martes, 1 de noviembre de 2011

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Literatura de Todos los Santos

Ensayos y novelas que tratan sobre la pérdida de seres queridos llenan la mesa de novedades - ¿Puede servir la escritura para superar la melancolía del duelo?

JORDI SOLER 01/11/2011

Literatura de Todos los Santos
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Literatura de Todos los Santos- EULOGIA MERLE
Para paliar el dolor insoportable de la pérdida, la escritora neoyorquina Joyce Carol Oates empezó a poner por escrito su propia historia frente a la muerte de su esposo. Como durante el proceso de duelo no podía escribir páginas largas, porque la pena y sus fantasmas recurrentes ocupaban la mayor parte de su energía, dedicó aquel periodo oscuro a vaciar su experiencia en textos breves, en una serie de entradas de diario que con el tiempo, y la perspectiva, fue convirtiéndose en Memorias de una viuda, una conmovedora obra literaria. La pérdida y el duelo de Joyce Carol Oates la llevaron a construir una historia por un camino que no había recorrido antes, el de la narración construida a fuerza de fragmentos, y el proceso de escritura de esta obra la ayudó a sobreponerse a la muerte de su esposo.
    Darian Leader: "Las artes existen para permitirnos acceder al dolor"
    Es curioso que la muerte se trate más en la ficción que en el psicoanálisis
    Situada también en ese territorio terapéutico de la literatura está Meghan O'Rourke, poetisa nacida en Brooklyn que, a partir del duelo que sentía por la muerte prematura de su madre, escribió The long goodbye.

    Estas dos historias y otras que tratan la pérdida de los seres queridos y pueblan la mesa de novedades justamente hoy, Día de Todos los Santos, son parientas de El año del pensamiento mágico, que la escritora californiana Joan Didion publicó en 2005, una historia sobre la muerte, que es un tema tabú en Estados Unidos y que empieza con estas líneas contundentes: "La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba". Didion nos cuenta, en este libro sobrecogedor, la crónica de sus propias acciones, reacciones y reflexiones frente a la muerte súbita e inesperada de su marido.

    Estas obras de pérdida y duelo, que además son memorias de una etapa negra y salvavidas de quien las escribe, funcionan también para los lectores que consiguen encontrar en ellas elementos con los cuales encuadrar mejor, y eventualmente reconducir, la onda expansiva de una pérdida.

    Reflexionando sobre esto, la poetisa Meghan O'Rourke sostiene, en una entrevista reciente, que este tipo de historias son, entre otras cosas, un espacio público donde se puede conversar, sin ningún riesgo, sobre la pérdida y el duelo, son "una respuesta orgánica a la pérdida".

    Estas historias escritas desde el dolor que produce la muerte de alguien muy querido, cuyo filón terapéutico no tiene nada que ver con los libros de autoayuda, han ido llegando en los últimos meses a las librerías, como una versión actual de esa escritura de duelo que ha existido siempre en la literatura, comenzando por Hamlet, ese melancólico arquetípico que va arrastrando la muerte de su padre, una pena que lo parte en dos y que tiene que purgar solo, con una intensidad que es la sustancia de la historia, porque Gertrude, su madre, ya se ha ido con su tío Claudio.

    Entre los libros de "respuesta orgánica a la pérdida", para utilizar la terminología de Meghan O'Rourke, que han ido apareciendo en los últimos tiempos están Vidas ajenas, del desasosegante escritor francés Emanuelle Carrere; El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, de Patricio Pron; Correr el tupido velo, donde Pilar Donoso disecciona su historia con José Donoso, su padre; Azul serenidad o la muerte de los seres queridos, de Luis Mateo Díez; Diario del duelo, el oscuro lamento de Roland Barthes por la pérdida de su madre, o Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente.

    El psicoanalista inglés Darian Leader aborda el tema de la pérdida y el duelo en un ensayo, de muy reciente aparición, titulado La moda negra y con el subtítulo Duelo, melancolía y depresión. Leader se puso a trabajar a partir del ensayo Duelo y melancolía de Freud y, desconcertado ante la poca información que encontraba en los libros de sus colegas, recurrió a la literatura y ahí encontró una gran cantidad de obras que lo hicieron formularse la pregunta que dio origen a su ensayo: "¿Podrían las artes ser de hecho una herramienta vital que nos permita dar sentido a las inevitables pérdidas en nuestras vidas?".

    Darian Leader, en sintonía con Meghan O'Rourke, la poetisa de Brooklyn que escribió The long goodbye, ve en este tipo de obras un elemento terapéutico: "El lugar de las artes en nuestra cultura adquiere un nuevo sentido: como un conjunto de instrumentos que nos ayudan a vivir el duelo. Las artes existen para permitirnos acceder al dolor y hacen esto mostrando públicamente cómo la creación puede emerger de la turbulencia de una vida humana. En nuestro uso inconsciente de las artes, tenemos que ir fuera de nosotros para volver adentro".

    La autora de Memorias de una viuda, Joyce Carol Oates, dice que el duelo es la más humana de las emociones, pero que se trata de una emoción que va rigurosamente en un solo sentido, porque no puede ser recíproca.

    Darian Leader cita en La moda negra a la psicoanalista Ginette Raimbault, y redondea, de una manera involuntaria, la idea de Joyce Carol Oates: "El trabajo de escritores, artistas, poetas y músicos es muy importante para ayudar a sacar a la luz la naturaleza universal de lo que siente una persona en duelo, pero no en el sentido de que todos sentirán lo mismo. Por el contrario: lo que nadie puede entender de mi dolor, alguien puede expresarlo en tal forma que yo pueda reconocerme a mí misma en lo que no puedo compartir".

