Zhang Qian: Pionero de la Ruta de la Seda
Zhang Qian fue un enviado imperial que consiguió implantar en el siglo II a.C. una importante red de caminos que uniría la dinastía Han con los estados de Asia Central, fundando así la ahora conocida como Ruta de la Seda y abriendo las puertas del mundo a la antigua China.
Reportaje de You Zhichao 尤智超
Durante buena parte de su milenaria historia, China vivió aislada del resto del mundo. El motivo no fue la falta de espíritu aventurero de sus pobladores, sino las limitaciones ocasionadas por las particulares condiciones geográficas de esta inmensa nación. A diferencia de las facilidades que conceden otros límites geográficos, las orillas del sur y del este de China están bañadas por dos inmensos e infranqueables mares, mientras que el norte y el oeste del país están rodeados por las mesetas de Mongolia (蒙古高原) y la de Qinghai-Tíbet (青藏高原), respectivamente. Todos ellos fueron obstáculos casi imposibles de salvar en épocas pretéritas. Sin embargo, durante la dinastía Han (汉, 206 a.C. – 220 d.C.), los habitantes de China establecieron un corredor que les unió con el resto del mundo. La travesía, que tuvo una tremenda trascendencia, no solo en aquellos momentos, sino también en el futuro, entró en los libros de historia como lo que se denominaría en un futuro “la Ruta de la Seda”. Merece la pena, por tanto, dedicar un tiempo a descubrir quién fue el responsable de su hallazgo y bajo qué condiciones se logró fundar la red de caminos más famosa del mundo.
En la antigüedad, China padeció durante mucho tiempo los constantes ataques de los xiongnu (匈奴; tribus nómadas) del norte, por lo que, para defenderse de sus ejércitos, cada estado vasallo de China construyó en los tiempos de los Reinos Combatientes (战国, 475-221) su propio tramo de la Gran Muralla. A principios de la dinastía Han, el emperador Liu Bang (刘邦) sufrió una importante derrota tras ser emboscado por los xiongnu en la batalla de Baideng (白登), lo que forzó a la dinastía a recurrir a una “alianza matrimonial” (和亲, héqīn) para proteger sus fronteras. En los tiempos del emperador Wu de Han (汉武帝), la dinastía cuyo poder militar había aumentado drásticamente dejó de estar conforme con dicho acuerdo, por lo que decidió tomar la iniciativa en las invasiones hacia el extranjero. Ante el poderío del ejército xiongnu, el linaje Han decidió emprender un viaje hacia el oeste en busca de otras potencias con el fin de organizar un frente común contra la tribu nómada. Así se descubrió que, en las montañas Qilian (祁连山), se situaba el reino de los yuezhi (月氏国, una tribu de etnia protoindoeuropea establecida entre las actuales Xinjiang y Gansu), cuyo líder había sido asesinado por Laoshang (老上), un chanyu (单于; título utilizado por los líderes de los xiongnu), quien incluso se había fabricado una taza utilizando su cráneo. La dinastía Han, segura del rencor que los yuezhi mantendrían hacia los xiongnu, inició una campaña para buscar a potenciales aliados. Sin embargo, tras haber sido derrotados por los xiongnu, una gran cantidad de las tropas de los yuezhi había permanecido lejos de su hogar. Se desconocía el paradero de los líderes de la tribu, mientras que su búsqueda suponía enfrentarse a numerosas adversidades. El emperador temía que aquel a quien confiara la misión huyera a mitad de camino, por lo que convocó un proceso de alistamiento voluntario. Antes de lo esperado apareció el candidato ideal, Zhang Qian (张骞), quien más tarde sería el precursor de la Ruta de la Seda.
