CIENCIA | Entrevista a Jane Goodall en Argentina
'Si los humanos fuésemos humanistas no estaríamos en peligro de extinción'
Jane Goodall en foto de archivo. | Ernesto Caparrós
- La famosa primatóloga, de visita en Argentina, cree que 'los chimpancés y los humanos hemos heredado atributos violentos de un ancestro común'
- 'Cuando empecé a trabajar con chimpancés tenía un concepto ingenuo de ellos'
- 'Me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia'
Recordaba vagamente lo que un colega sudafricano me había contado acerca de Jane Goodall. Que a la mundialmente famosa primatóloga le gustaba divertirse a costa de los periodistas, especialmente de aquellos que por ser ella una dama del Imperio Británico la saludan ceremoniosamente, con una venia o algo así.
Fue precisamente lo que hice y para mi total desconcierto, Lady Goodall respondió con una sucesión de aullidos en stacatto, los más salvajes que haya escuchado fuera de los límites de un zoológico. Como si fuese lo más natural, la naturalista me explicó que de ese modo la saludaban los chimpancés que ella estudió en el parque de Gombe (Tanzania), hace unas cinco décadas.
Goodall fue invitada por la Fundación Azara –una institución asociada con la Universidad Maimónides de Buenos Aires- a dictar una conferencia sobre los peligros que acechan a los pocos espacios naturales que van quedando en el planeta.
El título de la charla, 'Haciendo la Diferencia', implica que cada persona puede contribuir a la preservación de su propio entorno, ya sea un suburbio de Londres o un glaciar en la cordillera del Perú. Pero su mayor preocupación es por los bosques tropicales de África y Sudamérica. Especialmente los de Tanzania, donde en los años 60 observó cómo un macho adulto –al que bautizó como David Greybeard (barba gris) preparaba una rama para 'pescar' termitas en su nido.
Un descubrimiento revolucionario
Aquel descubrimiento revolucionó al mundo de la ciencia pues se suponía que sólo los humanos somos capaces de producir herramientas. Por entonces, Jane era una jovenzuela de 23 años, sin ninguna preparación académica. Pese a ello, su mentor, el paleontólogo Louis Leakey, le había asignado la tarea de estudiar el comportamiento de los primates en su propio entorno, con el fin de hallar alguna pista sobre la conducta de nuestros ancestros, los primeros homínidos."Luego de leer mi informe y ver las fotografías, Leakey me miró fijamente y me preguntó, medio en broma, si me daba cuenta del lío en que lo había metido a él y a sus colegas, pues a partir de esos registros habría que buscar nuevas definiciones sobre lo que nos separa y nos hermana con nuestros parientes más cercanos en el reino animal".
Aunque la mayor parte de su tiempo lo dedica a impulsar las actividades del Instituto Jane Goodall, la heroína de mi niñez, a la que conocí a través de las páginas del National Geographic, no descuida el tema que la llevó a la fama. "Gracias a los avances de la ciencia hoy disponemos de mejores herramientas para conocer a los chimpancés. Por ejemplo, el estudio de su ADN demuestra que comparten con nosotros el 98% de los genes. Es decir, son mucho más parecidos a nosotros que al resto de los primates. Por eso a veces pienso que las personas que consumen carne de chimpancé, no por necesidad apremiante sino por considerarla una exquisitez, son prácticamente unos antropófagos".
Animales astutos
Está probado que los chimpancés superan ampliamente a otros animales en pruebas de laboratorio, como la clásica prueba de introducir objetos en los espacios que corresponden a su forma. Pero en opinión de Goodall, lo más notable desde el punto de vista evolutivo es su inteligencia social y emocional."Vayamos al caso de Aí (Amor en japonés), una chimpancé muy aficionada a los videojuegos. Ella logra muy buenos resultados con las figuritas que se mueven en la pantalla. Sin embargo, a veces no está conforme con el puntaje e insiste en probar de nuevo, sin que su tutor la incentive por medio de bananas o golosinas". Desde luego, la competitividad sería biológicamente funcional entre los machos de la especie, pero aquí vemos una hembra que no es sólo competitiva, sino que los es con ella misma.
Esos rasgos tan "humanos" son los que han fascinado a Goodall desde que se internó por primera vez en la selva. Según esta naturalista de 77 años, de finas facciones y gestos serenos –menos cuando imita a sus amigos selváticos- en su hábitat natural los primates exhiben casi la misma variedad de conductas primarias que los humanos.
