sábado, 23 de julio de 2011

FUERA DE ESTA DIMENSIÓN - Ocio y cultura Grandes reportajes - Oscar Gimenez - Joyas de la ciencia ficcion en la British Library - JANO.es - ELSEVIER

Ocio y cultura Grandes reportajes - Oscar Gimenez - Joyas de la ciencia ficcion en la British Library - JANO.es - ELSEVIER: "Joyas de la ciencia ficción en la British Library

Óscar Giménez
22 Julio 2011

El nuevo edificio diseñado por Colin St. John Wilson alberga desde 1997 la colección principal de la British Library.

Desde manuscritos casi desconocidos de la primera época de la ciencia ficción hasta las novelas más vendidas de los últimos años. Eso es lo que ofrece la exposición que alberga hasta el próximo 25 de septiembre la londinense British Library bajo el título “Fuera de este mundo: ciencia ficción, pero no como la conoces”.


El visitante puede hacer un extenso recorrido para explorar este género desde la literatura, el cine, la ilustración y el sonido, en un trayecto ideado por Andy Sawyer, erudito en la materia de la Universidad de Liverpool, una travesía que profundiza en la historia de la ciencia ficción al tiempo que desgrana jugosas anécdotas sobre un género que eclosionó definitivamente en el siglo XX, pero cuyas raíces pueden encontrarse incluso en la época romana. Para este experto, lo que pretende demostrar la exposición es que la ciencia ficción es una forma de hacerse preguntas sobre el mundo, su futuro y el lugar que nosotros ocupamos, preguntas que tienen sus orígenes en una amplia variedad de tradiciones literarias y culturales. Los responsables de la muestra destacan que esta forma de literatura es una ventana al mundo y a nuestra propia sociedad. “Empuja los límites de nuestra imaginación a lugares incómodos y agradables —afirman— y representa un llamamiento hacia nuestro deseo de comprender el significado de otros mundos con mayor profundidad”.

Viajar a la Luna

Lo de la época romana no iba en broma. De hecho, una de las joyas que pueden verse es una edición de 1647 de Historia verdadera, un relato escrito en el siglo II después de Cristo por Luciano de Samósata en el que narra la aventura de un grupo de marineros que, izados por una tromba marina, llegan a la Luna. “Escribo sobre cosas que jamás vi, traté o aprendí de otros, cosas que no existen en absoluto ni por principio pueden existir”. Esa cita sitúa al mencionado escritor de origen sirio como el autor de la primera obra conocida de imaginación especulativa pura y dura, una narración no exenta de sátira en la que describe a los selenitas como criaturas sin ano que pueden quitarse y ponerse los ojos y que son capaces de tejer con vidrio e hilar los metales. Para muchos, Luciano de Samósata es el auténtico tatarabuelo de la ciencia ficción.

Está claro que el viaje a nuestro satélite fue un tema recurrente del género mucho antes de que se inventara como tal. Ahí tenemos a Cyrano de Bergerac, el poeta y dramaturgo de carne y hueso —no el personaje de Edmond Rosand— que en su obra El otro mundo, publicada en 1657, dos años después de su muerte, relató en primera persona cómo viajó a la Luna y después al Sol, propulsado por cohetes. Las gentes y mundos que describía le sirvieron para formular su filosofía materialista y hacer una crítica de la sociedad en que vivió.

La aventura de Cyrano se escribió dos siglos antes que la famosa De la Tierra a la Luna, del visionario Jules Verne, publicada en el Journal de débats politiques et littéraires en 1865, novela que tuvo su continuación con Alrededor de la Luna, 5 años después. Sobre el mismo tema encontramos Los primeros hombres en la Luna, de H.G. Wells, quien hizo viajar a sus protagonistas, no con cohetes, sino con una nave creada gracias a una sustancia antigravitatoria bautizada como cavorita. El hombre ya viajó a la Luna, pero aún no lo ha hecho de esa forma.

La primera máquina del tiempo
Y si son pocos los que no han soñado alguna vez con viajar fuera de nuestro planeta, aún son menos quienes no se han imaginado en alguna ocasión viajando al pasado o al futuro. Referirse a máquinas del tiempo nos trae inmediatamente a la cabeza de nuevo a H.G. Wells y a su novela La máquina del tiempo, de 1895. Pero lo que mucha gente desconoce es que el primer mecanismo tecnológico literario pensado a tal efecto salió de la mente de un español. Fue Enrique Gaspar, un madrileño nacido en 1842 que, además de escritor, era diplomático y, entre otras cosas, zarzuelista. Uno de sus relatos, El anacronópete, publicado en 1887, unos pocos años antes que la mucho más célebre narración de Wells.

