Donde escribió Gaziel
Lola García escribe una crónica periodística exacta y equilibrada que se limita a narrar y a valorar fríamente los hechos de los últimos años en Cataluña
El mejor periodista catalán del siglo XX hizo sus armas enteras en La Vanguardia. Primero como corresponsal y luego como director, también el mejor director que ha tenido el veterano y prestigioso diario barcelonés. A Gaziel, nombre de pluma de Agustí Calvet, se le viene citando profusamente estos días y años en que Cataluña se encuentra sumida en una crisis política y social insondable, en tantos aspectos evocadora de la crisis cruenta y mucho más severa que sufrió en tiempos de la República y la Guerra Civil. Y donde se le cita con mayor tino e incluso con más ganas, sin lugar a dudas, es en La Vanguardia, donde cuenta con un brillante puñado de discípulos y admiradores entre sus periodistas y columnistas.
Este es el caso de Lola García, directora adjunta del periódico y cronista política, que se ha aventurado ahora, con notable fortuna, en un género largo del periodismo, el de la crónica en forma de libro, para narrar los seis años transcurridos desde que Artur Mas se propuso poner rumbo a la Ítaca independentista hasta la entrada de los dirigentes secesionistas en la cárcel, momento en que propiamente se produce el naufragio que da título al volumen. Gaziel está por todos lados en el subtexto del buen periodismo político catalán, pero en este caso también está en las acertadas citas literales con que concluye el libro. La primera pertenece al artículo ‘El buen consejo’, de junio de 1934, pocos meses antes de los Fets de Octubre que terminaron con el Gobierno de Lluís Companys y centenares de políticos catalanistas en la cárcel. La segunda sale de ‘La clara lección’, posterior a aquel pronunciamiento civil republicano contra la República.
La primera cita le sirve a Lola García para ilustrar el pésimo cálculo independentista “sobre la capacidad de resistencia de las estructuras estatales y de la coyuntura europea”, y la segunda, para reforzar su idea de una fractura social interna de la sociedad catalana. “La estridencia estaba muy bien como táctica, pero las armas eran todas imaginarias, de escenografía, y la pólvora se iba por completo en salvas”, dice una. “Cataluña ha pasado de la cabeza a la cola, del primero al último lugar de España. Y esto ha ocurrido porque los catalanes no hemos sabido ni siquiera entendernos entre nosotros mismos. ¿Cómo, pues, podía ser que nos entendiesen y acompañasen los restantes españoles?”, dice la otra.
La tradición es la de Gaziel: un periodismo reflexivo, responsable y equilibrado, también profundamente realista y ajeno a la pasión política. Pero la técnica es contemporánea, la del mejor periodismo, que teje el relato gracias a los numerosos contactos que necesita un buen cronista. Lola García no los revela. Sabemos que son fuentes autorizadas, de calidad, y creemos lo que le dicen porque creemos lo que la cronista nos dice. Nada distinto a la historia de Woodward sobre la Casa Blanca de Trump y clave del periodismo de calidad.
Entre la oleada de libros sobre la secesión catalana sobresale El naufragioprecisamente por su sencillez y honestidad. Una crónica periodística exacta y equilibrada que se limita a narrar y a valorar fríamente los hechos y deja al lector que saque sus propias conclusiones. Nada más y nada menos.
El naufragio. La deconstrucción del sueño independentista. Lola García. Península, 2018. 232 páginas. 17,90 euros.
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