"Debo decirle que otros investigadores menos apasionados que yo le dirían lo mismo. Los chimpancés se abrazan, se besan e incluso se dan palmadas en la espalda en señal de aprobación o de solidaridad. ¡Si hasta tienen sentido del humor! No es tan sorprendente que compartan estas habilidades sociales con nosotros si se piensa que la infancia de un chimpancé, la etapa en que aprende a socializar, es de cinco años. Larguísima si se la compara con la de otros mamíferos", dice la investigadora.
Una demostración elocuente de la capacidad de los chimpancés de percibirse como individuos, se obtiene al enfrentar a un espécimen con el reflejo de su imagen en el espejo. "Jonathan (un chimpancé nigeriano) se quedó un buen rato mirándose de frente y de perfil, igual que un varón coqueto de nuestra especie. Le pusieron un pote de pigmento sobre la mesa ¡y él aprendió fácilmente a maquillarse!", relata Goodall.
El 'buen salvaje'
En este punto, el periodista le pregunta si la tendencia que todos tenemos de 'humanizar' a nuestras mascotas e incluso a los objetos inanimados, no interfiere en el trabajo de sus colegas con los chimpancés. Si no se los idealiza como criaturas inteligentes y bondadosas. "Sin duda, cuando comencé a trabajar con los chimpancés yo tenía un concepto ingenuo de ellos. Los veía como Rousseau cuando describía al "buen salvaje" humano, que vive al margen de la perversión de la sociedad moderna"."Ciertamente, me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia. Ahora sabemos a ciencia cierta que los chimpancés no sólo ejercen la violencia individual cuando compiten por el alimento y por el dominio de su clan. También son capaces de entablar guerras con grupos rivales. Seguramente, los chimpancés y los humanos heredamos esos atributos poco simpáticos de un ancestro común", señala mi interlocutora.
A Jane Goodall no le sorprende que los animales con los que compartimos el planeta reciban tantos malos tratos de parte de los humanos. Si el hombre es capaz de los actos más aberrantes con los de su propia especie, si destruyen sistemáticamente su entorno vital, ¿qué se puede esperar de su actitud hacia otros seres? "Si los humanos fuésemos verdaderamente humanistas, los chimpancés de Borneo, los gorilas de la Niebla y nosotros mismos, no estaríamos en peligro de extinción", concluye Jane Goodall.
el dispensador dice: tengo un tríptico apergaminado de la Virgen María sobre la derecha de mi escritorio, es uno de mis testigos... detrás de esta misma PC una Virgen María vaciada en metal, se apoya sobre arena, rodeada de piedras de singular factura que vienen del mismo lugar de la arena, y se ven todos contenidos en un recipiente de barro terracota cocido, es otro de mis testigos... hay más, pero me los reservo. Ellos son mis señales, en verdad, ellas son mis señales... tienen vida, y me indican qué sucede, qué viene, qué sigue, quién miente o quiénes engañan, hablamos, nos escuchamos, somos testigos mutuos de un tiempo al que pertenecemos por la causalidad de la gracia original de convivir y establecer puentes llamados afectos. Las Vírgenes son testigos de mi tiempo y a la vez, soy testigo de sus presencias... ambos damos testimonios de huella y sombra... su altar está en mi alma y sólo allí, y mi espíritu les pertenece por inferencia de atemporalidades, infinitudes aceptadas y asumidas a partir de un sometimiento a un tiempo que todo lo deforma y mucho más lo tergiversa... observo gentes flotando en océanos gelatinosos y densos, llenos de frustraciones inventadas más allá de las realidades, siempre justificantes de visiones sesgadas que dañan la propia esencia a partir de la ignorancia del lugar de los prójimos... observo almas que buscan con desesperación playas donde recalar, para inmediatamente después despreciar sus suavidades e ignorar sus valores, desoir a sus caracolas... observo almas apuradas por urgencias virtuales, inventadas para justificar llantos y padecimientos que no descienden a través de sus destinos... observo espíritus atribulados por infiernos creados para enseñar a los otros un sufrimiento que no es tal, que desaparece en cuanto los otros toman distancia para dejar el lugar a nuevos testigos y sus testimonios... Veinte manifestaciones de la Virgen María me acompañan los días y las noches... ¿exageración?, puede ser... el que desconoce las esencias exagera el mentir sus sentimientos, y esa circunstancia es inapelable. No se puede robar, tampoco hurtar lo que se no se siembra con las propias manos, si se lo hace, crece el precio que el alma deberá pagar por aquello robado o hurtado... las conductas humanas de las violencias son tan antiguas como las escrituras, pero cada acto de violencia implícita o explícita denigra