lunes, 18 de julio de 2011

COPLAS SIN TIEMPO - El Señor de los Vientos - La Gaceta

El Señor de los Vientos - La Gaceta: "LUTHIERS
El Señor de los Vientos

Lunes 18 de Julio de 2011 | ¿Quién no conoce a Luis D´Amico en Cafayate? Es el alma máter de la Escuela de Música, Luthería y Danzas Autóctonas; y constructor e intérprete de aerófonos andinos. Su local, ubicado frente a la plaza principal, y su taller del barrio Chacabuco son permanentemente visitados por músicos y turistas.

Autor
Alberto Horacio Elsinger
Redacción LA GACETA
aelsinger@lagaceta.com.ar
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CAFAYATE (Enviado Especial).- Dicen que las copas de los sauces se aquietan cuando la quena de Luis Daniel D’Amico suena a lo largo y a lo ancho de la quebrada cafayateña. Los pájaros dejan de volar. Y el viento, que despereza a los cactus y a las gramillas vallistas, se abstiene de soplar. La copla se vuelve vino y el canto de las peñas es apenas un lamento en la noche. Es que este luthier de raza, músico de alma y maestro de corazón es el Señor de los Vientos, por su dominio de los aerófonos. 'Desde que Daniel llegó a Cafayate las quenas no se silenciaron jamás. No creo que haya un solo instrumento autóctono de viento que exista en este pueblo que no lo haya fabricado D’Amico', pregona el poeta salteño de pura cepa José 'Puma' Vasconcello, autor del glosario de las últimas ediciones de la Serenata a Cafayate y propulsor del Festival Latinoamericano de la Canción.

Fachada de rockero

Frente a la plaza, en un local de Vicario Toscano 50, un rubio con melena de rockero construye, repara, afina e interpreta instrumentos aerófonos andinos. Pero, no sólo de quenas, sikus, zamponias, erques, erquenchos y pingullos vive el hombre. También comercializa CDs, libros, pinturas y cerámicas de artesanos y artistas de todo el país. Además, fabrica, vende y repara charangos, guitarras, cajas bagualeras y bombos en su otro taller, ubicado en el barrio Chacabuco.

Autodidacta en su niñez, D’Amico aprendió quena en San Martín, provincia de Buenos Aires. 'Desde fines del 70, en mi ciudad natal, Loma Hermosa (cerca de campo de Mayo), estudié guitarra con Héctor Acosta. Él era músico de Margarita Palacios, el Tarateño Rojas, Antonio Pantoja, los primeros inmigrantes de Latinoamérica radicados en el conurbano bonaerense. Además vivían folcloristas de otros lugares del país: santigueños, cornetines, trucamos, chaquetas...' , le cuenta a LA GACETA el propulsor de la escuela de luthería, iniciativa que impulsó con Juan Alonso. A ellos se sumaron después Federico Cosentino y Mauro Cura y el salteño Angel Aguirre, egresado del establecimiento.

Sin secretos

Los aerófonos no tienen secretos para este transgresor de la estética y perfeccionista del sonido: 'fundé el conjunto Runakay (naturaleza del hombre) con el que grabé dos CD, y otro como solista'.

Es exigente con sus alumnos, a quienes forma desde 1986 en la interpretación de aerófonos y desde 2001 en la construcción de esos mágicos instrumentos. Y generoso con los amigos: 'acompañé a Litio Nieva, Chichi Barra y Daniel Toro con aquellos increíbles Nombradores. También grabé con Rafael Amor,Hugo Distorti (tecladista de Rata Blanca), Los Bandeños y otros más'.

Incondicional con sus afectos, está casado desde hace 25 años con Mabel Pluschinsky, su compañera y gran anfitriona. Original y versátil en sus creaciones, nunca transa con la mediocridad ni tampoco abdica como meticuloso intérprete e investigador. 'Desde 1991 soy invitado a disertar en la Escuela Universitaria de Música de Düsseldorf, Alemania y en Girona, Barcelona, España', explicó.

D’Amico, padre de Lautaro (15) -percusionista y bandoneonista- y de Agustina (18) -estudiante de la Facultad de Artes de Tucumán- logró que su apellido sea sinónimo de quena, emblema de talento y marca registrada de lealtad hacia la música andina. Compositor y arreglador, toca los aerófonos como un real Señor de los Vientos.

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el dispensador dice: esté donde esté, mi espíritu vaga por Cafayate... ande por donde ande, mi alma vaga en los valles calchaquíes de Cafayate, Tolombón, la quebrada de las conchas, y más allá en la otra, la de las flechas, Angastaco, Amaicha, Colalao, algo hay en dichos parajes que me han secuestrado sin ofrecer yo resistencia alguna. Vibro junto con sus gentes y ellos conmigo... Algo hay allí que no me deja irme, aún partiendo permanezco... Aún regresando, nunca me fui... Cada día, a las cinco en punto de la tarde, a una cuadra de la plaza llega el hombre que hace las mejores tortillas del norte argentino. No las hace con sus manos, antes bien las amasa con el alma, y entre mate y mate, reflexiones, y canciones, me voy dejando embelezar por las masas... para luego andar apenas un poco y llegarme hasta El Rancho, pasiones de cocina de Marita y su familia. Gentes de Cafayate, refugiados del espíritu, empecinados en sobrevivir a un extraño mundo humano que impone cargas que los propios mentores no quieren llevar. Hay música de coplas, pero también hay otra, sublime, que baja desde los silencios de los vientos, y no necesitas del vino aunque sí de los viñedos para escuchar tanto sentimiento expuesto... Algo hay en Cafayate, algo que no se puede describir con palabras, y no lo digo yo como enamorado revelado, lo dicen las gentes que se pierden por sus calles, sin saber que más allá del poblado, hay magia de recados recorriendo recovecos de vientos, grutas distantes, sabidurías flotantes. Suelo meterme en lugares donde no llega nadie, y permanezco allí contemplando un mundo lejano que consume almas, licúa vidas, demanda esfuerzos y voluntades sin brindar nada a cambio, será por eso que mi alma reposa en Cafayate. Cajón de aguas protegidas y bendecidas por una virgen sentadita que sí sabe de fieles y perdidos, perdidos que se van encontrando sin siquiera pasar frente a un espejo. Allí mora el señor de los vientos, voces que no guardan alientos porque se nutren de genuinos sentimientos... sí, quiero decirte que algo hay en Cafayate, algo que compartiré con mis cenizas, justo cuando llegue el momento. No tolero las segundas intenciones, mucho menos las mentiras y traiciones, siempre he andado buscando rincones para atesorar mis sentimientos, y justo allí he hallado la fuente de las esencias, a todos los que he llevado, a todos los que he enseñado, a todos los que he guiado por dichos desfiladeros, han descubierto que la calma también es parte del viento, aunque el verdadero secreto, de aquellos parajes calchaquíes, reside en que las almas que pasan quedan atrapadas por los sentidos de las brisas, esas que no guardan tiempos. Algo hay en Cafayate, por allí anda la Cecilia en su Casa del Sol, me subyugan los sabores del calchaquito, pero mi alma no descendió, anda allá por la Banda de arriba, Yacochuya, qué se yo... que puedo decirte hermano, algo sale de esas arenas, algo que me secuestró. Julio 18, 2011.-

te aclaro que no es un aviso, es al sólo efecto de seguir mis pasos...
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hostaldelsolcafayate@yahoo.com.ar
0054 3868 421 7161 | 03868 421 7161 | 0387 154 502 355

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