miércoles, 17 de junio de 2020

La legendaria batalla de los acantilados rojos - ConfucioMag

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La legendaria batalla de los acantilados rojos

La batalla de los Acantilados Rojos o de Chibi se libró en el sureste de la provincia de Hubei, en el año 208 d.C., al final de la dinastia Han. Se considera una de las mayores batallas navales de la historia.

Reportaje deYou Zhichao
尤智超 
 
En el sureste de la provincia de Hubei hay un pequeño condado cuyo nombre es conocido en toda China. Desde hace más de mil años la historia de este lugar ha sido objeto de estudio. Muchos autores le han rendido homenaje en sus estudios y en la literatura y ha sido también un tema de conversación recurrente entre la gente de a pie. El nombre de este esta ciudad es Chibi (赤壁). En su momento, fue escenario de una de las mayores batallas navales de la historia: la batalla de los Acantilados Rojos o de Chibi.
En la extensa historia bélica de China ha habido numerosas batallas, pero, se puede decir sin exagerar que, de todas ellas, esta es la más conocida y debatida. Esta batalla sucedió en el año 208. La razón por la que se le presta tanta atención en China a este periodo es porque aparece en uno de los Cuatro Clásicos de la literatura china: el Romance de los Tres Reinos (三国演义Sānguó Yǎnyì).  Esta novela basada en hechos reales crea una serie de leyendas espléndidas que entremezclan realidad y ficción, historia y fábula, en un maravilloso e inmortal relato. 
La legendaria batalla de los acantilados rojos

Los estados vasallos se disputan China

Hacia el final de la dinastía Han Oriental (东汉, 25-220), el poder imperial fue debilitado. Tras la rebelión de los Turbantes Amarillos, muchos compitieron por la supremacía y sobrevino el caos y la confusión. Los estados vasallos también tomaron parte y se dividieron. Finalmente, se formaron los tres poderosos reinos de Wei (), Shu () y Wu () encabezados por Cao Cao (曹操), Liu Bei (刘备) y Sun Quan (孙权) respectivamente, que se convirtieron en los tres principales pilares de estos reinos. El ministro Cao Cao, descendiente de la nobleza, tenía a su disposición diversos vasallos. Tras varias campañas militares, estuvo a punto de unificar el norte y asumió un gran poder. Liu Bei, conocido también como el príncipe Jing de Zhongshan (中山靖王), pertenecía a la familia imperial e hizo un pacto de hermandad con los valientes Guan Yu (关羽) y Zhang Fei (张飞). Liu Bei era muy benevolente y justo, por ello se ganaba el corazón de la gente. Después de tres visitas al militar y estratega Zhuge Liang (诸葛亮), Liu Bei consiguió reclutarle para dirigir el reino y obtener la victoria. El reino de Wu Oriental ocupaba la zona de Jiangdong (江东), protegido por el río Yangtsé. Sun Quan era el tercero en ocupar el trono de este reino, un joven líder que sabía escoger a la gente adecuada.
El reino de Wu Oriental, en Jiangdong, se encontraba en un momento de agitación, pues muchos ministros estaban de acuerdo en capitular ante Cao Cao y convertirse en un estado vasallo. Sun Quan, apoyado por otras facciones como las de los diplomáticos Zhou Yu y Lu Su entre otros, no tenía miedo alguno. Delante de sus ministros, sacó su espada y cortó la esquina de la mesa diciendo: “¡Cualquier oficial que pretenda someterse al enemigo recibirá el mismo castigo que esta mesa!

Cao Cao guía a su ejército hacia el sur

En el año 208, Cao Cao llevó la paz al norte y, como un torrente de energía, se dirigió al sur para derrotar al reino de Wu. Llegado este punto, el ministro contaba con el apoyo de los conocidos como “800.000 soldados”, un ejército formidable que podía atravesar incesantemente ríos y montañas. En una carta para el reino de Wu, Cao Cao escribió: “Ahora mismo dispongo de 800.000 soldados. Si no os rendís, os derrotaré”. El reino de Wu Oriental, en Jiangdong, se encontraba en un momento de agitación, pues muchos ministros estaban de acuerdo en capitular ante Cao Cao y convertirse en un estado vasallo. Sun Quan, apoyado por otras facciones como las de los diplomáticos Zhou Yu (周瑜) y Lu Su (鲁肃) entre otros, no tenía miedo alguno. Delante de sus ministros, sacó su espada y cortó la esquina de la mesa diciendo: “¡Cualquier oficial que pretenda someterse al enemigo recibirá el mismo castigo que esta mesa!” Zhuge Liang, que se encontraba en el reino de Wu Oriental en ese momento, selló una alianza con Sun Quan para enfrentarse a Cao Cao. Ambos pusieron en común sus puntos de vista ante una posible contienda: los soldados de Cao Cao, que habían recorrido largas distancias, estaban exhaustos. Los soldados de la armada del norte estaban acostumbrados a las batallas a caballo, no a las navales. Además, entre sus tropas había muchos prisioneros de guerra, por ello bajo la apariencia de unidad se escondía una latente división. 
La legendaria batalla de los acantilados rojos

