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Claves de una literatura en los márgenes
Convertido en personaje de cuento por Bolaño y elogiado por J. M. Coetzee, Di Benedetto ha pasado de ser un escritor marginal a ser un autor canónico
Antonio Di Benedetto y Jorge Luis Borges, en 1958. ARCHIVO DE GRACIELA LUCERO
En el interior. “Soy argentino, pero no he nacido en Buenos Aires”, escribió Antonio Di Benedetto en su autobiografía. La palabra clave es “pero”. Tradicionalmente, Argentina ha sido un país dividido en dos: la capital y el resto. La primera es un apéndice simbólico de Europa. La segunda, pura América Latina. Esa división ha tenido su particular expresión en la literatura y en la historia de la literatura. Di Benedetto nació en Mendoza “el Día de los Muertos” de 1922. En el cuento “Los reyunos” escribió una frase usada alguna para definir el carácter de su ciudad: “Pocas palabras, muchísima desconfianza”.
En el periódico. Di Benedetto estudió fugazmente Derecho antes de convertirse en periodista. Lo fue durante 43 años. “Esencialmente”, decía, “el escritor es un periodista que no trabaja sobre el tema que sucedió hoy y hay que entregar esta noche para que se publique mañana”. Trabajó como enviado especial (en Bolivia, en Chile) y como cronista en varios festivales de cine. Por ejemplo, en Cannes cuando se estrenó La dolce vita. También en los Oscar cuando Julie Andrews ganó el premio a mejor actriz por Mary Poppins. Fue en 1965. El escritor se fotografió con ella. También con Claudia Cardinale y Rock Hudson. Llegó a subdirector del diario mendocino Los Andes.
En el cine. “Leo mejor que escribo”, dijo. También dijo que su primera intención era escribir para el cine. De su pluma salieron películas como Álamos talados (1960) y El juicio de Dios (1979) y, tras su muerte, varios de sus textos han sido llevados a la gran pantalla: tras la novela Los suicidas (adaptada por Juan Villegas) y el cuento Aballay (a cargo de Fernando Spiner), Zama acaba de ser adaptada por Lucrecia Martel. Producida por El Deseo (la compañía de los hermanos Almodóvar), la película se estrena en Argentina el 1 de junio. Del reparto forman parte, entre otros, Daniel Giménez Cacho, Lola Dueñas, Rafael Spregelburd y Daniel Veronese.
En la historia de la literatura. Di Benedetto debutó como escritor de ficción en 1953 con el libro de cuentos Mundo animal. Tenía 31 años. Tres más tarde publicó su obra maestra, Zama, la historia de un dirigente de la administración colonial española que, en 1790, aguarda infructuosamente que lo releven de su puesto en un lugar perdido a orillas del Paraguay. En 1964 publicó El silenciero y en 1969, Los suicidas. La editorial El Aleph ha reunido las tres novelas bajo el título general de ‘Trilogía de la espera’. El volumen llevaba un prólogo de Juan José Saer y un epílogo de Sergio Chejfec. En su entusiasta reseña de la traducción estadounidense de Zama, J. M. Coetzee llama también la atención sobre El silenciero, la obsesiva peripecia de un hombre que trata de escribir un libro pese a que los ruidos de la ciudad no le dejan oír sus propios pensamientos. Según el Nobel sudafricano, esa novela corta señalaba la dirección que podría haber tomado la obra de Di Benedetto si “la Historia” -es decir, la dictadura- no se hubiera cruzado en su camino.
En la cárcel. El 24 de marzo de 1976, el mismo día del golpe militar, Antonio Di Benedetto fue detenido en su oficina del diario Los Andes. Pasó en la cárcel 17 meses y 10 días. Durante ese tiempo fue torturado repetidamente y sufrió varios simulacros de fusilamiento. Nunca se recuperó de las torturas.
En sueños. Dado que en la cárcel le rompían todo lo que escribía, él se acostumbró a mandar cartas a una amiga con el siguiente encabezamiento: “Anoche tuve un sueño muy lindo; voy a contártelo”. Lo que seguían eran relatos escritos con letra microscópica que había que leer con lupa. En 1978 los recogió en el volumen Absurdos. Cuando en 1983 publicó el libro Cuentos del exilio, lo dedicó a Heinrich Böll y Ernesto Sabato en agradecimiento por sus esfuerzos para liberarlo.
En el exilio. Di Benedetto vivió en España entre 1977 y 1983. Era un escritor maduro y un periodista que había estado al frente de un importante diario de su país, pero tuvo que empezar de cero. España estrenaba democracia, su cultura estaba de moda y el interés de los lectores por la literatura latinoamericana parecía restringido a los novelistas canónicos del boom. Malos tiempos para tantos escritores que escapaban de las dictaduras del Cono Sur.
En un cuento de Bolaño. Las penurias de Di Benedetto en España –y sus propias penurias- inspiraron a Roberto Bolaño el relato ‘Sensini’, incluido en Llamadas telefónicas, que narra la relación entre un autor chileno –él mismo- y el argentino Luis Antonio Sensini –trasunto del autor de Zama-. Ambos malvivían presentándose a concursos provinciales de cuentos.
En la otra orilla de Borges. Ricardo Piglia contaba que cuando él empezó a escribir había dos grandes modelos en Argentina: Borges y Di Benedetto. Para Juan José Saer la prosa de este era “la más original del siglo”. Si en Borges, escribió, se perciben ecos de Marcel Schwob, Wilde o Macedonio Fernández, Di Benedetto, por mucho que comparta temas con los existencialistas, “no tiene ni precursores ni epígonos”.
En Buenos Aires. Antonio Di Benedetto volvió a Argentina en 1983, con el fin de la dictadura. Falleció tres años después en el hospital italiano de Buenos Aires de un derrame cerebral. No había querido volver a Mendoza. Murió pobre y arrepentido de haberse ido de España. En 1984 había publicado su último libro, la novela Sombras, nada más…
En el canon. El año de la muerte del escritor, la editorial Alianza preparaba dos tomos con toda su narrativa breve. Nunca llegaron a ver la luz. Pese a los esfuerzos de El Aleph, en España la suerte póstuma de Di Benedetto no ha sido ni de lejos la misma que en Argentina, donde su fama no para de crecer. La reciente edición de sus Escritos periodísticos en Adriana Hidalgo se suma a los Cuentos completos recopilados hace diez años en el mismo sello, que también ha publicado las novelas del autor mendocino y un ensayo de referencia sobre su vida y obra: Ejercicios de pudor, de Jimena Néspolo.
En un artículo de Coetzee. El pasado 19 de enero J. M. Coetzee dedicaba a Zama una reseña de diez folios en The New York Review of Books. Su título: “Un gran escritor que deberíamos conocer”.
En silencio. Sobriedad, culpa y autodestrucción son términos tradicionalmente asociados a la escritura de Antonio Di Benedetto. Su ‘Autobiografía’ se cierra con estas palabras: “Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Coche no tengo. Prefiero la noche. Prefiero el silencio”.
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