despunta en la península de Shandong
A Qingdao se la cita entre las ciudades más agradables de China gracias a su buen clima. Con la llegada del siglo XXI, se convirtió en una de las urbes más influyentes del país gracias a su dinámico puerto y posee además un alto patrimonio y una rebosante vitalidad artística. Su conjunto histórico le ha valido a la ciudad el apodo de “la Suiza de Oriente” y desde 2017 está adherida, en el apartado cinematográfico, a la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO.
Puede que se la conozca más por la cerveza, que se elabora aquí desde 1903. O por sus playas, situadas al abrigo de la bahía de Jiaozhou, desde las que se contempla un paisaje sin igual. Quizás también quienes vienen hasta aquí lo hacen por la atracción que ejercen sus montañas, de las que Laoshan es la más conocida. Incluso la fama de esta ciudad costera de la península de Shandong, que se adentra en el mar Amarillo como una cabeza de dragón, le puede venir del templo Taiqing, ancestral epicentro del taoísmo en China. Será por todas esas razones, y por otras muchas, por las que la caleidoscópica Qingdao ocupa una posición geográfica ideal e importante para el desarrollo industrial y la inversión extranjera. Y también merece una visita para descubrir su histórico legado.
A Qingdao se la cita entre las ciudades más agradables de China pues ofrece un soplo de aire fresco y serena tranquilidad a todos los viajeros que llegan desde los cuatro puntos cardinales. Una característica a la que, sin duda, contribuye su buen clima. Qingdao tiene un clima monzónico de latitudes medias. Los tres primeros meses del año son fríos y ventosos, pero generalmente secos, en los que destaca la temperatura media de enero: -0.5 °C. Los meses más cálidos son los de junio a septiembre donde se registra una alta humedad. La temperatura media es, en agosto, de 25.3 °C y no se dan días especialmente calurosos. Debido a su proximidad a la costa, y al estar en una península, la primavera entra un mes más tarde que en el resto de las zonas del interior de China. La variación anual de su temperatura diurna es de solo 6.3 °C. Con estos datos, pues, el mejor momento para ir a Qingdao es de mayo a octubre.
Ubicada en la costa meridional de la península de Shandong, limita con tres ciudades de nivel de prefectura: Yantai al noreste, Weifang al noroeste y Rizhao al suroeste. El área total de la ciudad ocupa 11.282 km2 con una orografía relativamente llana. La elevación más alta es de 1.132’7 m sobre el nivel del mar mientras la línea de costa se alarga durante más de 700 km. Su población urbana supera los 6 millones de habitantes y la del nivel de prefectura rebasa los 9 millones (est. 2018). Su puerto, uno de los mayores a lo largo del río Amarillo, es uno de los cinco primeros por el volumen de comercio exterior y tiene la terminal de contenedores más grande de China.
Por esta zona fluyen importantes ríos entre los que destacan el Baisha, el Moshui y el Licun. Caminando por la orilla de este último, en los meses de septiembre a diciembre, se pueden contemplar gaviotas volando sobre el agua. Sus bulliciosas playas y las colinas naturales que adornan a esta ciudad le proporcionan un paisaje rico que regala interesantes atracciones turísticas. Destaca la de Huiquan por ser muy concurrida.
La Suiza de Oriente
Pero Qingdao posee más encantos que su costa que se asoma al mar Amarillo. Frente a ese espacio marítimo se encuentra el majestuoso monte Lao o Laoshan. Es un lugar sagrado del taoísmo y la cima impresiona por sus vistas y los numerosos edificios históricos que lo envuelven. Entre ellos el más importante, sin duda, es el templo Taiqing. El casco antiguo de esta villa, con encantadoras calles que presentan una sorprendente arquitectura, está marcado por su reciente historia que testimonia la influencia colonial alemana desde finales del siglo XIX. En el laberinto urbano se puede ver a gente jugando al ajedrez o comiendo mariscos a la parrilla. En este aspecto destaca el barrio del distrito de Shinan, perfectamente conservado en torno a la iglesia protestante luterana de Qingdao y la catedral católica de Qingdao. Sus casas de piedra y tejados rojos suponen un auténtico y exótico paisaje. El conjunto histórico le ha valido a la ciudad el apodo de “la Suiza de Oriente”.
El arraigo social y cultural de esta tierra se reconoce desde la Era Neolítica con evidentes actividades humanas. El poeta de la dinastía Tang, Li Bai (701- 762); el escritor de la dinastía Song, Su Shi (1037-1101); y Pu Songling (1640- 1715), literato de la dinastía Qing, dejaron su impronta aquí. En tiempos más recientes, las ventajas geográficas y de recursos de Qingdao llamaron la atención del mundo. Con la llegada del siglo XXI, se convirtió en una de las urbes más influyentes del país gracias a su dinámico puerto. Y no solo ello, sino que ha sabido ganarse una característica cultural distintiva.
Qingdao posee un alto patrimonio y una rebosante vitalidad artística. Desde las décadas de 1920 y 1930, se ha atraído a una gran cantidad de celebridades culturales de ámbitos diversos. El primer violín “hecho en China” vio la luz aquí. La urbe, a la que también se conoce con el apelativo de “isla de la música”, organizó con éxito las pruebas de vela de los Juegos Olímpicos de Beijing (2008) y la competición paralímpica del mismo año. Además, fue elegida “capital cultural de Asia Oriental” de 2015. Desde 2017 está adherida, en el apartado cinematográfico, a la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO.
