martes, 9 de agosto de 2016

MOLINO QUIETO



Pueblos Buenos Aires

Sojo (Saladillo) — con Maria Del Carmen Quiroga,Elena Poncetta y Raúl Sergio Irazoqui.

el dispensador dice:
algo lo detuvo,
no sé hasta cuando anduvo,
giraba pidiendo ayuda,
evitando el olvido que se intuía,
¿se habrá muerto el que lo movía?,
¿se habrá ido quien lo quería?,
se fue oxidando de a poco,
vientos que se pararon,
quizás hasta se secó el pozo,
nunca se sabe que hay debajo,
cuando el recuerdo se torna débil,
porque el sentimiento anda flojo...

mirando para todos lados,
todo sonaba a abandono,
a veces la brisa hablaba,
anudando yuyos en plomos,
había ganado el silencio,
y la soledad tenía su trono,
la desidia come voluntades,
cuando el discurso está hueco,
y las promesas se funden en el olvido profundo...
no quisiera rotundo,
pero aquello que voló los techos,
se gestó entre omisiones,
intolerancias y desprecios,
cuando nadie pone el pecho,
la voluntad no pasa de excusa,
y la excusa se torna argumento...


me acerqué hasta los muros,
esperando encontrar a alguien,
que me contara la historia,
a veces permanecen los ecos,
entre fantasmas de memorias,
a veces son las mentiras,
las que se compran las glorias,
pero sólo enfrenté los vacíos,
de la negación hecha historia,
no me crucé con fantasmas,
ni con almas en penas pasadas,
sólo quedaban paredes,
dando testimonio de vidas evaporadas...
sentí que me golpeaba el ayer,
cuando aquello aún sonaba,
cuando falta la vergüenza,
el resto no significa nada...
puede que sobren palabras,
pero los puentes rotos se vuelven distancias...


y me quedé mirando las ruinas,
entre nubes y pensamientos que se arremolinan,
sentía que los yuyos llamaban,
a los negados de alguna esquina,
es grande la pampa negada,
pero mucho  mayor es su geometría...
no sé para qué sirve el pasado,
si las enseñanzas se olvidan...

dando vueltas sin sentido,
encontré un ojo de agua,
para reflejar los momentos,
que alguien habrá tenido,
al asomarme a las aguas,
sólo me ví a mí mismo,
despojado y en ostracismo,
hablando conmigo mismo,
a veces la soledad,
te conduce a descubrirte perdido,
y es allí cuando te encuentras,
en un abrazo fundido,
al fin y al cabo además de alma,
también tenemos espíritu,
y eso sólo salva... cuando te has reconocido...


seguí andando como pude,
recordando viejos tiempos,
he conocido molinos que se quejaban de los olvidos,
también he conocido humanos,
reclamando a otros lo que se negaron de ellos mismos,
cuando se declaman las voluntades,
la herrumbre oxida el cuento que no ha existido,
y todo suena a mentira,
sabiendo de dónde es que ha venido...
los pasados no se borran,
y los presentes son testigos,
cuando no aparecen los hechos,
la piedra no llega al fondo,
del pozo que está vacío...



me detuve por un momento,
y miré al molino quieto,
se había detenido el tiempo,
pero la luz todavía era argumento...
sentí para mis adentros,
que alguien andaba cerca,
contemplando aquellos huecos,
ni siquiera me dí vuelta,
para saber de quién se trataba,
tengo algo de chamán,
y sé que a los duendes no les gusta ser descubiertos,
preferí pasar por tonto,
a que me señalen con el dedo,
ya me endosaron demasiadas culpas,
por haber guardado respeto,
habrán supuesto que era idiota,
o de reacciones algo lento...
como sea no me importa,
cuando dejé de ser esclavo,
hasta me pude comprar el desierto...

finalmente antes de irme,
miré un cardo flamear recuerdos,
les pregunté para sacarme la duda,
curiosidad de espíritu inquieto,
desde cuando el molino estaba parado,
o desde cuando estaba quieto...
me respondieron que quien lo amaba,
yacía como despojo entre los olvidos dormidos,
esos que jamás están despiertos,
se enterró a sí mismo en su soledad,
para que nadie le robe el silencio.
AGOSTO 09, 2016.-





















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