Centro financiero de Ping An (Shenzhen)
Shenzhen: la aldea pesquera que se convirtió en una gran metrópolis
Shenzhen (深圳) es una ciudad situada en una de las zonas económicas más desarrolladas de China, a pocos kilómetros de Hong Kong. Desde que el gobierno chino la convirtiera en la primera zona económica especial del país, ha experimentado un desarrollo económico radical, con un paisaje urbano que cambia por días. En la actualidad cuenta con más de un centenar de rascacielos. Aquel poblado que en su día fue un hogar para pescadores, se ha ganado a pulso el sobrenombre de “ciudad vertical”.
Shenzhen (深圳) es una ciudad situada en una de las zonas económicas más desarrolladas de China, el delta del río de las Perlas (珠江三角洲), y a pocos kilómetros de Hong Kong (香港). Disfruta cada año de un larguísimo verano que le proporciona un clima suave, abundantes horas de sol, copiosas precipitaciones y una temperatura media de 23 ºC, condiciones que hacen de ella una ciudad idílica para vivir. En las últimas décadas, esta urbe ha evolucionado de la mano de los programas de Reforma y Apertura que estableció el gobierno chino. Desde que se convirtiera en la primera zona económica especial del país, en 1978, ha experimentado un desarrollo económico radical, con un paisaje urbano que cambia por días, y es en la actualidad la principal representante de la prosperidad de las ciudades emergentes de China.
En las últimas cuatro décadas Shenzhen ha mutado de forma drástica. Aquellos caminos enterrados en polvo, que antaño cruzaban la aldea, han sido sustituidos por amplias y llanas avenidas asfaltadas y pasos superiores que facilitan el movimiento en la metrópolis. Las vetustas viviendas de barro han dejado paso a enormes rascacielos que compiten por alcanzar las mayores alturas. Esta población no cesa de buscar la perfección en sus instalaciones y en otros aspectos de su vida cotidiana: hospitales con una tecnología vanguardista, numerosas y envidiables instalaciones deportivas, atractivos enclaves turísticos, eficientes redes de transporte interno y externo, o un sistema educativo cuyo desarrollo se ha convertido en foco de la inversión económica. Todos ellos son los responsables de que esta urbe sea una de las ciudades más modernas de toda China.
Los orígenes de Shenzhen se encuentran sobre las bases del pretérito condado de Bao’an, un área que, por la inmadurez de sus infraestructuras y una economía totalmente dependiente de la agricultura y la pesca, estaba condenada a permanecer en la retaguardia productiva del país. Con la apertura de la línea ferroviaria Kowloon-Cantón, se emplazó en Shenzhen la estación de Luohu (罗湖车站), con lo que la zona, al convertirse en puerta de enlace entre la China continental y Hong Kong, comenzó a desarrollarse a un ritmo muy favorable. Fue de esta forma mediante la que comenzaron a emerger en el condado de Bao’an las primeras calles comerciales, mercados de compra-venta de productos agrícolas y otros enclaves de prestación de servicios industriales que darían forma al actual distrito de Luohu. Sin embargo, aunque se vio mejorada hasta cierto punto, la situación económica de esta zona continuaba sumergida en la precariedad.
Una vez establecida la zona económica especial en 1979, la ciudad prosperó rápidamente con el citado programa. El puerto llegó a ser durante varios años seguidos el tercero en el mundo, con respecto a la cifra total de movimientos de entrada y salida de productos y, durante 21 años sucesivos, fue el enclave con mayor número de exportaciones de toda la China continental. Hoy en día, la agricultura y la pesca han dejado de cimentar la economía de Shenzhen, pues cada vez son más las personas que viven de las industrias de primer nivel tecnológico, de los servicios financieros y del comercio de exportación. Es gracias a todo ello que Shenzhen ha logrado la prosperidad de la que goza en la actualidad.
Ciudad vertical
Tras la Reforma y Apertura, los habitantes de esta villa fueron testigos de la sustancial transformación que experimentó su forma de vida. Desde el punto de vista cultural, la renovación fue una realidad. Surgieron una gran cantidad de obras de arte, cuyos responsables constituían la nueva generación de literatos y estudiosos que comenzaba a forjarse en Shenzhen y, además, también emergieron muchos museos, bibliotecas, teatros y otras instituciones que sirvieron para enriquecer la vida espiritual y cultural de sus habitantes.
Lo mismo ocurrió con la oferta de ocio de la ciudad, que da cabida tanto a parques gratuitos destinados al grueso de la población como a lujosos clubes sociales; comenzaron a popularizarse las actuaciones improvisadas en salones comunitarios y las representaciones teatrales de alto nivel pasaron a ser asequibles. El transporte también evolucionó con los nuevos tiempos: los coches sustituyeron a las bicicletas, el metro suburbano al antiguo ferrocarril y se comenzó a ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de descubrir lugares más lejanos gracias a la implementación de los trenes de alta velocidad y a la construcción de aeropuertos.
Hoy en día, la ciudad ofrece una impresionante estampa protagonizada por edificios de viviendas y oficinas de más de 20 plantas de altura. En 2016, la cantidad de rascacielos por encima de los 150 m de altura era de 101, por lo que Shenzhen pasó a ser la segunda ciudad de China con más edificios de estas características. De entre ellas, es el Centro financiero de Ping An (平安国际金融中心), con 660 m, el coloso de mayores dimensiones de la ciudad. No en vano, aquel poblado que en su día fue un hogar para pescadores, se ha ganado a pulso el sobrenombre de “ciudad vertical”.
Shenzhen es una representación a pequeña escala de la frenética velocidad del desarrollo de China en la actualidad. Su transformación no solo refleja una impresionante mejoría económica, sino también la metamorfosis cultural de la que se han visto beneficiados sus habitantes. Es por todo ello que la ciudad ha sido capaz de acoger con los brazos abiertos las costumbres de diferentes culturas foráneas para convertirse en una metrópolis internacional y en uno de los máximos exponentes de la diversidad cultural.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 46. Volumen I. Enero de 2018.
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