Zhang Qian era un oficial del emperador Wu de Han, que se encontraba al cargo de la seguridad del palacio. En el segundo año del reinado del emperador Jianyuan (建元), de la dinastía Han Occidental, es decir, en el año 139 a.C., Zhang Qian inició una partida expeditiva hacia el oeste con algo más de cien hombres y guiado por Tangyifu (堂邑父), un expatriado xiongnu. En su paso por el corredor de Hexi (河西走廊), los hombres de Zhang Qian fueron emboscados por la caballería xiongnu y él mismo fue hecho prisionero y llevado ante Junchen (军臣), el por entonces chanyu de los xiongnu. Cuando descubrió que Zhang Qian tenía la misión de visitar el reino enemigo de los yuezhi en calidad de diplomático, montó en cólera. Sin embargo, el líder xiongnu no lo ejecutó, sino que decidió dejarlo encerrado y, para hacerle abandonar la idea de volver a su país, le otorgó una esposa con la que formar una familia. Su encierro duró unos diez años, un periodo de tiempo en el que la mayoría de los expedicionarios originales abandonaron la misión. Pero no fue el caso del oficial Zhang Qian que continuó empecinado en finalizar el encargo de su emperador. Aprovechando la única oportunidad que tuvo, Zhang Qian, que parecía haberse acostumbrado a la vida entre los xiongnu, logró escapar junto a un pequeño grupo de hombres. Durante su huida el explorador tuvo que enfrentarse a numerosos obstáculos a lo largo del desierto de Gobi: las tormentas de arena, la exposición a un sol abrasador y al intenso viento durante las noches, que también arrebataron la vida de muchos de sus hombres. A pesar de ello, Zhang Qian, obstinado en cumplir su misión, continuó su camino intentando averiguar todo lo posible sobre los yuezhi. Finalmente logró llegar al reino de los dayuan (大宛国) cuyo monarca, gran admirador de la poderosa y populosa dinastía Han, no puso objeciones en recibir al diplomático en su ciudad y, además, le proporcionó un equipo de guías e intérpretes para que pudiera dirigirse hasta el territorio de los kangju (康居国). Desde allí, finalmente, Zhang Qian y su equipo partieron hacia el reino de los yuezhi poniendo así fin a más de una década de ardua misión.
Lo que nunca podría haber imaginado es que, tras verse obligados a desplazarse de la región, los yuezhi habían abandonado su sed de venganza y no se dejaron convencer por Zhang Qian para iniciar una guerra. Desesperado por ello, no pudo sino volver al feudo de los Han. Para evitar a los xiongnu, tuvo que elegir una trayectoria diferente a lo largo de la cual atravesó gran cantidad de reinos, sin embargo, justo antes de llegar a la frontera de su país, volvió a toparse con la caballería xiongnu y fue capturado. Algo más de un año después, logró escapar nuevamente junto a su esposa y al guía Tangyifu, y esta vez sí pudo llegar hasta las tierras de su hogar. Zhang Qian narró todo lo que había visto y describió todos los reinos del oeste, sus costumbres, el tamaño de sus ciudades, sus poblaciones y otros detalles no menos importantes al emperador Wu de Han. Su relato supuso la primera toma de contacto entre las dinastías de la Llanura Central y los Estados Occidentales.
En el año 119 a.C. el general de la dinastía Han, Wei Qing (卫青), comandó junto a Huo Qubing (霍去病, general de la dinastía Han) una masiva campaña expedicionaria en la que vencieron a los xiongnu y anexionaron el corredor de Hexi a la dinastía Han. En ese momento, Zhang Qian volvió a partir hacia el oeste con un grupo de más de 300 hombres. Tras esa campaña, 36 reinos occidentales fueron uniéndose paulatinamente al dominio Han. Muchos mercaderes comenzaron a recorrer el itinerario que había descubierto Zhang Qian para comerciar con sus productos lo que dio origen a la célebre Ruta de la Seda, un lugar cuya fama ha quedado para siempre ligada a la figura de este legendario explorador.
A pesar de la gran cantidad de dificultades a las que se vio expuesto, Zhang Qian nunca abandonó los objetivos de su misión. Y consiguió implantar una importante red de caminos que uniría la dinastía Han con los estados de Asia Central, fundando así la ahora conocida como Ruta de la Seda y abriendo las puertas del mundo a la antigua China.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 41. Volumen II. Marzo de 2017.
Ver / descargar el número completo en PDF
Ver / descargar el número completo en PDF
No hay comentarios:
Publicar un comentario