
El vino en China y su poso histórico y cultural
El vino en China es consumido desde hace más de dos mil años. Comenzó siendo un producto de lujo para el disfrute de la familia imperial y de la clase noble, pero durante la dinastía Tang (618-907) su consumo se popularizó más allá de la corte.
La historia del cultivo de la vid y la elaboración del vino es casi tan antigua como la de la civilización humana, prueba de ello son obras como La Ilíaday La Odisea de Homero, donde se mencionan varias veces la uva y el vino. Los testimonios arqueológicos apuntan a que la cultura del vino se originó en Persia (actual territorio de Irán). Con el tiempo, se hizo popular en Europa hasta alcanzar su difusión global alrededor del siglo XIX. Así, el vino se convirtió en una especie de lenguaje universal. Aunque China se encuentra en el Lejano Oriente, el interés que los chinos han manifestado por esta bebida se remonta a miles de años atrás, cuando se la consideraba un licor valioso y delicioso.
En la primera recopilación de poesía china, el Libro de las Odas (诗经 Shījīng), anterior a la dinastía Han (汉 206 a.C.), ya aparecen descripciones sobre la recogida y el consumo de la vid, una planta silvestre que se pensaba que favorecía la longevidad y la salud. Pero fue en la obra maestra Memorias Históricas del erudito Sima Qian (司马迁) de la dinastía Han (汉 206 a.C.-220d.C.), donde aparecieron por primera vez relatos sobre la uva y el vino en China en la región Xiyu (西域 Xīyù o las Regiones Occidentales es el término específico empleado antiguamente en China para referirse tanto a las regiones del oeste como a las situadas en el límite occidental de sus fronteras).


El vino en China llegó a su máximo apogeo durante la dinastía Tang (唐, 618-907) cuando la producción y el consumo se popularizaron y dejó de ser un producto exclusivo de la corte. Otra prueba de ello es su frecuente mención en los poemas escritos durante dicha dinastía. En el año 640, las tropas de los Tang conquistaron la capital del estado, Gao Chang (高昌), que ocupa hoy en día la zona de Turfán en la provincia de Xinjiang. Allí fue donde el emperador Tai Zong (太宗) descubrió una nueva especie de uva y aprendió de los lugareños técnicas para la elaboración del vino. Una vez adquiridos estos conocimientos ordenó la plantación de vid en el jardín real para elaborar el apreciable vino.
La estabilidad social y la apertura al exterior, junto con el elevado bienestar social, permitieron en esta época la consolidación y el fomento del vino entre toda la sociedad. Este fenómeno se refleja en la poesía de la dinastía Tang, en concreto con el poema de Wang Han (王翰): “Beber vino y de inmediato recordar el sonido de la pipa”, una frase que significa que los oficiales y soldados, a punto de emprender la expedición, levantaban sus copas llenas de vino tinto y recordaban el sonido de la pipa (琵琶 un instrumento tradicional chino). Li Bai (李白), otro prestigioso poeta de la misma dinastía, recurrió a las siguientes líneas: “El vino y las copas doradas acompañan a Wu Ji mientras monta a caballo”. Este fragmento explica como Wu Ji, una joven que se va a casar, lleva en su dote vino, lo cual indica que era un producto muy valioso. Liu Yuxi (刘禹锡) describió, en su obra literaria “Canciones de Pu Tao”, todos los procesos llevados a cabo desde la siembra hasta la cosecha pasando por la poda, el emparrado, el abonado y el regadío. En Chang’an (长安), la capital de la dinastía Tang, había tiendas occidentales donde se comercializaban productos vitivinícolas procedentes de las regiones de Asia occidental.

Los gobernantes de la dinastía Yuan (元, 1271-1368) también mostraron su agrado por el vino y establecieron instituciones oficiales que se dedicaban al cultivo de la vid y a la elaboración del apreciado caldo. Concedieron beneficios fiscales a las entidades vitivinícolas. De hecho, Marco Polo, en la narración sobre sus viajes al Lejano Oriente, mencionaba los numerosos viñedos y la cantidad de gente dedicada a la viticultura alrededor de Beijing y Taiyuan. Li Shizhen (李时珍), célebre herborista y acupunturista durante la dinastía Ming (明, 1368-1644), en su obra Compendio de la materia médica (本草纲目, Běn cǎo gāng mù), hizo varias referencias a los métodos aplicados en la preparación del vino en China y a los beneficios medicinales de esta bebida: la mejora de la salud y la belleza.
Xu Guangqi (徐光启), también perteneciente a la dinastía Ming, registró en su Enciclopedia Agrícola las principales variedades de uva que se cultivaban en China: la “cristal”, la morada y la verde. Además, tanto en las obras de teatro de la dinastía Yuan como en las novelas publicadas durante las dinastías Ming y Qing, encontramos fragmentos descriptivos sobre la producción y el consumo de vino en China. Sin embargo, en la milenaria cultura china siempre han predominado el bái jiǔ (白酒licor blanco) y el huáng jiǔ (黄酒 licor amarillo). Las exigencias en cuanto a la cosecha de la vid y la dificultad de conservar la uva, junto con las limitaciones geográficas y las técnicas e instalaciones necesarias para su cultivo, hicieron que el vino en China no llegara a ser tan popular como en la sociedad europea.


En la actualidad la industria occidental del vino, encabezada por países como Francia, Australia, Chile, España, Italia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Argentina, ya está enfocada hacia Asia, en particular a China, como un nuevo mercado potencial y estratégico. Se puede afirmar que casi todas las bodegas de mayor prestigio a nivel mundial están ya presentes en el mercado chino o intentando entrar. Mientras tanto, a lo largo y ancho del territorio, cada vez se fomenta y consolida más la cultura del vino en China, caracterizándose por la combinación de las tradiciones occidentales con las autóctonas chinas. Este hecho implica que el colectivo de consumidores no se limita sólo a la élite social sino también a la clase media. Al comprar 1.800 millones de botellas de vino en 2013, China se ha convertido en el mayor consumidor de esta bebida del mundo.
Nota:
(1). Liang (两), unidad de peso equivalente a 50 gramos.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 26. Volumen V. Septiembre 2014.
Número 26. Volumen V. Septiembre 2014.
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