jueves, 21 de julio de 2011

UN MUNDO SIN FORMA o 54 MINUTOS de PENSAMIENTO sin CÓDIGO de BARRAS || IntraMed - Arte y Cultura - Ética posmoderna

IntraMed - Arte y Cultura - Ética posmoderna: "18 JUL 11 | Una nueva obra de Zigmunt Bauman
Ética posmoderna


¿Qué se ha roto en la postmodernidad? ¿Cómo construimos nuestros valores y categorías? Bauman, un pensador con una obra monumental, ahora analiza el universo de la ética de nuestros días.

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Ética Postmoderna
Por Zigmunt Bauman


En la posmodernidad, el comportamiento ético correcto, antes único e indivisible, comienza a resquebrajarse. Ahora un acto puede ser evaluado como “razonable desde el punto de vista económico”, “estéticamente agradable”, “moralmente adecuado”. Las acciones pueden ser correctas en un sentido y equivocadas en otro. ¿Qué acción debería medirse conforme a un criterio determinado? Y si se aplican diversos criterios, ¿cuál deberá tener prioridad?




La agenda moral de nuestros días abunda en asuntos que los estudiosos de temas éticos del pasado apenas tocaron, ya que entonces no se articulaban como parte de la experiencia humana. Basta mencionar, en el plano de la vida cotidiana, los diversos problemas morales que surgen de las novedosas relaciones de pareja, sexualidad y relaciones familiares, notorias por su indeterminación institucional, flexibilidad y fragilidad; o bien la gran cantidad de tradiciones que sobreviven, han resucitado o se inventaron para disputarse la lealtad de los individuos y reclamar autoridad para guiar la conducta. Y, en el trasfondo, el contexto global de la vida contemporánea presenta riesgos de una magnitud insospechada, en verdad catastrófica: genocidios, invasiones, “guerras justas”, fundamentalismo de mercado, pogromos, terror de Estado o de credo.

Zygmunt Bauman aborda la maraña de experiencias en la que se forma la perspectiva específicamente posmoderna de los fenómenos morales sin la intención de establecer una jerarquía acordada de normas y valores. Pero si no cabe esperar de Ética posmoderna un código ético absoluto o universal, tampoco el vaticinio de ningún “crepúsculo del deber” o un “debacle de la ética”. Por el contrario, una esperanza recorre este libro: que puedan hacerse visibles las fuentes de fuerza moral ocultas en la filosofía ética y en la práctica política de la modernidad. Como resultado, las posibilidades de “moralización” de la vida social podrían, quizá, mejorarse.

Zigmunt Bauman: Nació en 1925 en Poznan, Polonia, país que abandonó ante el ascenso del nazismo a causa de su ascendencia judía. Se formó en la Unión Soviética y regresó a Polonia tras finalizar la segunda guerra mundial. En 1968 volvió a emigrar por causas políticas y se instaló en Israel. Fue profesor en Tel Aviv y luego en la Universidad de Leeds, en la que es profesor emérito de Sociología desde la década de 1970. Reconocido teórico de la posmodernidad “caliente”, en oposición a las teorías débiles o “frías” de autores como Lipovetsky, Vattimo o Baudrillard, para Bauman la dominación política se alcanza a través de la legitimación de los valores sociales y una combinación de seducción y represión entre los diversos actores sociales, procesos que estudió en La cultura como praxis (1973) y Modernidad y Holocausto (1989). Su libro Modernidad líquida (2000), centrada en el fenómeno de desaparición del espacio público ante los agentes de poder, es un clásico de la teoría contemporánea. A lo largo de su carrera ha intentado desarrollar una sociología crítica y emancipadora.

Referencias:

Editorial Siglo XXI
Sociología y política
Isbn 978-987-629-173-6
296 págs. / 21x14 cm.

