| EN UN RINCON DEL SISTEMA SOLAR. La sonda Voyager II pasa cerca de Neptuno en 1989, cuando descubrió seis de las ocho lunas de ese planeta.
2009: AÑO INTERNACIONAL DE LA ASTRONOMIA
El cosmos y sus encantamientos
Domingo 11 de Octubre de 2009 | Por Jorge Estrella - Para LA GACETA - TucumanCopyright 1998-2009 - La Gaceta - Todos los derechos reservados.
En los millones de años que llevan trajinando sobre el planeta, los bípedos homínidos han asumido el cosmos desde el animismo. Esto es, han trazado con él una alianza que entiende al mundo desde un trasmundo, lo real desde un trasfondo mágico, sagrado o demoníaco. Sus creencias sobre el universo y sus convicciones éticas evolucionaron dentro de esa alianza.
Pero en los tres últimos siglos ha irrumpido otra mirada sobre el cosmos. Bajo el postulado de objetividad, la ciencia desmanteló la telaraña de sentidos ocultos, presagios, augurios, premios y castigos allende la muerte personal. Ninguna sociedad pudo asimilar este nuevo enfoque de lo real, que, sin embargo, se impuso. ¿Por qué? Se impuso por su enorme eficacia práctica. La física de Newton, la bioquímica de Pasteur, la biología evolucionista o la nueva medicina fundada en la actual teoría del ADN (para mencionar sólo indicadores gruesos) han entregado al hombre de hoy una verdadera burbuja artificiosa. En ella duplicó su tiempo de vida, alejó o moderó sus temores ante el hambre, la enfermedad y la muerte que lo hostigaron desde sus primeros pasos en la Tierra.
El postulado de objetividad, sin embargo, con toda la eficiencia que encumbró al hombre contemporáneo, no pudo seducir su corazón ansioso de sentido. La mágica trama oculta tras lo real sigue llamándole. Y allí donde faltan pruebas de su existencia, el antiguo homínido que somos persevera en sentirla como certeza. Para emplear la feliz expresión de J. Monod, la ciencia de hoy, al descalificar toda fuente de verdad que no se someta a sus métodos, está pidiéndole al hombre "una radical ruptura con la tradición animista, el abandono definitivo de la 'antigua alianza'". (1)
Así como la geometría euclidiana de la Grecia clásica despejó el espacio de sentidos ocultos, lo volvió neutro y preparó la construcción moderna de una nueva física, los tiempos modernos produjeron el relevo de la astrología por la astronomía, de las cosmogonías por la cosmología, de la hechicería por la medicina, de la alquimia por la química. La ética, sin embargo, continúa cabalgando sobre los mitos animistas.
Pero la ciencia no pudo prescindir de la sospecha en un trasmundo, que es certeza para la imagen mitológica: como ésta, la ciencia propone una trama oculta en el universo. Cree que hay leyes estables detrás de los fenómenos. Su trabajo es descubrirlas y verlas desde su armadura matemática. No hay magia en ellas, son neutras de sentido, no permiten fundar moral alguna y no merece la pena rendirles culto ni hacerles sacrificios humanos. En ese trasmundo despoblado de encantamientos, la cosmología ha encontrado ocasionales coincidencias con los viejos mitos. Como en ellos, el universo tiene un inicio, ese inicio fue un caos y a partir de él ha crecido hacia el orden. Big-Bang y Evolución son los nombres para esta nueva historia del cosmos.
Las grandes preguntas
Pero hay más. Se trata de un hecho que suele pasar inadvertido en la amplia comunidad científica: la aparición, en el interior de su espacio desmitificado y seguro en el progreso indefinido, de raros enigmas que complican al postulado de un conocimiento objetivo sobre lo real, visto como neutro de sentido y al alcance de la razón. Los grandes pensadores que empujan la ciencia hasta nuevos bordes (Einstein, Monod, Penrose, Prigogine, para mencionar unos pocos ejemplos) vienen registrando su asombro ante un cosmos que recupera su encantamiento. Daré un ejemplo sencillo de entender.
Cito la versión que propone Stephen Hawking: "Si la densidad del universo un segundo después del Big Bang hubiese sido superior en una mil millonésima parte, el universo se habría contraído en diez años. Por otro lado, si la densidad del universo de entonces hubiese sido inferior en la misma cantidad, el universo se hallaría esencialmente vacío desde que cumplió los diez años".(2) Esto es, nuestro gigantesco mundo se escapó por un pelo de sucumbir a un Big Crunch por el tirón gravitatorio excesivo, o de disiparse en el frío del cero grado Kelvin en una fuga indefinida y rápida por escasez, justamente, del necesario tirón gravitatorio que lo controla en los niveles actuales, fecundos éstos para la creación de galaxias, de desequilibrios térmicos que enriquecen la variedad de los elementos en juego y de leyes que los combinan. De ahí la pregunta inevitable, expresada por el físico, juiciosamente no religioso: "¿Cómo es que se eligió tan cuidadosamente la densidad del universo?". (3)
¿Se está gestando una nueva alianza con el universo? Es probable que se trate de una alianza minoritaria, que este segundo encantamiento jamás seduzca a las mayorías. Y es casi seguro que renuncie al colorido juego de los viejos mitos. ¿Qué ética puede desprenderse de las nuevas visiones que la ciencia nos ofrece del cosmos? Ninguna, claro está. Tiempo atrás vi unas fotografías tomadas por el telescopio Hubble y exhibidas en una conferencia por el astrofísico Hubert Reeves (ex director del CERN -European Organization for Nuclear Research). Ellas mostraban la colisión de dos galaxias. Impresionaba ver esa violentísima instalación del desorden en el encontronazo de cientos de miles de millones de soles con sus posibles planetas, quizás algunos de ellos poblados con vida. ¿Qué mitología de un orden justo creado por lo sagrado puede legitimar ese universo? ¿Acaso no vienen cumpliéndose en él las despiadadas leyes de la selección natural, la sobrevivencia de los sistemas adaptados y la eliminación de aquellos otros que no lo están? Las morales humanas no aceptan esos ejemplos como lección a recoger desde la naturaleza. Tal es la debilidad de las viejas mitologías. Pero la ciencia de hoy tampoco puede seguir sosteniendo impunemente su idea de un cosmos sin sentido, neutro de propósitos, por mucho que le cueste explicar por qué no son así las cosas.
La materia en el espacio-tiempo parece poseer una formidable capacidad de autoorganización, de ascenso hacia la complejidad en lucha permanente contra un impulso de dirección contraria: la entropía, la propensión al desorden y a la muerte. © LA GACETA [TUCUMÁN]
Jorge Estrella - Escritor y filósofo, ex profesor de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Chile.
NOTAS
1.- El azar y la necesidad, IX, Ed. Monte Avila, Barcelona, 1971.
2.- Agujeros negros y pequeños universos, Ed. Planeta, Buenos Aires, 1944. El Mercurio invitó a Hawking a Santiago de Chile. Y me encargó la tarea de proponer al físico una decena de preguntas. La primera que le formulé fue si podía darnos un esbozo del razonamiento que lo llevó a semejante conclusión. Desgraciadamente, las dificultades de comunicación de Hawking impidieron conocer su respuesta.
3.- Idem.
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el dispensador: si el hombre mirase más el cielo, entendería más el sentido último de su existencia... sin ventanas no hay reflexión. Octubre 11, 2009.-
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