a la condición humana de la víctima, pero hace lo propio con la del victimario, un victimario que descenderá un escalón hacia su infierno, sin escalas intermedias. Lo que impones te será impuesto... "cuando llevas a otro hacia el cautiverio, al cautiverio vas", sin remedio. Los mal llamados animales tienen códigos de convivencia... curiosamente el hombre los viene quebrando desde el SOL de Adán... desde el SOL de Eva, desde que el hombre y la mujer pierden consciencia de su propia conciencia de espíritu y desde que hacen lo mismo respecto de sus ángeles custodios. Los ángeles y las conciencias no son patrimonio del cristianismo, tampoco de otros cultos o de distintos sentidos, pertenecen al legado esencial de las vidas, y valen para un grillo, para una hormiga, para un pato o para un ser humano, todos por igual, incluyendo en ello a todos y cada uno de los elementos aportados. Cuando el imperio impone y ejerce mecanismos de violencias, las violencias crecen y se diseminan hasta envolver el todo, incluyendo hasta sumergir y ahogar al propio imperio... cuando ello sucede, se extravían las sapiencias, se niegan las creencias, imperan las irracionalidades carentes de valor alguno, dando lugar a justificaciones intrascendentes, pobres. El imperio y sus violencias se consumen en las impotencias y se rompen los ciclos y con ellos las espirales de doble vía, entonces el hombre y la mujer regresan a su estado primitivo de incomprensión y burla, de negación y desprecios. No por ello la Tierra deja de girar y oscilar... No por ello el SOL deja de iluminar... el hombre no comprende que el universo es tal (y lo seguirá siendo) sin él... que habrá un cielo después de él, tal como lo hubo antes de él. El espíritu está imbuido de una "fuerza" que se traduce como una energía creadora que puede transformarse en destructura por imperio de las tinieblas, y en eso estamos... observo gentes flotando en mares espesos, tanto como observo gentes flotando a la deriva de sus propios sentimientos de miserias inducidas para justificar falsas opciones de vida... ninguno de ellos descubre las playas, las propias, porque cuanto más se empecinan más se esfuman las arenas salvadoras. Ninguno de ellos hace pié y la flotación es penosa, tan denigrante como la voracidad de tiburones que acechan en busca de perdiciones inducidas. La Virgen María lo expresa en cada una de sus intensas manifestaciones diarias a sus elegidos, avisorados por sueños o visiones, no importa... ella avisa que esto está mal y puede estar aún peor... pero los desprecios de doble vía devuelven al hombre y a la mujer a sus estadios instintivos donde impera la depredación como eje de la vida, dura y corta ["... lo tuyo es mío, pero lo mío es únicamente mío".]. Ni ella ni las huestes de ángeles y las otras de las conciencias son patrimonio de religión alguna. Son, simplemente, per se... te anuncian y te avisan, te guían y te alientan, siempre que el aura sea azul y el alma esté abierta a ser santuario y altar del propio espíritu, como entidades indivisibles de esencias ancestrales pertenecientes al verbo causal, original, motor de las cosas. Indudablemente, el humano ha alcanzado este punto de extinción porque se ha empecinado en negar su condición humana y despreciar la calidad humana consecuente... el mediatismo ha tergiversado el sentido de los destinos y la condición indica que nada ni nadie se escapa de los escrito en el libro de la vida, el individual, ése mismo que contiene el sentido de los destinos de todos. La Tierra, invadida de tinieblas, ya no abre portales a los "negadores", tampoco a los "burladores"... Sólo la compasión y la misericordia genuinas pueden revertir un proceso de características infernales. Cuando el destino se vuelve contra del espíritu, su huella y su sombra se diluyen hasta extinguirlo... dicho legado aparece en todas las escrituras, pero éstas ya no son fuentes, apenas si son consideradas como "cuentos del pasado"... no hay cultura sin pasado, no hay civilización sin cultura valorizada, no hay condición de persona ignorando la filosofía esencial de las existencias, sus presencias y sus ausencias. Transcurrimos un oscurantismo conceptual que ha invadido a las sociedades humanas llenándolas de apuros... pero se desconoce que la inquisición medieval sólo conduce a los infiernos de los victimarios, imponiendo el modelo del imperio de las vaciedades. Aquello que se ha negado, será oportunamente reclamado, sin posibilidad de apelación alguna, ya que ellas no rigen en el sentido de la creación... cuando te pierdes las esencias, simplemente te quedas sin mañana, y cuando ello sucede... no hay regreso. Noviembre 24, 2011.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario