Mazu, la diosa china del mar de Fujian
Mazu (妈祖) es la divinidad taoísta alrededor de la que se concentran las creencias religiosas que se profesan en las zonas costeras del sureste de China, especialmente en la provincia de Fujian. También conocida como la concubina celestial (天妃), la madre de los cielos (天上圣母) o la emperatriz del reino celestial (天后娘娘) ha sido, a lo largo de la historia, la principal deidad de los mares para marineros, pescadores y comerciantes.
Las frecuentes tormentas marinas se cobraban en la antigüedad vidas con relativa facilidad, por lo que eran muchos quienes dirigían sus plegarias a la diosa para obtener su protección. Los habitantes de las zonas costeras le ofrendaban sacrificios antes de que los hombres del mar se embarcaran en sus aventuras, para rogarle que mantuviera alejadas de sus seres queridos a las tempestades y que estos pudieran volver a su hogar sanos y salvos. También los propios marineros colocaban tablillas de Mazu junto a las figuras ancestrales que llevaban en sus embarcaciones como muestra de respeto y veneración.
La imagen de esta deidad procede de Lin Moniang (林默娘), una muchacha nacida durante la dinastía Song (宋朝, 960-1279) en la isla Meizhou. Perteneciente al condado de Putian, de la ciudad Xinghua en Fujian, pasó a formar parte de la mitología de China como la diosa de los mares a partir de la dinastía Song Septentrional. Cuenta la leyenda que, cuando nació, no lloró ni emitió gemido alguno y, por ello, recibió el nombre de Mo (默), cuyo significado es “silencio”. Su xiaoming, o nombre por el que los chinos son conocidos por sus respectivas familias cuando son pequeños, fue Moniang (默娘), “muchacha silenciosa”, y su nombre completo Lin Moniang.
Desde pequeña demostró gran talento y una elevada capacidad intelectual que la hacían sobresalir del resto de personas. Al crecer cultivó un temperamento suave y dulce, amaba ayudar a los demás y decidió dedicar su vida a hacer el bien por aquellas personas que la necesitaran, por lo que juró que jamás se uniría en matrimonio con ningún hombre. Llegó a acumular enormes conocimientos sobre medicina, prestó ayuda incondicional a los enfermos y enseñó a los demás a evitar catástrofes naturales. Siempre dispuesta a solucionar los problemas y a erradicar las inquietudes de quienes la rodeaban, logró convertirse en una persona admirada y respetada por su pueblo.
El mito localiza su hogar en una isla llamada Wenjia (文甲), situada al oeste de la isla Meizhou, erguida entre la intrincada orografía del relieve oceánico de la zona, repleto de arrecifes, y principal punto de acceso al golfo de Meizhou. En una ocasión, un barco mercante se topó en su camino con una feroz tormenta en la que amenazantes vientos y lluvias torrenciales le hicieron perder el control y estrellarse contra los arrecifes. Un torrente de agua marina inundó la embarcación mientras sus tripulantes gritaban desolados y clamaban ayuda a los cielos. Cuando la situación parecía insalvable, Mazu descubrió lo que estaba sucediendo y organizó una partida de rescate entre los vecinos que, atemorizados por las olas gigantes con las que el temporal azotaba la orilla y por la violencia del viento, eran incapaces de avanzar. En un momento crucial, Mazu no dudó en agarrar unas hierbas que tenía a sus pies y lanzarse a la ferocidad del mar sin mirar atrás. No hubo pasado ni un instante cuando las hierbas que Mazu se había llevado con ella se convirtieron en robustos y colosales árboles que, arrastrados por la brutalidad de la corriente de agua llegaron a flotar al lado del barco, y actuaron así como sujeciones que evitaron su naufragio. Al poco tiempo, el viento fue perdiendo su fuerza, las olas se serenaron y la tripulación celebró que, gracias a la ayuda de los dioses, se había salvado de una desgracia evidente. Cuando alcanzaron la orilla, los marineros descubrieron que los troncos habían desaparecido y, en tierra firme, quienes lo vieron les narraron que fue Mazu la que les salvó con su magia.
Mazu creció junto a la orilla del océano y, gracias a sus excelentes cualidades como nadadora, solía rescatar a los barcos pesqueros y mercantes que sufrían accidentes cerca de la costa. Por si fuera poco, también poseía un profundo conocimiento sobre los fenómenos atmosféricos y una innata capacidad para predecir los cambios del clima. Por ello, se convirtió en una cita obligada para aquellos marineros que, antes de hacerse a la mar, querían saber con certeza si la meteorología les sería favorable. Fue esta faceta la que le brindó los sobrenombres de “diosa” y “mujer dragón”. Según la tradición popular, el día 23 del tercer mes del calendario lunar y el día 9 del noveno son, respectivamente, los aniversarios de su nacimiento y muerte y en los que se celebra el festival de la diosa Mazu. Cada vez que llega una de estas dos fechas es inmensa la cantidad de marineros, y también de miles de ciudadanos, que peregrinan hasta su templo para venerarla.
Una escena de gran bullicio, que aporta animación al magnífico escenario, sucede cuando los habitantes locales aportan su grano de arena al ambiente festivo al organizar procesiones en las que alzan una estatua de la diosa y la pasean con ritmo a través de los tulou, que son las construcciones comunitarias con forma circular típicas de la zona. Cierran el ambiente alegre y colorista las tradicionales danzas del león, bailes de palanquines hechos con palmeras, sesiones de investigaciones académicas sobre la existencia de Mazu, representaciones de danza y música de lo más peculiar, abarrotadas ferias de artesanía, entre otros eventos a destacar. Una miríada de actividades en las que, además de las culturales, los visitantes pueden degustar los exquisitos platos de la gastronomía min, única en Fujian.
En el festival de los tulou a la diosa tiene lugar una espectacular ceremonia denominada “Mazu cruza los mares” (妈祖过海), también conocida por los habitantes locales como la “caminata sobre el agua” (走水). En ella un grupo de personas, que representa a los monstruos marinos, se coloca como obstáculo en el centro del río mientras lanza agua a un palanquín. Por su parte, fuertes jóvenes alzan el palanquín y tratan de atravesar el río para evitar al monstruo y llegar al templo Tianhou. Los ciudadanos imitan así la actitud imperturbable ante las inclemencias del mar con la que Mazu desafiaba a los monstruos marinos, así como el sufrimiento gracias al que fue capaz de garantizar la felicidad y la seguridad a su pueblo. Es una forma de reconocer su valentía y el mérito de sus actuaciones. Durante la ceremonia se repite este acto en tres ocasiones, en las que la zona se convierte en un importante centro de ebullición, y atrae tanto a turistas chinos como a extranjeros.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 47. Volumen II. Marzo de 2018.
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