sábado, 29 de abril de 2017

Fotorrelato: Ocho libros de esta semana | Babelia | EL PAÍS | UN HOMBRE FLACO

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Ocho libros de esta semana

Ocho libros de esta semana

Verna B. Carleton, Edith Pearlman, Gabi Martínez y Marta Sanz entre los autores destacados

El Flaco Ribeyro se hizo gigante con el género más tonto y pequeño de todos, la nota de diario escéptica e irónica, desencantada e ilusionada a la vez. Los siguió escribiendo hasta el final de su vida en 1994, aunque las viudas y los viudos no nos dejen saber lo que hay ahí. Es una pena, pero es una pena menor porque la grandeza de 'La tentación del fracaso' no necesita más páginas. Incluso es muy verosímil lo que su viuda oficial dice en este libro: que son peores y menos interesantes que los publicados. Igual tiene razón, pero lo que es seguro es que tiene sentido. El librito que cuenta esto es una delicia: ameno, gustoso, cómplice y amistoso con el talante doble de Julio Ramón Ribeyro. Ni fue el ser sólo apocado y tímido que todos imaginamos, ni todo se acaba en la esclavitud conyugal ante una mujer con ínfulas (que le resuelve la vida económica, de paso), ni tan solo se acaba Ribeyro cuando parece que todo se acaba, con la gravísima operación a la que fue sometido en 1973 para dejarlo desahuciado como temieron los amigos más inmediatos y leales (Bryce) y los menos inmediatos y más reticentes (Vargas Llosa). Su bonhomía pacífica y su vitalidad mate están en este libro como lo están en sus buenos cuentos, y algunos excepcionales, aunque ni él ni nadie se cansase de repetir que seguramente donde fue grande de verdad el Flaco fue en la nimiedad de un diario que llevó con la disciplina adictiva con la que fumaba o la entregada obediencia al silencio que practicó casi siempre. Por JORDI GRACIA
El flaco gigante El Flaco Ribeyro se hizo gigante con el género más tonto y pequeño de todos, la nota de diario escéptica e irónica, desencantada e ilusionada a la vez. Los siguió escribiendo hasta el final de su vida en 1994, aunque las viudas y los viudos no nos dejen saber lo que hay ahí. Es una pena, pero es una pena menor porque la grandeza de 'La tentación del fracaso' no necesita más páginas. Incluso es muy verosímil lo que su viuda oficial dice en este libro: que son peores y menos interesantes que los publicados. Igual tiene razón, pero lo que es seguro es que tiene sentido. El librito que cuenta esto es una delicia: ameno, gustoso, cómplice y amistoso con el talante doble de Julio Ramón Ribeyro. Ni fue el ser sólo apocado y tímido que todos imaginamos, ni todo se acaba en la esclavitud conyugal ante una mujer con ínfulas (que le resuelve la vida económica, de paso), ni tan solo se acaba Ribeyro cuando parece que todo se acaba, con la gravísima operación a la que fue sometido en 1973 para dejarlo desahuciado como temieron los amigos más inmediatos y leales (Bryce) y los menos inmediatos y más reticentes (Vargas Llosa). Su bonhomía pacífica y su vitalidad mate están en este libro como lo están en sus buenos cuentos, y algunos excepcionales, aunque ni él ni nadie se cansase de repetir que seguramente donde fue grande de verdad el Flaco fue en la nimiedad de un diario que llevó con la disciplina adictiva con la que fumaba o la entregada obediencia al silencio que practicó casi siempre. Por JORDI GRACIAUNIVERSIDAD DIEGO PORTALESIr a noticia

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