Bianzhong perteneciente al marqués Yi de Zeng
El ‘bianzhong’ del marqués Yi de Zeng: el “rey de la música”
En 1978 se encontró en Hubei un bianzhong de bronce compuesto por 65 campanas, es el de mayor tamaño y más completo que se ha encontrado hasta la fecha. Este instrumento es conocido como el “rey de la música” (乐中之王, lè zhōng zhī wáng) . El bianzhong tiene una historia muy larga y es un instrumento único de China. Emite un sonido natural metálico. Está mayormente hecho de bronce, aunque también tiene algo de piedra y cobre.
La provincia de Hubei es un referente en la música china. Aquí no solo surgió el “rey de la música”, también es el lugar de nacimiento del término “zhiyin” (知音, lit. “aquel que conoce la voz” amigo íntimo, alma gemela).
La sagrada tierra del rey de la música
En el año 1978, al oeste de Suizhou (随州市), Hubei (湖北), en un conocido lugar llamado “Leigudun”, fue desenterrado un ataúd del periodo de los Reinos Combatientes: la tumba del marqués Yi de Zeng. Esa sepultura tenía más de 2.400 años de antigüedad. En ella se encontraron numerosas y misteriosas reliquias culturales, entre las cuales había exquisitos y peculiares ingenios, como por ejemplo objetos rituales, instrumentos de música, muebles lacados, piezas de jade y oro, armas, carrozas y tablillas de bambú. En total, encontraron más de 15.000 objetos de los que 6.239 eran de bronce. Entre estos, llamó particularmente la atención un bianzhong (编钟; un instrumento tradicional chino) que se encontró preservado en perfectas condiciones. Este bianzhong de bronce, compuesto por 65 campanas, es el de mayor tamaño y más completo que se ha encontrado hasta la fecha. Este instrumento es conocido como el “rey de la música” (乐中之王).
El bianzhong tiene una historia muy larga y es un instrumento único de China. Emite un sonido natural metálico. Está mayormente hecho de bronce, aunque también tiene algo de piedra y cobre. Su mango está conectado a las campanillas y en la superficie destaca su decoración con motivos religiosos u otros diseños. Debido a su particular fabricación y elaboración, cuando el bianzhong suena, emite diferentes y hermosas notas. Según su tamaño y afinación, las campanillas están organizadas hasta obtener un juego completo y se cuelgan por orden en un marco de madera. “Bian” (编) significa “organizar” y “zhong” (钟) significa “campana”, por eso este instrumento recibe el nombre de bianzhong. Para tocarlo se emplea un mazo de madera con el que se produce el sonido al golpearlo. Su timbre es limpio y nítido, aunque melódico, su tono, alto y claro pero elegante, con una penetrante fuerza.
El bianzhong tiene su origen en la dinastía Xia (夏, 2070-1600 a.C.), se popularizó durante la época Shang (商, 1600-1046 a.C.) y alcanzó su apogeo durante la dinastía Zhou (周, 1046-249 a.C.), con todo tipo de magníficos materiales, usos, formas, ritmos y timbres. Durante el linaje Shang los bianzhong estaban principalmente compuestos por tres campanillas. Durante el periodo de las Primaveras y Otoños se aumentó el número de sus campanillas con cinco, nueve, doce y hasta sesenta y cinco.
En la primera colección del Clásico de poesía (诗经) se describen numerosas escenas en las que se toca el bianzhong.
En busca de la amistad verdadera
El nacimiento del bianzhong aún es todo un misterio. Todavía se desconoce quién fue el primero en pensar que el bronce no solo podía emplearse para fabricar herramientas, recipientes y armas, sino que también se podía disfrutar del sonido que este producía. Pero sabemos que la invención de este instrumento es suficiente para reflejar la mente humana y el viaje espiritual en búsqueda del alma gemela.