Allí se explicaba en tono de opereta que, gracias al talento de un científico de Zaragoza llamado don Sindulfo García, un grupo de personas conseguían viajar en el tiempo. Lo hacían en el tal “anacronópete”, una detallada máquina de hierro dotada de 4 grandes cucharas giratorias que funcionaba con electricidad. El relato está muy vinculado a la afición de su autor por la zarzuela, hecho que se refleja en el insólito conjunto de personajes viajeros, formado por el científico, su ayudante, su sobrina, una sirvienta, un capitán del ejército, un puñado de húsares y unas cuantas mujeres francesas “de vida alegre”. Aunque existen otros relatos anteriores que incluyen referencias a viajes temporales, generalmente éstos son fruto de sueños o provocados mediante magia, no de ingenios creados por el hombre.

Los expertos en ciencia ficción ya no dudan en atribuir a Gaspar esta novedad. “La novela no pretende ser una exploración científica seria, sino una manera de mirar el pasado o el futuro para satirizar el presente”, explica Andy Sawyers.

Sin embargo, la historia sobre aquella primera máquina del tiempo estuvo durante más de un siglo en el olvido, del que fue rescatada gracias a una detectivesca labor de un club español de ciencia ficción en 1999. Un ejemplar original se descubrió en la Biblioteca Británica y se muestra ahora en la exposición como otro de sus principales atractivos.

Otros tesoros literarios
También es de destacar en la muestra una primera edición de Utopía, de Tomás Moro, que data de 1516. Evidentemente, no es una obra de ciencia ficción, pero no debe olvidarse que retrata una sociedad imaginaria con inusuales ideas políticas que contrastan con las existentes en la Inglaterra de su tiempo.

Entre las curiosidades exhibidas, el visitante encontrará un ejemplar del Codex Seraphinianus, obra creada entre 1976 y 1978 por el artista y diseñador italiano Luigi Serafini como una enciclopedia visual de un mundo imaginario con su propia fauna, flora y costumbres humanas, y escrita en un lenguaje todavía no descifrado.

Pero volviendo a H.G. Wells, destaca una edición de 1906 de La guerra de los mundos, novela que se publicó por primera vez en Pearson’s Magazine en 1897. Sin duda ha sido el libro más influyente sobre invasiones alienígenas —marcianos en este caso—, con destacables versiones cinematográficas como la de Byron Haskins de 1953 y la de Steven Spielberg de 2005. Fue una de las primeras historias que detalla un conflicto entre la humanidad y una raza extraterrestre y ha sido interpretada por algunos como una crítica a la teoría de la evolución, al imperialismo británico y en general, a los miedos y prejuicios victorianos.

No faltan referencias a los grandes precursores de la ciencia ficción, como el Frankenstein de Mary Shelley ni tampoco al curioso caso de las hermanas Brontë —Charlotte, Emily y Anne— y su hermano Branwell, que de niños idearon, escribieron y dibujaron sus propios mundos imaginarios, llamados Angria y Gondal. Describieron sus paisajes, sus habitantes y sus historias en libros y revistas escritas a mano con letra minúscula, mapas incluidos, que en cierto modo recuerdan con décadas de antelación a los fanzines de los años treinta del siglo XX. Esos minimanuscritos, que se conservan y exponen en la British Library, no son estrictamente obras del género, pero sí “uno de los primeros ejemplos de fan fiction que utilizan personajes y escenarios del mismo modo que los aficionados a la ciencia ficción y a la fantasía de hoy día desarrollan como detallados universos imaginarios de Star Trek o Harry Potter”, comenta Andy Sawyer.

La ciencia ficción del siglo XX
Por supuesto, la exposición incluye referencias a los nombres del siglo xx que llevaron el género a la cima de la popularidad, desde Arthur C. Clarke a Isaac Asimov, pasando por Philip K. Dick, Brian Aldiss o Ray Bradbury, y a los mundos y utensilios imposibles que habitaban sus mentes y que con los años se fueron haciendo realidad, caso del Newspad que utilizaba el Dr. Heywood Floyd Clarke de 2001: una odisea del espacio, con el que podía consultar las noticias en cualquier diario que quisiera. Tal como recuerda Sawyer, la descripción del futuro puede ser tan visionaria y asombrosa como incomprendida. Si no, que se lo digan a Jules Verne, a quien en 1863 le rechazaron publicar París en el siglo XX, una novela en la que la ciudad francesa estaba en un lejano 1960 plagada de rascacielos, la gente se comunicaba mediante máquinas parecidas al fax e incluso existía una especie de Internet primitivo. Aquella historia rechazada fue redescubierta y publicada finalmente en 1994.

