viernes, 1 de octubre de 2010

ESPACIO DE ÁNGELES


el dispensador dice: ¿que había antes de mi en el espacio que actualmente ocupo?... ¿qué habrá después?... de allí que nacer sea una gracia con espacio-tiempo propios, para lo cual se acondiciona un canal que funciona al modo de un cordón umbilical... un cordón que demanda la guía de un ángel y el concurso de asistencias que impulsen el "sentido" de los dones concedidos para dicho momento, el lapso en el cual el espíritu corporizado transitará por el tiempo respirable, aquí, la Tierra. Abrir los ojos, respirar, acomodarse a la luz, verse limitado luego de haber tenido capacidades plenas, abandonar la paz íntima y eterna para luego tener que buscarla dentro de sí mismo, sin saber de qué se trata, aprendiendo a acostumbrarse a no tener alas, a ser denso, a comprender que la distancia es parte del estar y del pasar... de allí la importancia del libro de la vida y sus destinos... de allí la llave contenida en el árbol de la vida y sus frutos... el acceso a ambos es divino y acompaña el sentido del universo que contiene y de la jornada que debe completarse, el sentido del instante en que "algo" debe ser conjugado para transformarse en foco y factor... ¿qué sucede si no cursa el don y el talento no se expresa?... al recogerse el cordón umbilical que acompaña a la vida, ese que sostiene el aura de cada quién, se retrae descubriendo nuevos espacios paradójicos, contradicciones de las gracias no resueltas, de los cometidos no logrados, de los dones no revelados, de los talentos desperdiciados, y cada senda no cumplida, cada huella no estampada, cada molécula de aire no respirada, guarda un sentido que destella sólo en las praderas del paraíso, sólo allí... Octubre 01, 2010.-

"repasa, hombre, repasa, que aún tiempo...".

Mateo 18, 1-5. 10 En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién piensas que es el mayor en el Reino de los Cielos?
Entonces llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:
—En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos; y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.
»Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos están viendo siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

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