Por suerte, hace años se difundió en estas tierras una historia sobre dicha alma idéntica. Durante el periodo de las Primaveras y Otoños, vivía en el Estado de Chu un hombre llamado Yu Boya. Aunque experto en música, siempre sintió que era imposible transmitir a la perfección todo lo que sentía. Un día, su maestro le llevó a la isla de Penglai, en el mar del Este, para que admirase el paisaje y escuchase atentamente el sonido del mar. Cuando vio las olas rugir y romper con fuerza bajo los pájaros volando no pudo evitar tocar su guqin que, con su hermosa melodía, se fusionó con la naturaleza. Ante la majestuosa escena, el alumno se quedó esperando a su maestro. Como no volvía, decidió buscarlo a lo largo del pie de la montaña. Después de rodearla, apareció de repente ante sus ojos algo maravilloso: una cascada salida de las nubes, como un manantial que emana de la niebla, con perlas salpicando por todas partes, y resonando como música celestial. Yu Boya se detuvo a observar el cielo, enormemente inspirado, y se sentó en el suelo a tocar una hermosa melodía con su guqin. De pronto, escuchó la voz risueña de su profesor detrás de él: “Veo que has encontrado al maestro inmortal”. El joven músico comprendió de repente que a lo que el maestro se refería con ese apelativo no era más que la naturaleza misma.
A partir de entonces ya nadie pudo entender su música, por lo que se sintió extremadamente solo y angustiado. Más tarde, Yu Boya fue al reino de Jin a ejercer como doctor. Un día, fue enviado en una misión diplomática y, tras encontrarse con un fuerte vendaval, se vio obligado a hacer una parada en Hanyang, en la prefectura de Jiangkou. Llegada la calma, la luna otoñal emergió de entre las nubes. El músico, subido a la proa de un barco, observó la brillante luna y, después, bajó su mirada al agua. De pronto, tuvo unas ganas tremendas de tocar su guqin y así lo hizo. Al terminar la última nota, advirtió que en la hierba había un leñador. Cuando interpretó su preciosa melodía al guqin, el leñador exclamó conmovido: “¡Majestuoso y solemne, tan espléndido como el monte Tai!”. Con el instrumento fusionándose con el movimiento de las olas, el leñador profirió de nuevo emocionado: “¡Vasto y poderoso, como el fluir del agua, igual que un mar sin límites!”. El nombre del leñador era Zhong Ziqi y enseguida se hicieron grandes amigos. Zhong Ziqi murió poco después y cuando Yu Boya se enteró, acudió a su tumba y ejecutó una melodía con su guqin. Y esa fue la última vez que lo tocó.
Esta clásica historia ha sido transmitida durante generaciones y ejemplifica vívidamente lo difícil que es encontrar un alma gemela. En este relato, la música que tocaba Yu Boya con su guqin es conocida en toda China como Gao Shan Liu Shui o “Agua que corre por la alta montaña” (高山流水). Actualmente, mucha gente utiliza el hermoso modismo Gao Shan Liu Shui como metáfora de la amistad íntima, simbolizando la más pura y noble relación que se puede dar entre dos personas.
Juntos a través del tiempo
En realidad, Gao Shan Liu Shui es una canción para guqin. También conocido como yaoqin, el guqin es un instrumento musical tradicional chino. Antiguamente se decía que su sonido era la música del lago Yao de los cielos, por eso se le llama yaoqin. En la compilación Qin Cao de Cai Yong se enfatiza que el guqin fue creado por Fu Xi, uno de los Tres Augustos y Cinco Emperadores. Fu Xi fabricó el guqin de acuerdo a las leyes del universo, y cada vez que sonaba la gente entraba en un estado de trance, en el que se unían con el cielo y se oponían a lo falso e inmoral, para volver a casa en un estado mental de total relajación.
Al guqin se le considera un instrumento muy sagrado y existen leyendas que testimonian el muy importante papel que tuvo Shennong también en su creación. Shennong fue el emperador Yan, uno de los Tres Augustos. Los chinos suelen decir que son “descendientes del soberano Yan y del mítico emperador Amarillo”. Se dice que Shennong no solo creó la agricultura, sembró los principales cultivos, probó todo tipo de plantas e inició los intercambios comerciales, convirtiendo al pueblo chino en una civilización agrícola, sino que también es posible que fuera el inventor del guqin.
Del mismo modo que el bianzhong ha sonado a través de los siglos, Gao Shan Liu Shui lo ha hecho también. Poco a poco, y a partir del distante guqin, la canción atravesó las fronteras del Estado de Chu, se expandió por todo el territorio e influyó a la antigua China. Actualmente, tiene una nueva misión: cruzar tierra y mar para alcanzar cada vez más a gente extranjera y mostrarles su cariño.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 38. Volumen V. Septiembre de 2016.
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