El sentido de la naturaleza
Siete sendas por la tierra
Paolo Pecere
Traducción de Xavier González Rovira
Una invitación a redescubrir y repensar nuestro vínculo con la naturaleza, a aprender de nuevo a sentirla y contemplarla con respeto y admiración, y a buscar una nueva definición de la ecología.
https://www.anagrama-ed.es/libro/argumentos/el-sentido-de-la-naturaleza/9788433947635/A_629
Uno de los lugares preferidos del explorador alemán era la Estrella Fluvial del Sur, la confluencia de los ríos Orinoco, Guaviare y Atabapo, en la frontera entre Colombia y Venezuela. Y es allí donde Paolo Pecere llega con un ejemplar del libro de Humboldt para seguir su camino, como nos cuenta en su ensayo. La belleza del sitio, casi inexplicable, tiene todo el sentido para Humboldt, afirma el italiano: su concepción de la naturaleza unía de manera inseparable la estética con la ciencia, en una «búsqueda del todo» y de la «conexión interna de los fenómenos telúricos». Ese acercamiento ya estaba en Kant, que había inspirado el pensamiento geográfico de Humboldt, y latía todavía antes en los románticos, que hicieron de la naturaleza un motor de creación y espejismo del propio alma: el movimiento literario prerromántico Sturm und Drang significa, literalmente, «tormenta e ímpetu».
Tan fuerte fue la influencia en Humboldt que escribió Kosmos, un título que venía del griego «orden» y «ornamento» para designar, como cuenta Pecere, una descripción física del mundo, celeste y terrestre, que, en palabras de Humboldt, ayudara a comprender el «armónico nexo que rige la acción de las fuerzas naturales». ¿Será la naturaleza la primera obra de arte de todas? ¿Será la naturaleza el primer artista total? ¿Será la sensación de lo sublime, ese vértigo ante una naturaleza que nos sobrepasa, la experiencia estética real, la más pura y auténtica de todas?
Humboldt no respondió esas preguntas, pero sí sostuvo que la impresión directa del paisaje debe ser profundizada en intuición y sentimiento: no basta solo con emocionarnos. Con el término clave «Naturgemälde» que significa literalmente «pintura [o cuadro] de la naturaleza», indicó que su función como explorador, científico y, ahora lo podemos decir, también artista, era dejar constancia de la complejidad del mundo y la naturaleza. Lo que nos llega hoy: una tabla de noventa centímetros de ancho y treinta de alto que representa el volcán Chimborazo y que deja rastro de toda la flora (toda la belleza) que Humboldt encontró al ascenderlo.
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