Historias de una casa de té en el viejo Beijing
La casa de té Lao She chaguan se encuentra en la calle Qianmen de Beijing. El paso del tiempo no ha podido cambiar el delicado aroma del té de jazmín y los tazones grandes de porcelana con el borde azul siguen tan cual hace siglos.
En la calle Qianmen de Beijing se encuentra una casa de té que se llama Lao She chaguan (老舍茶馆). En la fachada cuelga un llamativo cartel con los siguientes caracteres rojos sobre un fondo amarrillo: 大碗茶 (da wan cha o “el té en tazón”). El paso del tiempo no ha podido cambiar el delicado aroma del té de jazmín y los tazones grandes de porcelana con el borde azul siguen tan cual hace siglos. No sólo los viejos lugareños de Beijing anhelan el sabor del té, los turistas chinos y extranjeros también visitan esta tetería atraídos por su reputación.
Lao She, famoso escritor chino, dijo en una ocasión: “una casa de té es como una pequeña comunidad”. Durante la primera mitad del siglo XX, las casas de té eran para los pekineses como las cafeterías para los parisinos. Pasar el tiempo en las teterías formaba parte de la vida ordinaria de los habitantes del antiguo Beijing. Hoy en día, medio siglo más tarde, los pekineses tienen más opciones de ocio y entretenimiento, por lo que las casas de té ya no gozan de la popularidad que tenían antes. A pesar de eso, todavía quedan algunos de estos locales desperdigados por la ciudad y mantienen el mismo ambiente tradicional de las viejas casas de té de Beijing. Lao She chaguan es una de las más conocidas, donde los clientes no sólo pueden tomar té en distintas variedades, sino también disfrutar de las artes folklóricas tradicionales chinas como cuentacuentos, diálogos cómicos, narración de historias y leyendas en el dialecto de Beijing acompañados de un pequeño tambor, etc. Casi se puede afirmar, que este lugar es un museo de las costumbres folklóricas del antiguo Beijing.
Los camareros de la casa de té se visten de forma tradicional ataviados con un guapi mao (瓜皮帽, un gorro que tiene la forma de la cáscara de media sandía), una chaqueta azul y una toalla sobre el hombro. Apenas entran los clientes, les reciben con un grito al modo de saludo antiguo: “¡Estimado cliente, entre por favor!”, y les llevan enseguida hacia el interior de la casa de té tradicional ambientada como el viejo Pekín.
Wang Xiaopeng es un chico de 23 años que trabaja para esta casa de té como camarero. Cada día atiende a los clientes chinos y extranjeros en el gran salón, pone las mesas, sirve el té y añade agua hirviendo. Wang está especializado en una destreza excepcional: servir el té con una tetera de pico largo. Hace unos años, en la Semana de Beijing en la Expo de Shanghai 2010, Wang y sus compañeros hicieron una representación del arte de servir el té y su espectáculo ganó los más entusiasmados aplausos del público asistente.
Cuando le pregunté a Wang el porqué de haber aprendido esta técnica me contestó que fue casi por casualidad. Hace cuatro años, cuando tenía 19, llegó a Beijing solo en busca de una mejor vida. Al poco, encontró trabajo en la cocina del Lao She chaguan. “Un día vi el espectáculo de servir té y me gustó, así que busqué a un profesor que me enseñara esta técnica”, contestó Wang a mi pregunta para calmar mi curiosidad.
Así, Wang se entrenó todo un año tanto durante los días más fríos como durante los más calurosos. Debido a que los movimientos necesitan de mucho espacio, todos los entrenamientos se tenían que realizar al aire libre. En invierno, cuando la temperatura bajaba de los cero grados, su profesor no le permitía ponerse guantes, tampoco mucha ropa. Después de largo rato, el agua de la tetera acababa congelándose. Todo este trabajo duro, tuvo como resultado el perfeccionamiento en la técnica del manejo de la tetera de bronce y pico largo.
Desde su punto de vista, la casa de té es como una tetera de cuello largo. “La tetera de pico largo se usa para servir el té con una corriente de agua larga y fina, y eso hace que el sabor del té salga plenamente y su aroma inunde la sala. Cuando los clientes de diferentes culturas están inmersos en el ambiente de la casa de té, absorben sin darse la cuenta lo que oyen y lo que ven, ellos no sólo están saboreando las hojas de té, también están experimentando el encanto de la cultura china”, dice Wang con cierto orgullo.
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Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 4. Volumen I. Enero de 2011.Ver / descargar el número completo en PDF
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