EVANGELIO
Jn 3, 16-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios
LECTURA
Hech 5, 17-26
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
El Sumo Sacerdote con todos sus partidarios, los de la secta de los saduceos, llenos de envidia, hicieron arrestar a los apóstoles y los enviaron a la prisión pública. Pero, durante la noche, el Ángel del Señor abrió las puertas de la prisión y los hizo salir. Luego les dijo: "Vayan al Templo y anuncien al pueblo todo lo que se refiere a esta nueva Vida". Los apóstoles, obedeciendo la orden, entraron en el Templo en las primeras horas del día, y se pusieron a enseñar. Entre tanto, llegaron el Sumo Sacerdote y sus partidarios, convocaron al Sanedrín y a todo el Senado del pueblo de Israel, y mandaron a buscarlos a la cárcel. Cuando llegaron los guardias a la prisión, no los encontraron. Entonces volvieron y dijeron: "Encontramos la prisión cuidadosamente cerrada y a los centinelas de guardia junto a las puertas, pero cuando las abrimos, no había nadie adentro". Al oír esto, el jefe del Templo y los sumos sacerdotes quedaron perplejos y no podían explicarse qué había sucedido. En ese momento, llegó uno diciendo: "Los hombres que ustedes arrestaron, están en el Templo y enseñan al pueblo". El jefe de la guardia salió con sus hombres y trajeron a los apóstoles, pero sin violencia, por temor de ser apedreados por el pueblo.
el dispensador dice:
las almas no guardan distancias,
a veces los abismos acercan las manos,
otras tantas, cercanías son alambradas,
no hay lejanías en el concierto,
si de sinfonías se trata,
sentidos en las notas,
sentimientos en pentagramas...
suelen aparecer disonancias,
cuando los ojos pierden espaldas,
si no atiendes lo que llama,
no entenderás al que clama,
no es cuestión de gritar fuerte,
es prudente llamar con el alma...
es de espíritus atentos,
observar el sentido de los alientos,
algunas palabras conllevan rosas,
otras llevan piedras entre otras cosas,
pero no es bueno responder,
cuando no lo indica la consciencia,
no es cuestión de querencias,
aquello que se puede perder,
no se pueden coser,
los sentimientos a las ropas,
lo que no está en el corazón,
se puede perder entre copas...
en tiempos atribulados,
se arremolinan las percepciones,
se producen erupciones,
de sentimientos encontrados,
cuando se pierde el pentagrama,
no hay nota que valga,
esas se fabrican por discrepancias,
de cuerpos densos y tensas calmas,
sucede que hay arenas heladas,
propias de raras mañanas,
otras hierven en arenas pasadas,
comunes a tardes negadas,
al no descubrir las diferencias,
esas arenas anidan en almas,
que las asumen como propias ramas,
sin saber que cuando no reconoces dichas arenas,
lo que se esmerila es el alma...
para ello es prudente andar los desiertos,
donde las huellas cambian,
dejando señales sin lectura,
aquel que no atiende pisadas,
quemará sus plantas,
y allí donde las sombras pesan,
si logras hallar la senda,
si sabes lo que es nadar sin agua,
entonces nada temerás perder,
ni siquiera la propia calma...
a veces, el alma se distancia,
no sólo del otro se aleja,
del propio ser quiebra tejas,
rutinas a cielo abierto,
aún respirando vivo,
se puede estar muerto...
puede que se aleje del otro
puede que burle su calma,
a veces se descubre sin tiempo,
que nadie puede escapar al destino,
ni aún escondiendo el recuerdo en arenales sin trama,
por eso siempre se aconseja,
que habiendo hallado la senda,
se la ande solo y sin pena,
antes que disimulando lo que falta,
no sea cosa que el afecto que se espera,
se refleje en el tiempo de tu propia alma...
el desierto cobija espejismos,
deseos en las distancias,
aquello que parece agua,
puede evaporarte el alma,
por eso no es bueno mirar,
aquello que se refleja,
si quieres descubrir el mañana,
debes observar en tu alma,
cuando el espíritu se inquieta,
debe seguir los llamados,
ningún angel que de guarda se precie,
engañará jamás a la especie,
porque de luces se trata,
si has pedido una gracia,
y el cielo la ha concedido,
serás agradecido cuando ayudes a otra alma...
este dispensador ha andado,
recorriendo muchos desiertos,
apreciando como muchos vivos,
se venden como muertos,
así como muchos vivos,
entierran sus sentimientos,
para burlar los ajenos,
atendiendo a las conveniencias,
habiendo perdido sapiencia,
al burlar las atenciones,
aquello que desciende dulce,
puede tornarse amargo,
no se puede mentir en la derecha,
ni culpar al distraído,
lo que siembras en el agua,
por peces será comido...
apenas ayer decía,
que a las rocas escuchaba,
verdades me brotan del alma,
cuando no respetas las arenas,
ellas saben devorar la calma,
de allí que aprendí a andar solo,
aquellos que me han negado,
los otros que se han burlado,
ahora andan perdidos,
de los mañanas y sus pasados,
no han entendido que la vida,
es geometría de legados,
las piedras que no han encajado,
son las gracias que habéis pateado...
ando siguiendo mi senda,
sin atender a las sirenas,
ellas andan contando cosas,
que embaucan a distraídos,
todo aquello que he perdido,
me ha liberado de cargas,
ahora no llevo mochila,
y ando con pies descalzos,
me reconocen por lo puesto,
soy en esencia dulce,
prefiero desiertos salados,
aprendí a distinguir las arenas,
por los versos evocados,
ya no me pierdo entre ellas,
estoy listo para ser pasado...
Mayo 04, 2011.-
miércoles, 4 de mayo de 2011
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