    Entusiasma la idea de Leader, que comparten las dos escritoras, de que estos libros donde un autor exorciza la muerte sirven también de exorcismo para el lector; la literatura, que, como todas las artes, forma parte de las cosas que no sirven para nada, cobra aquí una dimensión terapéutica. La idea es, desde luego, opinable, pero, de entrada, no está mal que en este milenio en donde todo debe tener una utilidad, y producir algún tipo de ganancia, aparezcan de pronto estas obras que tienen, desde el punto de vista de Leader, una utilidad añadida a sus méritos literarios.

    No deja de ser curioso que un tema tan grave como la muerte, y el duelo, se trate con más amplitud y generosidad en la literatura que en el mundo del psicoanálisis, donde Leader buscó ideas infructuosamente; quizá se deba a que estos libros escritos desde el duelo son obras que rozan la ficción y que, aunque sean rigurosamente verdad, utilizan recursos narrativos propios de las novelas. Probablemente la muerte, la pérdida y el duelo, son una realidad tan real, tan insoportablemente puntual y veraz, que termina tocándose con la ficción, con ese mundo de mentiras donde las cosas no existen, hasta el día en que se convierten en verdad.

    Letras terapéuticas

    Libros sobre la pérdida aparecidos en los últimos meses.
    - Vidas ajenas (Anagrama), de Emanuelle Carrere.
    - El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (Mondadori), de Patricio Pron.
    - Correr el tupido velo (Alfaguara), de Pilar Donoso.
    - Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (Alfaguara), de Luis Mateo Díez.
    - Diario del duelo (Paidós), de Roland Barthes.
    - La moda negra (Sexto Piso), de Darian Leader.
    - Memorias de una viuda (Alfaguara), de Joyce Carol Oates.
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    el dispensador dice: curiosa la vida del ser humano... nace una vez, está condenado a morir varias veces a lo largo de su tránsito por la vida respirable, y ello dependerá de sus sentimientos, de sus afectos, de sus vínculos, de su entrega... nacemos para traducir la gracia del pensamiento a un estado temporal, finito, que comienza y termina según lo establecido en el libro de la vida, según lo estipulado en el árbol de la vida... nacemos para "ser" cuerpo y dejar huella... pero todo lo que hacemos a lo largo de nuestras vidas es seguido por un ángel de la guarda y supervisado por una consciencia, ambos custodian que alma y espíritu no se disocien en el camino... pero cada ser humano encarnado conlleva su propio paraíso... su propio purgatorio... su propio infierno... y las oportunidades para sembrar y recoger se multiplican a favor de la reflexión original, del pensamiento previo al estado de gracia y a la concesión de los dones que luego se expresarán a efectos de ser derramados sobre los prójimos. En dicha senda puede ser que los otros comprendan el mensaje portador... puede que no, en cualquier caso el destino ofrece opciones, oportunidades de sintonizar una frecuencia distinta a la previa al estado de gracia... ser más luz o ser más sombra... algo nos afecta cuando alguien cercano en espíritu se nos va del cuerpo hacia el mundo de los espíritus... tanto como algo afecta al alma cuando en el mundo de los espíritus vemos descender a un afecto hacia los tiempos respirables. Los ciclos guardan el sentido de las espirales... contienen sucesivos estados de agua, vapor, calor, eternidad. Pero así como se desciende hacia la Tierra consignada y designada para trascender por un lapso, ésta nos llama para compartir y luego liberarnos y regresar al estado de vapor, cobijados por el manto que todo lo contiene... al recibir la gracia somos parte del verbo causal de la creación y nos transformamos en motores nucleares de un verbo consecuente que espera "algo" de nuestro paso, un sentido, una esencia, un legado, una enseñanza, un aprendizaje... la huella nos habilita a regresar a ser espíritu y alma en consonancia, significantes en un paraíso de armonías sinfónicas... también puede expresar la divergencia entre alma y espíritu disonantes, en cuyo caso el tránsito conduce a un purgatorio no distinto al sembrado durante el tiempo respirable... y más allá, el quiebre extremo entre espíritu y alma llevará hacia un infierno de vanidades y soberbias donde las penas infrigidas a otros, se tornarán propias, íntimas, implacables... cada lágrima guarda el valor de una sonrisa, siempre y cuando la inocencia anide en cada una de ellas (lágrima y sonrisa)... ya que las segundas intenciones quiebran los puentes entre alma y espíritu, pero también cortan los hilos de plata entre ambos (espíritu y alma) con su ángel de la guarda, también con la consciencia... cuando la voz de la consciencia se silencia, cuando la luz del ángel de la guarda palidece, el alma huye del espíritu y éste de aquella creando una divergencia que nos distancian de las armonías. Ha habido santos en todos los tiempos... ha habido sabios y profetas... cada uno de ellos ha sabido comulgar con sus tiempos. Más allá de haber sido escuchados, aceptados o negados, su tránsito ha sido significante ante una circunstancia relativa al verbo y su gracia... conceder un destino, conceder una gracia, conceder un don, revelar un talento, es iluminar a los otros, justos o injustos, brindándoles la oportunidad de optar por la senda del medio, esa que conduce directamente al paraíso, a los jardines de las buenas obras... al purgatorio, jardín de los yuyos, los disimulos y los olvidos... al infierno, jardín de las ausencias y las omisiones, las burlas y los desprecios... en cualquier caso, santos son los que no disocian el alma con su espíritu, y al no hacerlo se acercan al Espíritu Santo. El espíritu en armonía es aquel que contiene los silencios del verbo y los expresa en bendiciones hacia los próximos... por TODOS los SANTOS. Noviembre 01, 2011.- 

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