Egipto en mi Corazón - Publicaciones
RAMSÉS II en el TEMPLO de LUXOR...
El templo de Lúxor, situado en el corazón de la antigua Tebas, fue construido esencialmente bajo las dinastías XVIII y XIX egipcias. Estaba consagrado al dios Amón bajo sus dos aspectos de Amón-Ra (Ra, era considerado el dios del cielo, dios del Sol y del origen de la vida en la mitología egipcia). Las partes más antiguas actualmente visibles remontan a Amenhotep III y a Ramsés II.
Seguidamente, nuevos elementos fueron añadidos por Shabako, Nectanebo I y la dinastía ptolemaica. En época romana, el templo fue parcialmente transformado en campo militar.
La construcción fue ordenada por Amenofis III a su arquitecto Amenhotep (hijo de Hapu). Este último edificó un templo completo: naos, santuario de la barca, sala de ofrendas y antecámara, esta última flanqueada de capillas destinadas a la tríada tebana. Todo está precedido de una sala hipóstila abierta a un gran patio cuadrado, el «patio solar», rodeado por tres de sus lados de una doble hilera de sesenta y cuatro columnas papiriformes. Las salas de culto, al igual que la sala hipóstila, se elevan sobre una plataforma con una gran inscripción dedicatoria.
El conjunto, con proporciones imponentes pero armoniosas, fue completado por una columnata procesional de acogida de unos veinte metros, formando un grupo monumental que marcaba la entrada del templo. El programa arquitectónico se ejecutó probablemente en tres fases sucesivas y ocupó todo el reinado.
Como hizo en Karnak para el patio de su padre, Amenhotep III destruyó sin duda un templo más antiguo delante del cual debía encontrarse la capilla edificada por Hatshepsut. De hecho, la estructura interna está en parte constituida con bloques reutilizados provenientes de un edificio anterior. Difícilmente accesibles, estos bloques son todavía visibles en la zonas orientales del templo que fueron modificadas en la época greco-romana. Aquí se ha encontrado cartuchos grabados de Tutmosis IV.
Ejecutado en el más puro estilo de la XVIII dinastía egipcia, el Opet del sur constituye un raro ejemplo de edificio religioso del Nuevo Imperio bien preservado, aunque los muros que rodean las diferentes partes del monumento se hayan derrumbado o sus materiales hayan sido reutilizados en épocas posteriores - lo que nos permite admirar las columnas desde el exterior del monumento.
El templo fue descuidado, incluso maltratado durante el reino del faraón «herético» Akenatón. Los trabajos recomenzaron bajo Tutankamón y Ay, quienes acabaron la decoración de los muros de la columnata procesional, añadiendo especialmente las escenas de la Fiesta de Opet.
Ramsés II, el otro gran constructor en Tebas, añadió el pilono, cuya plaza estaba adornada con seis colosos de Ramsés II, cuatro de pie y dos sentados, todos con su nombre, además de dos obeliscos, y un segundo patio con pórticos, de un estilo típico de la XIX dinastía, con columnas macizas que recuerdan a la sala hipóstila de Karnak. Lo adornará también con estatuas alternando con las columnas. Otros dos colosos sentados, con su imagen, precedían la entrada de la columnata procesional de Amenhotep III.
Para edificar este nuevo patio, el arquitecto de Ramsés tuvo en cuenta la existencia de una triple capilla de Hatshepsut, lo que explica que el eje del monumento esté dirigido hacia Karnak. No se percibe a primera vista, pero es imposible tener desde el pilono una vista axial del templo, ya que la perspectiva está rota. El conjunto está sin embargo muy bien concebido para que esta particularidad no afecte a la armonía de las proporciones; incluso los obeliscos, de medidas diferentes, fueron emplazados desfasados de tal manera que cuando nos situamos frente al pilono, no se note la diferencia.
Los dos obeliscos fueron ofrecidos en 1830 a Carlos X de Francia por Mehemet Ali, pero sólo el de la derecha fue derribado y transportado a Francia. Jean-François Champollion fue quien eligió, por mandato del rey, el primero de los dos obeliscos, en parte cubiertos de arena. La leyenda dice que se decidió por el de la derecha, entrando en el templo, el más pequeño y el más dañado. El obelisco fue erigido con una gran fiesta en París, dónde se erige después de 1836 en el centro de la plaza de la Concordia. En agradecimiento, Luis Felipe I de Francia ofreció un reloj que hoy día adorna la mezquita de Mehemet Ali en el Cairo, pero se estropeó en el camino y nunca funcionó.
El segundo obelisco, que nunca salió de Egipto, fue oficialmente «devuelto» por Francia en 1981, al principio del primer mandato de François Mitterrand.
El agrandamiento del templo continuó en el periodo tardío de Egipto. Los faraones nubios de la XXV dinastía añadieron el muro de recinto además de un grupo arquitectónico de columnas formando un ante-patio. El recinto fue reacondicionado o restaurado por Nectanebo II, faraón de la XXX dinastía, al igual que todos los templos de Tebas. Construirían igualmente la avenida de esfinges que unía el templo de Luxor al de Karnak, además de un pequeño templo dedicado a Isis.
Tebas parece haber sido abandonada y maltratada por los conquistadores sirios y persas, y el desarrollo del templo fue abandonado. Alejandro Magno reacondicionó la sala de la barca, haciendo erigir las cuatro columnas que sostenían el techo. Todavía se puede ver el emplazamiento de las bases de estas columnas sobresaliendo de los cimientos de esta capilla. Esta forma, con la capilla que Filipo III de Macedonia hizo construir para el templo de Amón-Ra en Karnak es un ejemplo irreemplazable de arquitectura religiosa de este periodo de transición histórico para la ciudad de Tebas.
De igual manera, desde el comienzo de la época griega, se puede constatar cuanta atención aportaron los primeros monarcas de la nueva dinastía a los santuarios de la ciudad santa.
Finalmente, en la época romana, el templo fue convertido en edificio militar. En esta época, los sacerdotes enterraron piadosamente una serie de imágenes de dioses y reyes en una favissa que habían habilitado en el gran patio solar de Amenhotep III. Estas estatuas, algunas únicas en su género, fueron descubiertas en 1989 y están actualmente expuestas en el museo de Luxor.
En su versión final, el templo de Luxor medía más de 260 metros de largo y 50 de ancho.
Reyes González
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