sábado, 28 de enero de 2017

Fotorrelato: Ocho libros de esta semana | Actualidad | EL PAÍS | FÁBULA ASIÁTICA

Fotorrelato: Ocho libros de esta semana | Actualidad | EL PAÍS

Ocho libros de esta semana

Rodrigo Rey Rosa, Jacek Hugo-Bader y Luis Goytisolo, entre los autores destacados

En el ensayo de 2012 La violencia que generamos, recogido en su libro de no ficción La cola del dragón (editorial Contrabando, 2014), el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa analizaba las formas de violencia “sistémica” que habían servido, lateralmente, para reducir mediáticamente o incluso justificar los genocidios, en plural, del dictador Ríos Montt en su país: “La clase de violencia necesaria para perpetuar ciertos modos de vida (…) y que, combinada con formas más sutiles de coerción (…) sirve para sustentar situaciones de explotación y dominio”. Para ello, Rey Rosa seguía una tipología de la violencia del filósofo esloveno Slavoj Zizek: habría una violencia subjetiva, que percibimos como interrupción de la normalidad (un acto terrorista, por ejemplo), y una violencia objetiva, que apenas percibimos porque forma parte de nuestro mundo habitual (el machismo, la desigualdad o el discurso de la naturalidad que fabrican los medios de comunicación). Con mayor o menor responsabilidad, todos perpetuamos esta segunda forma de violencia. Por CARLOS PARDO

Terroristas, místicos y filántropos En el ensayo de 2012 La violencia que generamos, recogido en su libro de no ficción La cola del dragón (editorial Contrabando, 2014), el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa analizaba las formas de violencia “sistémica” que habían servido, lateralmente, para reducir mediáticamente o incluso justificar los genocidios, en plural, del dictador Ríos Montt en su país: “La clase de violencia necesaria para perpetuar ciertos modos de vida (…) y que, combinada con formas más sutiles de coerción (…) sirve para sustentar situaciones de explotación y dominio”. Para ello, Rey Rosa seguía una tipología de la violencia del filósofo esloveno Slavoj Zizek: habría una violencia subjetiva, que percibimos como interrupción de la normalidad (un acto terrorista, por ejemplo), y una violencia objetiva, que apenas percibimos porque forma parte de nuestro mundo habitual (el machismo, la desigualdad o el discurso de la naturalidad que fabrican los medios de comunicación). Con mayor o menor responsabilidad, todos perpetuamos esta segunda forma de violencia. Por CARLOS PARDOIr a noticia

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