La calle del Oeste de Quanzhou, un lugar de intercambio cultural de ideas entre Oriente y Occidente
La calle del Oeste de Quanzhou es una de las más antiguas y mejor conservadas de la ciudad. Al pasear por esta atractiva vía, el visitante puede contemplar edificios y construcciones de todas las épocas desde las dinastías Song y Tang, y sentir de cerca las costumbres y las gentes de esta milenaria ciudad. Como se dice popularmente, “si quieres conocer Quanzhou, no dejes de visitar la calle del Oeste”.
Se cuenta que el templo Kaiyuan fue construido durante el segundo año del reinado Chuigong (686) de la dinastía Tang (618-907). Una vez finalizado constituyó el conjunto religioso más grande de la región de Fujian en aquellos tiempos. La actividad del templo fue en aumento y se convirtió en lugar de oración de una gran cantidad de fieles. Poco a poco, una ingente población comenzó a instalarse frente a su puerta principal. Así, ya durante el siglo VIII, este asentamiento fue dando forma a la principal vía de la ciudad, la llamada calle del Oeste, que se extendió progresivamente hasta adquirir, en el siglo X, su aspecto más o menos definitivo. La antigua urbe de Quanzhou creció y se desarrolló a partir de ella. Esta arteria de comunicación también constituyó en aquella época el centro económico, cultural y comercial de la ciudad.
El apogeo de la Ruta Marítima de la Seda atrajo a un gran número de comerciantes extranjeros. Gentes procedentes de “las incontables tierras del mundo” promovieron el intercambio comercial en las tiendas y mercados de la calle del Oeste, fomentando, al mismo tiempo, las relaciones culturales y religiosas. Estos visitantes de mundos lejanos, que fueron recibidos con los brazos abiertos por los habitantes locales, siempre respetaron sus particulares ideas y costumbres. Distintas civilizaciones y culturas dialogaron, se integraron y convivieron de forma pacífica en Quanzhou, convirtiendo, durante un tiempo, esta pequeña calle del Oeste en centro del intercambio de ideas entre Oriente y Occidente.
Hoy, en ella es posible contemplar numerosos edificios de madera de distintos estilos y épocas. Son las tradicionales casas de estilo cuo, la típica construcción residencial del sur de la provincia de Fujian con tejado a dos aguas cuyas cumbreras se curvan hacia el cielo y que la gente de allí llama “colas de golondrina”. Como el mar que les da sustento, los habitantes de Quanzhou son apasionados, desinhibidos y aventureros. A lo largo de los siglos, la ciudad ha sido el puerto de partida de muchos chinos que emigraron al extranjero en busca de mejores oportunidades. Por eso, las cumbreras de las construcciones de estilo cuo se inclinan hacia el cielo para expresar la añoranza por los que se marcharon. En el pasado, el deseo de muchas de las personas que se movían por el extranjero era el de prosperar, volver con honor a casa y construir su propia casa cuo en la calle del Oeste. Por ello se expresa que “distintas tierras dan lugar a distintas personas”.
Ni de aquí ni de allá
Otro tipo de edificio destacado de la calle del Oeste son las residencias fanzi, nombre dado por los lugareños a las edificaciones de estilo occidental. A diferencia de las tradicionales construcciones cuo su diseño recuerda a la arquitectura europea. Las residencias fanzi integran el estilo europeo, con técnicas chinas, materiales del sudeste de Asia y elementos característicos de la arquitectura del sur de Fujian. Son, asimismo, un ejemplo de diálogo cultural a través de la arquitectura. De forma jocosa, los locales suelen decir: “Vestir con traje extranjero y sombrero de bambú, ni de aquí ni de allá, ideal”. Al pasear por esta calle encontramos casas cuo, residencias fanzi, templos budistas e iglesias, entre otros. Edificios de distintas épocas y estilos coexisten, así pues, a lo largo de lo que más bien parece un recorrido a través de un museo viviente de la historia de la arquitectura.
La calle del Oeste y los callejones transversales que se extienden a partir de ella conforman el núcleo de la antigua Quanzhou. En este pequeño conjunto urbano se concentran una veintena de edificios incluidos en el patrimonio arquitectónico nacional, cuya principal característica es la integración de los valores estéticos orientales y occidentales. Los estrechos callejones transversales tienen nombres característicos: unos de lugares conocidos, otros de los productos vendidos en ellos, otros de las construcciones famosas que albergan. El más conocido de todos es el callejón Jingting (literalmente, “pozo y pabellón”), en cuyo interior se encuentran el pozo Yuquan (de la Fuente de Jade) y la pagoda Dingxin (de la Tranquilidad del Corazón). Vista desde el cielo, la antigua Quanzhou tenía la forma de una gran carpa, razón por la cual en el pasado se la llamaba Liyu, que en español significa carpa. El pozo Yuquan se encuentra en el ombligo de este gran pez, ubicación propicia según el fengshui, por lo que es considerado el pozo de la suerte de la ciudad. De la pagoda Dingxin, construida durante el reinado Wanli de la dinastía Ming (1368-1644), se dice que está situada aproximadamente a la misma distancia de los distintos pueblos de los alrededores de Quanzhou. Por eso, también recibe el nombre de pagoda Zhongxin, que significa “central”.
Además de por su larga historia, este pequeño callejón es famoso por sus implicaciones culturales. En sus escasos 600 m de longitud, una vez residieron al mismo tiempo antiguos rectores de diversas universidades chinas, por ello el callejón Xiaozhang (de los Rectores) es otro de sus nombres. Más allá del callejón Jinting, toda la calle del Oeste destila un intenso espíritu humanístico, pues en ella se ubican 36 antiguas residencias de reconocidos personajes de la cultura. Después de visitarla, el filósofo neoconfuciano Zhu Xi (1130-1200) dejó escrito en el templo Kaiyuan la siguiente alabanza: “En este lugar conocido antiguamente como Reino del Buda, las calles están llenas de hombres santos”.
Por todo ello, la calle del Oeste representa a la perfección el atractivo de Quanzhou, que fue el centro portuario más importante de Oriente.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 56. Volumen V. Septiembre de 2019.
Ver / descargar el número completo en PDF
Ver / descargar el número completo en PDF
No hay comentarios:
Publicar un comentario