domingo, 16 de diciembre de 2018

El pasado que no pasa | Babelia | EL PAÍS

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El pasado que no pasa

La humildad del historiador consistiría en tratar de amueblar su cabeza, sus sentimientos y su saber actuales para visitar el ayer como si él mismo no fuera un “extranjero”

El mensajero, de Joseph Losey (1971).
El mensajero, de Joseph Losey (1971).

1. Contrafactuales

Como se sabe, en el íncipit de El mensajero (1953), la novela de L. P. Hartley que Joseph Losey llevó magistralmente a la pantalla (1971), se lee: “El pasado es un país extranjero; allí hacen las cosas de modo diferente”. Nuestra idea del pasado, de lo que ocurrió en cada entonces, está moldeada, entre otras muchas cosas, por la historia, por la memoria, por el recuerdo: herramientas no del todo fiables porque, a su vez, pueden estar troqueladas por nuestros prejuicios, creencias, resentimientos. No podemos juzgar el pasado desde nuestros baremos porque “allí hacen las cosas de modo diferente”. La humildad del historiador consistiría, por tanto, en tratar de amueblar su cabeza, sus sentimientos y su saber actuales para visitar el pasado como si él mismo no fuera un “extranjero”. El relativo éxito en esa tarea supone que la historia nunca acaba de contarse del todo: cada generación señala diferentes motivos del pasado que pudieron pasar inadvertidos. En el estupendo ensayo Contrafactuales (Turner), del historiador Richard J. Evans, se examina la tendencia muy actual de cierta historiografía a preguntarse qué podía haber pasado en el pasado si las cosas hubieran sucedido de otra manera. Entre los ejemplos de contrafactuales que cita está el del libro de Víctor Alba 1936-1976, Historia de la II República Española (Planeta, 1976), en el que se relataba esa historia como si no hubiera tenido lugar la Guerra Civil, como si el Gobierno de Casares Quiroga hubiera abortado la rebelión, como si las ulteriores nacionalizaciones hubieran contentado a la izquierda conjurando la revolución. Ese juego histórico —en realidad, la expresión de un deseo— tuvo, como nos recuerda Evans, respuesta desde la derecha nostálgica del franquismo: en 1989 Fernando Vizcaíno Casas, uno de los autores más vendidos durante la Transición, publicó Los rojos ganaron la guerra (Planeta), en la que utilizaba la ucronía distópica para dar rienda suelta a los fantasmas de quienes se sentían postergados en la España de la democracia. Pero, más allá de los juegos, la historia fue la que fue, y los historiadores deben buscarla y salir a su encuentro.

2. Historias

Que nuestro pasado parece no pasar nunca del todo es algo evidente con solo ver y escuchar un debate político entre tertulianos. Además de utilizarse a menudo como punto de referencia y coartada, la Guerra Civil y sus consecuencias siguen suscitando un enorme interés, y no solo entre los historiadores; buena parte de la novela española sigue utilizando como escenario, fondo o motivo aquel conflicto y la larga dictadura posterior: el próximo congreso internacional Narrativa de la Guerra Civil Española, organizado por el Centro documental de la Memoria Histórica (Salamanca, 18-20 octubre), es uno más de los muchos foros especializados donde se sigue discutiendo sobre el conflicto. La bibliografía sobre el periodo 1931-1975 es ingente y aumenta cada año. Ese fenómeno lo reflejan también las programaciones editoriales, que abundan en reediciones y puestas al día de libros importantes. Entre las novedades que me parecen más interesantes, destaco, además de la biografía Franco, anatomía de un dictador(Turner, octubre), de Enrique Moradiellos, publicada originalmente en francés, el emocionante testimonio Hombres en guerra (Ediciones B, septiembre), de Alvah Bessie (1904-1985), un destacado guionista (formaría parte de los Diez de Hollywood represaliados por el macartismo) que luchó en España con los voluntarios de la Brigada Lincoln. En el libro El rostro de la guerra. Crónicas en primera línea, 1937-1985, de Martha Gellhorn (1908-1998), una de las mejores corresponsales de guerra del siglo XX, pueden leerse algunas de las colaboraciones que escribió durante la guerra de España. También es preciso citar algunas historias generalistas: Ariel (Planeta) publicará (4 de septiembre) La España contemporánea desde 1808 hasta nuestros días, de la hispanista Pamela Beth Radcliff, una historia comparativa del devenir español en los siglos XIX y XX. Por su parte, Crítica (Planeta) anuncia dos trabajos interesantes: Entre el imperio y la globalización (4 de septiembre), una “historia económica de la España contemporánea” de los profesores Albert Carreras y Xavier Tafunell, y Suspiros de España (octubre), de Xosé M. Núñez Seixas, una genealogía de los diversos nacionalismos españoles entre 1808 y 2018.

3. Final

Si ya están de vuelta en casa, sacudiéndose todavía la soñolienta felicidad que han dejado atrás, no dejen de pasarse por las librerías. La avalancha de novedades y reediciones es tan impresionante que no me extrañaría que volviéramos a batir los récords de producción (y de devoluciones, por cierto). Para terminar estas incompletas crónicas de la rentrée, permítanme que les llame la atención sobre algunos “clásicos” de la literatura contemporánea que me emocionan particularmente y que llegarán (en algunos casos, volverán) a las librerías este trimestre. No se pierdan, por ejemplo, En nuestro tiempo (Lumen, octubre; prólogo de Piglia), el primer (1925) libro de relatos de Ernest Hemingway, que incluye algunas obras maestras de la literatura breve, como ‘Gato bajo la lluvia’; Malpaso publicará en octubre (si para entonces ha superado sus problemas) una “nueva traducción” (no dicen de quién) de Bajo el volcán, la obra maestra de Malcolm Lowry, y Minúscula, una editorial barcelonesa independiente (el próximo año cumplirá 20) con un excelente catálogo, recupera a dos autores importantes: en septiembre publicará Frente al mar y En el sanatorio, dos nouvelles del judío-ruso David Vogel (1891-1944), y en octubre, La señora Caliban una ma-ra-vi-llo-sa novela corta (publicada en 1982) de la norteamericana Rachel Ingalls, que leí en la edición de Edhasa de 1988 y había desaparecido del mercado. En el apartado de poesía universal, de la que se publica más bien poco, me interesa (y me inquieta) la edición de los Cantos de Ezra Pound (1885-1972), una de las figuras clave de la poesía del siglo XX, que anuncia Sexto Piso para noviembre en traducción del argentino Jan de Jager, que competirá con la clásica de Amaral/Javier Coy (Cátedra), que tiene la ventaja de ser bilingüe.

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