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Aquel robo del siglo (XIX)
Dos láminas del 'Isabella' en la reproducción de la Editorial Manuel Moleiro.
Dos láminas del 'Isabella' en la reproducción de la Editorial Manuel Moleiro.
Luis Alemany | Madrid
Actualizado lunes 11/07/2011 10:15 horas
¿Volverá el 'Códice Calixtino' al archivo de la Catedral de Santiago de Compostela? No lo sabemos. Lo que parece muy improbable es el regreso del 'Breviario de Isabel II', una de las pocas joyas bibliográficas de la Historia de España cuyo valor está a la altura del códice.
El 'Breviario', residente en el British Museum de Londres desde 1851, salió de España por las malas, durante la Guerra de la Independencia. Las tropas francesas asaltaron el Monasterio de El Escorial, el lugar en el que Felipe II había depositado el 'Breviario' y se lo llevaron a Francia , entre otros trofeos de guerra. Poco duró en sus manos: hacia 1851, el 'Breviario' apareció en Londres como parte de la colección de un banquero y parlamentario inglés, John Dent, que se lo ofrecía al British Museum. La dirección de la institución londinense, a pesar de los informes en contra de la compra, pagó las 3.000 libras que le pedía Dent por el 'Isabella', como conocen los ingleses al breviario.
'Ha sido, si tenemos en cuenta el cambio de valor de la moneda, una de las compras más cras de la historia del British Museum', explica el editor de facsímiles Manuel Moleiro, cuyo sello presentó el pasado otoño la primera reproducción 'casi-original' del Breviario.
¿Qué ocurrió durante esos 40 años con el 'Isabella'? 'No lo sabemos con precisión. Pero sabemos que el 'Beato de Liébana', que salió de España en las mismas circunstancias, tiene en su guarda la firma de José Bonaparte y la fecha de 1840. Lo que debió de ocurrir es que el códice, cuyo destino fue la Biblioteca Imperial de Francia, como ocurría con todos estos tesoros, fuera robada por los Bonaparte y vendida cuando la familia de Napoleón cayó en desgracia'. ¿Fue ese el destino del 'Breviario'? 'José Bonaparte no dejó su firma en él, con lo que no podemos estar seguros, pero es bastante probable'.
El 'Breviario de Isabel' fue un regalo del embajador Francisco de Rojas a la reina Isabel I por el matrimonio de sus hijos Juan y Juana en 1497 y en conmemoración de los éxitos del reinado de Isabel y Fernando (la conquista de Granada y el descubrimiento de América). Su elaboración se encargó a los mejores maestros flamencos del momento, inclluidos Gerard Horenbout y Gérard David, que narraron en sus 1.024 páginas la destrucción de Jerusalén.
Durante los últimos cinco años, la editorial de Manuel Moleiro ha trabajado en la reproducción al milímetro del 'Breviario'. 'En la British, el trato que tiene la obra es exquisito. Las primeras veces que accedí al libro, no pude tocarlo. En cada sesión de trabajo, teníamos a dos empleados de la British con nostros... Así, un robo o una mutilación como la del 'Códice' sería imposible'.
- Enviado mediante la barra Google"
el dispensador dice:
me siento un hombre de paz,
suelo andar por la vida,
sin mirar hacia atrás,
aquello que he sembrado por buenas,
está adherido a mis suelas,
lo he ido grabando en huellas,
plenas de luces sin sombras,
he visto pasar alondras,
guiando mis sueños lejanos,
me he ajado las manos,
ayudando a desconocidos,
algunos me han dado sus abrigos,
otros me han robado el ombligo,
no obstante me reconozco,
como un humilde sin comarca,
he andado por el mundo,
siempre dejando una marca,
mirando siempre a los ojos,
sosteniendo oídos atentos,
muchas veces he sido lento,
para descubrir los engaños,
yendo a parar a los caños,
por no avisorar las estafas,
algunos te roban sin gafas,
la mayoría por desprecio,
esos que esgrimen envidias,
son los mismos que sustentan desprecios,
se apropiaron de bienes,
jamás de los sentimientos...
la estirpe humana suele ser rara,
la mayoría es deconocida,
contenedora de dignidades,
anda enseñando bondades,
a quiénes las quieran atender,
pueden abrir sus casas,
compartiendo sus mesas,
sin esperar nada a cambio,
pueden dar sus manos y seguir andando,
como si nada hubiese pasado,
pero hay unos pocos atrasados,
que vienen depredando a su paso,
se llevan lo que se les cruza,
sea ropa o sea musa,
no entienden de precios subyacentes,
emergen de vapores hirvientes,
será que andan como diablos,
robándose ilusiones ajenas,
ellos regalan penas,
a las almas que descansan,
la piedad no está en sus almas,
no le interesan los clamores,
prefieren ocultarse entre vapores,
que andar construyendo mañanas...
he visto robarse legados,
sean códices o pasados,
el que se acostumbra a robar,
transita sus días sin pesar,
lo que dicen sus palabras,
sonríe como los mejores,
hasta puede compartir alfajores,
pero al llegar al vientre,
se transforman en piedras hiervientes,
que devoran las entrañas,
se parecen a las arañas,
cuando andan secando gentes...
estos pocos extraños,
nunca nada andan comprando,
han nacido robando,
han aprendido a mejorarlo,
aquello que desean,
lo harán suyo sin tapujos,
para ellos la vida es dibujo,
de terceras voluntades,
las consumen sin piedades,
para luego volverse señores,
algunos son hasta pulcros,
otros duermen en los sepulcros,
se sienten bien entre despojos,
lo suyo no es el arrojo,
de allí que se cultivan con piojos,
viviendo siempre del oportunismo,
saltean hasta los sismos,
resguardando sus abismos,
ellos se dicen eternos,
tienen pactos de infiernos,
y nada les importa,
se comen las esperanzas,
se escudan en alabanzas,
usan las escrituras,
a modo de oxidadas espadas,
te cuentan mentidas historias,
mezclas de sus saqueadas...
estos seres sin alma,
seguramente no saben,
que aquello que se roba se lleva,
los pasados de sus formas,
contienen penas dejadas,
por los que hicieron algo por ellas,
eso envuelve a los seres,
identificando sus bienes,
tienen paciencia de sobra,
todo lo que vive existe,
y todo lo que existe tiene vida,
aún cuando no se entienda,
se cobijará bajo tienda,
lo robado no se añeja,
quedando siempre a la espera,
de regresar los sentidos,
es propio de perimidos,
no comprender los sonidos,
que emiten todas las cosas,
algunos parecen gemidos,
otros tantos son gritos,
clamando por pertenencias,
lo que se quita a los otros,
jamás pertenece a la querencia,
tienen sentido de ausencia,
clamando antiguas presencias,
más tarde o más temprano,
regresan a sus esencias...
a estas alturas te digo,
me han quitado los abrigos,
pero no han podido con el alma,
en ella guardo la calma,
de saberme un elegido,
prefiero maderos podridos,
que vivir entre las llamas. Julio 11, 2011.-
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