Vivir en un 'mundo líquido', el pensamiento de Zigmunt Bauman

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el dispensador dice: sí, estoy detenido entre ancestros lejanos, lemures, atlantes, indos-persas, mayas-karaives, mochica-urus, nahuas-cakchiqueles, nubios, hasta el qumran, no más... sí, lejanos, porque tenían una distinta concepción de la cultura, de las tradiciones, del espíritu de las cosas que nos rodean, de las rocas y los sembrados, de los alimentos y hasta de sus propios pasados, confiriéndole importancia a lo que realmente la tenía. Las gentes se dedicaban a "hacer" y en dicho acto, hacían para nutrir a la tribu, a su comunidad, al pensamiento individual pero a sabiendas que junto con ello aportaban al inconsciente colectivo y al mundo de las ideas que regía sus almas. No eran superiores, eran simplemente distintos porque habían comprendido la importancia angular de lo "simple"... Tenían FE. Guardaban un respeto ejemplar por la naturaleza y sus equilibrios, tanto como reverenciaban a las fuentes y sus aguas, al aire, al suelo y al fuego. Se comunicaban sí... hablando, y cuando no tenían nada para decir, sencillamente no lo decían, no hablaban, porque reconocían a pié juntillas el sentido y el peso de las palabras, no en vano tenían tratados enteros sobre el particular... ¿cuánto pesa una palabra?... ¿qué capacidad de daño conlleva?... ¿cuánto enaltece y cuánto degrada, a quien la pronuncia y a quien la recibe?. ¿Qué hay detrás de las intenciones, y qué ocurre cuando se priorizan las segundas?... Los griegos primero, los romanos después, quebraron los principios elementales de la filosofía de la vida, quebraron los equilibrios de la ética y todo se tornó utilitario, se compra y se vende, cuerpos, almas, dignidades, riñones, ojos, hígados, mantas robadas, bienes ajenos, cualquier cosa es pasible de ser cambiada por cualquier otra. Penosamente el hombre se ha vuelto denso, no sólo de cuerpo, también de alma, mucho más de espíritu, ni qué hablar de aura, sus pies le pesan y su metabolismo se está fosilizando junto con la densidad de lo que come, pretendiendo disfrazarlo de alimentos. Pero los alimentos que consume están tan contaminados con su propia alma... no hay diferencia alguna entre el desamor que rige las manos y la masa del pan que salen de ellas, el vacío es omnipresente y domina el paisaje... y eso te lo tragas. La civilización se terminó de quebrar en el medioevo con una inquisición que se sostiene por extraños mecanismos de pensamiento destructivo, un pensamiento que habla de paraísos pero induce infiernos... una filosofía que se sustenta en el código de barras y una mentida trazabilidad que permite identificar al pensamiento espiritual genuino y destruirlo, sin más... porque los altares también compran y venden y los templos atienden con horarios comerciales impuestos desde los grandes almacenes, supermercados donde los valores humanos se exterminan asegurando la entrega de las dignidades a cambio de mendrugos, no de pan, sí de vida. El mediatismo ha quebrado la ética ancestral que nos depositó en la Tierra, luego de pulverizar otro mundo, desertificándolo hasta transformarlo en un páramo, sin aire, sin agua, sin vida, sin almas... El hombre ha sabido exterminarse a partir de renegar de sus sueños, de sus ilusiones, de sus ideas, sometiéndose a ser esclavo de sí mismo y de terceras conveniencias. Ha impuesto la propiedad intelectual de cosas que existen prescindente de él (hombre), y unos pocos se autodefinen como dueños de aquello que nos pertenece a todos por derecho humano de natalidad, es así que los mares y el aire tienen dueños de circunstancias al igual que los pretendiendos cielos y suelos... el código de barras ha exterminado la propiedad privada y la globalización ha diezmado la privacidad de las almas y sus pensamientos, imponiendo un mediatismo común a instintos depredatorios que todo lo consumen para luego despreciarlo, para acudir a un nuevo escalón que permita evaporar más almas y otros sentidos. El mundo que transitamos no es líquido, no tiene forma porque de tan denso, está procesando intercambios químicos complejos que devoran a los espíritus, sus almas y sus auras, por ende sus cuerpos... acercando al hombre, minuto a minuto, a su desaparición... obligando a los creadores y a los formadores a volver a "pensar" una nueva creación, un nuevo SOL, un nuevo "verbo causal", un nuevo "ser". Pero cada hecho conlleva su precio, aún cuando intrínsecamente no lo tenga... El hombre no es tal sin el agua, sin su aire, sin sus fuentes, sin sus horizontes, sin su cielo, sin sus nubes, sin sus lluvias, sin sus fuegos, sin sus rocas... El ámbito de los espíritus tiene sus códigos y estos son inapelables e inaccesibles, luz o tinieblas, cima o abismos, praderas o desiertos. El código de barras no es sinónimo de ética, tampoco de calidad, mucho menos asegura trazabilidad... cuando la vida pierde su esencia filosófica, no sólo ya no es vida, se transforma en un calvario sin cruz porque el hombre mismo se compra y se vende a sí mismo intentando sobrevivir, sin darse cuenta que dicho círculo vicioso lo conduce al final más temido, el de negar a Dios negándose a sí mismo. Se extinguen los violetas... todo es rojo intenso. Julio 21, 2011.-

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