En cualquier caso, inventar el futuro, aunque sea en la literatura, como defienden muchos autores, no se basa únicamente en una gran imaginación sino también en una sólida educación científica y en el conocimiento de las investigaciones del presente. Lo que conocemos como “ciencia ficción” tiene ya una larga tradición, pero también la capacidad de seguir dominando la cultura popular durante muchos, muchos años más.
Ilustraciones del Codex Seraphinianus, obra del italiano Luigi Serafini, donde muestra un mundo completamente imaginario con una escritura indescifrada.

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el dispensador dice: el mundo de las ideas sostiene una órbita asincrónica de aquella que contiene al mundo humano, de allí que por momentos el ideario se nutre al modo de una catarata con miles de cascadas, y otras tantos (momentos) todo se seca y el mundo padece sequía de ideas. Creo que la obra suprema del inconsciente colectivo es la portada de este comentario, esto es "el eternauta". Obra que supo descubrir algo que sucede en el mundo paralelo al de los humanos, de manera casi simultánea y sin que nadie lo perciba, al igual que ocurre con ciertos stupas en los himalayas, o aquí mismo en los Andes del Sur donde varias realidades transcurren de manera simultánea. Si bien, algunas historias emocionaron el imaginario humano y hasta hicieron temer por curiosas invasiones extraterrestres, viajes espaciales hacia la antirrutina, y hasta viajes en el tiempo intentando regresar a las fuentes perdidas del Shangri-La, todo pierde sustento ante la magistral propuesta de un eternauta que se ve acorralado por un hecho inesperado, que superando las capacidades de aquellos que lo rodean, lo empujan a descubrir algo que se ubica más allá de la razón humana... Como sea, cualquier cosa que el hombre cree imaginar, pertenece de alguna forma a otras tantas realidades que vibran en algún lugar del universo contiguo, cercano o distante, expresando hechos y formas que el hombre, en sus limitaciones, intenta desmerecer y colocarles el mote "imaginarios"... los mundos paralelos existen más allá de la imaginación, tanto como lo hacen el mundo de los sueños, el de las ideas y más aún, aquel otro donde ciertos espíritus reposan de sus lapsos encarnados, o aquellos donde ciertas almas se consumen en sus hogueras, o aquellas otras almas que ascienden por una empinada cuesta que jamás conduce a cima alguna, dejando al viajero siempre en el mismo lugar. Los intercambios entre las dimensiones no son frecuentes ni tampoco permanentes, así como aparecen los oráculos, desaparecen los santuarios, y viceversa... se iluminan las ideas, se opaca el imaginario... pero todo permanece contenido en algún lugar del éter, recolectando las vivencias de cada quién, registrándolas y dejando que sean observadas por espíritus que prescinden del tiempo tanto como del aire. Allí moran ángeles... y en otros lugares permanecen monstruos inimaginables que acuden a recibir a aquellas almas que han vivido produciendo daños a los prójimos. Cielos e infiernos... contenidos en simples versiones de cómic enseñando al hombre que hay mucho más allá de él mismo y de su tiempo, de su condición y de su alma. El mundo de las ideas está fuera de este mundo de cosas densas y rutinas espesas... pero a veces los ángeles eligen a algunos seres humanos para revelar al conjunto nuevas o mejores y hasta a veces peores sabidurías, ciencias e inteligencias que deslumbrarán a algunos y provocarán la estampida de otros... mientras ello sucede la lectura se extingue y la electrónica avanza en el control de las neuronas ociosas. Todo se sirve en bandeja, poco es lo que se digiere en el intelecto cada vez más fosilizado... mientras tanto los mayas, los nubios, los atlantes, los lemures y los indos (mencionando sólo a algunos) asomados a las ventanas dimensionales, observan con espanto como el mundo humano se sumerge en el oscurantismo del pensamiento sometiéndose a la irreflexión de los sexos. Quizás "avatar" enseña nuestra realidad mediata... mejor aún, nuestro eternauta ha descubierto que estamos siendo invadidos y ocupados sin que nadie atine siquiera a pensarlo... y lo dicho no es un mero acertijo, es la más cruda realidad. Asesinar al portador de las ideas, es herir la esencia del ideario, y a partir de allí muchas, infinitas son las reacciones..., aunque Usted no lo crea. Julio 23, 2011.

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