Zhuge Liang recoge flechas

El Romance de los Tres Reinos describe muchas de las populares historias que ocurrieron en la batalla de los Acantilados Rojos. Se dice que Sun Quan (reino de Wu) y Liu Bei (reino de Shu) formaron una alianza para luchar contra Cao Cao (reino de Wei), pero la cantidad de flechas que tenían no era suficiente. Con la batalla a la vista no había tiempo que perder. Zhuge Liang manejó la situación con calma y dijo que tenía un buen plan. Lu Su le prestó veinte barcos, cada uno de ellos con treinta hombres. Los navíos estaban cubiertos con una tela negra y figuras de paja a ambos lados. Durante la madrugada, Zhuge Liang pidió a Lu Su que preparase los barcos, pero este no sabía nada del plan. Aquella noche, la espesa niebla lo cubría todo, las aguas del río Yangtsé estaban inmersas en la bruma, como si del paisaje de un cuento se tratase. Antes del amanecer, los barcos se aproximaron a la base naval de Cao Cao. Zhuge Liang ordenó que colocasen todos los barcos en una fila mirando hacia la base y que los soldados gritasen mientras tocaban los tambores. Lu Su palideció temiendo la respuesta del ejército de Cao Cao. Zhuge Liang rio y dijo: “Apuesto a que Cao Cao no se atreve a enviar a sus soldados con esta niebla. Vayamos dentro a beber”.
Antes del amanecer, los barcos se aproximaron a la base naval de Cao Cao. Zhuge Liang ordenó que colocasen todos los barcos en una fila mirando hacia la base y que los soldados gritasen mientras tocaban los tambores. Lu Su palideció temiendo la respuesta del ejército de Cao Cao. Zhuge Liang rio y dijo: “Apuesto a que Cao Cao no se atreve a enviar a sus soldados con esta niebla. Vayamos dentro a beber”.
Cuando Cao Cao vio la niebla que lo cubría todo, temió que fuera una táctica del enemigo para realizar una emboscada, así que se vio obligado a ordenar a sus combatientes que disparasen más de diez mil flechas hacia el sonido de los tambores. Cuando uno de los lados de los barcos quedó cubierto de flechas, Zhuge Liang ordenó que les diesen la vuelta para así acumular más por el otro lado. Pronto, todas las figuras de paja estaban cubiertas de flechas. Con la niebla disipándose, Zhuge Liang mandó la retirada de los barcos, pero no sin que antes gritasen todos sus soldados: “¡Gracias por las flechas, ministro Cao!”. Cuando este comprendió lo que acababa de suceder, los veinte barcos ya habían desaparecido.

Invocando el viento del este

Se dice que la mayoría de los soldados de Cao Cao eran del norte. Aunque eran numerosos no se manejaban bien en el agua. Si mantenerse en pie en los barcos ya era para ellos una tarea difícil, luchar en una batalla naval en el sur de China era casi imposible. En la primera guerra púnica Roma y Cartago usaban el corvus, una especie de pasarela móvil que servía para enganchar sus barcos a los del enemigo y abordarles. Sin embargo, lo que hizo Cao Cao fue ordenar a sus oficiales que atasen todos los barcos para navegar juntos por el río como una enorme bestia acuática. Admirando el esfuerzo de sus soldados sintió una gran alegría: “Con los barcos atados, navegar por el río es como caminar sobre tierra llana”. Entonces un soldado le preguntó a Cao Cao qué debían hacer si había fuego enemigo. Su respuesta fue: “Cualquier ataque con fuego depende del viento pero ahora, en mitad del invierno, solo sopla viento del oeste y del norte, no sopla viento del este ni del sur. Nuestros barcos se encuentran en el noroeste, mientras que el enemigo se encuentra en el sur. Si deciden lanzar fuego hacia nosotros recogerán lo que hayan sembrado. ¿Qué hay que temer?”. El bando de Sun Quan y Liu Bei habían preparado un plan para atacar con fuego pero para ello necesitaban viento del este. Cuando nadie sabía qué hacer, Zhuge Liang ordenó a sus soldados construir el altar de las Siete Estrellas en las colinas del sur, con un perímetro de ochenta metros y una altura de tres. Una vez terminado, Zhuge Liang se bañó, se vistió con ropas taoístas y subió lentamente descalzo al altar, donde encendió incienso y rezó en silencio. A continuación, pidió al cielo que le trajera la brisa. Más tarde, esa misma noche, escuchó de pronto las banderas ondeando al viento. La corriente del sureste pronto emergió con fuerza. El general Huang Gai (黄盖), que tenía veinte barcos preparados con fuego, fingió rendirse ante Cao Cao y aprovechó cuando este estaba desprevenido para disparar contra sus naves, ayudado por la ventisca. En un instante, las embarcaciones de Cao Cao, atadas unas a otras, empezaron a arder acabando con la vida de un gran número de soldados. Tras esta batalla, el grandioso plan de Cao Cao para unificar China fue temporalmente apartado y no tuvo más opción que retirarse a las tierras de la Llanura Central para recuperarse, siendo en ese momento cuando se estableció una rivalidad equitativa entre los tres reinos.  

Instituto Confucio 38
pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 38. Volumen V. Septiembre de 2016.
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