De hecho, Qingdao ya dispone, desde 2017, de su particular “Ciudad del Cine”. Se han construido más de 30 estudios de grabación, incluido el más grande del mundo, que mide 10.000 m2. Otros 10 le seguirán en los próximos años para concentrar aquí la inversión en este sector de la industria cultural y del entretenimiento. Además de los lugares de rodaje y postproducción, esta zona también incluye un teatro, una escuela, un hospital, hoteles de lujo o un club náutico. También se ha previsto la construcción de un centro comercial gigante con tiendas, cafeterías, restaurantes, una pista de hielo, un parque de atracciones, un parque acuático y, por supuesto, un cine de grandes dimensiones.
Un dinamismo económico al que ha contribuido en los últimos años el puente de la bahía de Jiaozhou que une la ciudad al distrito Huangdao. Su longitud es de 36’48 km. La obra de ingeniería, inaugurada en 2011, dio como resultado el viaducto sobre agua más largo del mundo hasta que en 2018 cedió el récord al de Hong Kong-Zhuhai-Macao. También en esta bahía radica el túnel submarino más largo de China, que tiene una longitud total de 7.797 m y una sección del fondo marino de 4.095 m.
Pasión por la cerveza
Otro de los atractivos de esta ciudad costera es su bebida. Y lo es desde que, en 1903 y por iniciativa alemana e inglesa, se fundara aquí la primera fábrica de cerveza. De hecho, la marca principal de la ciudad lleva su mismo nombre y es una de las pasiones de sus habitantes y de quienes la visitan. Desde entonces, y hasta la fecha, es uno de sus emblemas más reconocidos. Por ello, y desde 1991, celebra su Festival Internacional de la Cerveza, el más grande de China y que cerró sus puertas el 25 de agosto de este 2019. Durante casi un mes se presentaron en dicho festival más de 1.300 tipos de cerveza de 200 marcas internacionales diferentes. Se realizaron maratones internacionales nocturnos, concursos de fotografía, espectáculos de luces y fuegos artificiales, conciertos de música electrónica y otras actividades para satisfacer a tantos visitantes.
Y, para acompañar a la famosa bebida, la ciudad ofrece un amplio abanico de opciones gastronómicas. Lo primero que llama la atención es su infinita variedad de pescados y mariscos por ser una villa con un marcado acento marinero. Entre sus platos más populares están los fideos de gambas, la gelatina de algas, las manos de cerdo, los pepinos de mar y las almejas púrpura. Dicen los sibaritas que Qingdao es un paraíso para el paladar. Las delicias van desde los platos principales, servidos en los grandes banquetes, hasta los aperitivos ligeros. Para la mayoría de los locales, un buen desayuno no es tal si no incluye unos grandes bollos al vapor. Están elaborados con una masa suave con rellenos ricos y tiernos, que pueden ser de cerdo, verduras frescas, hongos negros o los afamados mariscos de la ciudad. Durante la década de los 80, esta especialidad local fue muy popular y era normal ver grandes colas de gente esperando temprano por las mañanas para hacerse con la primera hornada de los citados bollos calientes y aromáticos.
Tras la primera comida de la jornada, un cuenco de fideos de gambas es una muy buena alternativa para el almuerzo en toda la península de Shandong. Son fáciles de hacer y en el plato sobresalen unas gambas grandes y suculentas. En esta zona se prefiere hacer los fideos en casa, desde la elaboración de la masa hasta tirar y separar los fideos, en vez de comprarlos ya hechos en el mercado. Los caseros son más suaves y elásticos que los que se compran en la tienda. Las gambas peladas y lavadas del mar de Bohai se hierven primero, se cocinan luego con fideos para, finalmente, añadirles cebollino, aceite de sésamo, pimienta y semillas de alcaravea o comino de prado. Otra opción es la de tomar una sopa de bolas de pescado que se elaboran estrujando caballas frescas, junto con cerdo picado y especias. Tras hervirlas a fuego lento durante horas, su caldo resulta sabroso y las altamente proteínicas bolas de pescado quedan suaves y nada grasientas.
Como colofón a una intensa jornada, hay una diversidad de platos principales para la cena, como las manos de cerdo liuting asadas en rojo, los pepinos de mar estofados con cerdo picado y las alargadas almejas xishishe. El primero de ellos es un famoso y centenario plato conocido por su carne gelatinosa. La carne se sazona con jengibre, cebolla, ajo, anís, casia (un tipo de canela que es una de las 50 hierbas fundamentales usadas en la medicina tradicional china), cristal de azúcar y otras hierbas. Las manos de cerdo se lavan y se cuecen con el condimento hasta que quedan blandas, luego se hierven a fuego lento durante una hora hasta que cuajan. Su espuma y la grasa resultante se retiran de la superficie y se deja enfriar durante la noche. A la mañana siguiente, quedan unas perfectas manos de cerdo en gelatina.
Para el pepino de mar estofado con cerdo lo más importante es elegirlo muy graso. Se recomienda que tenga un 70% de tocino. La carne de cerdo se pica y se pone en agua hirviendo para blanquearla. A continuación, se le añade agua, salsa de soja, azúcar y el propio pepino de mar. Todo ello se cuece a fuego lento hasta que los ingredientes se absorben completamente. El plato, ligeramente dulce y gelatinoso, se sirve normalmente a invitados especiales. Por último, las almejas alargadas de xishishe, con forma de lengua, viven en aguas profundas y pueden crecer hasta alcanzar una longitud de 8 cm. Tras cocinarlas, su carne se vuelve blanca y sabrosa y son una delicia imprescindible en todas las barbacoas.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 57. Volumen VI. Noviembre de 2019.
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